Por favor, cuiden a Mozart
De vez en cuando, en Catalu?a su m¨²sica se relaciona con alg¨²n pol¨ªtico. Cuando sucede, no s¨¦ si alegrarme o ponerme a temblar
De vez en cuando se da la circunstancia de que en Catalu?a la m¨²sica de Mozart se ve relacionada con alg¨²n pol¨ªtico. Cuando esto sucede, debo reconocer que no s¨¦ si alegrarme o ponerme a temblar. Tambi¨¦n podr¨ªa decir que Mozart es tan importante en mi vida, que soy muy exigente con el uso que se hace de su nombre, ya no digamos de su m¨²sica. En mis a?os mozos, durante el final de los cincuenta del siglo pasado, se discut¨ªa entre los quincea?eros de Buenos Aires qui¨¦n de los dos, entre Neil Sedaka y Paul Anka, era el mejor. Yo era un firme defensor del segundo. Siempre cre¨ª y sigo creyendo que Put Your Head on My Shoulder es una de las m¨¢s bellas baladas para chicos enamoradizos como lo ¨¦ramos nosotros por aquella ¨¦poca. De Neil Sedaka no supe nunca m¨¢s nada, como si se hubiera evaporado. O como si, a sus provectos a?os, hubiera llegado a la conclusi¨®n de que es mejor retirarse a tiempo, no sea que cantando te salga un gallo de esos de ¡°tr¨¢game tierra¡±. Del autor de You Are My Destiny, supe de ¨¦l hace unos veranos en una muy digna actuaci¨®n en Cap Roig. Me alegr¨® comprobar que ten¨ªa a mi lado a gente con la que hab¨ªamos compartido, en su momento, parecidas emociones adolescentes, a pesar de la distancia. Y otra cosa, nunca hab¨ªa visto en persona a mi ¨ªdolo de entonces. Tuvieron que pasar m¨¢s de cincuenta a?os y a 15.000 kil¨®metros de distancia para que por fin lo viera. Aunque no se crea, yo a esto le llamo un peque?o regalo de la vida.
Volvamos a la antigua pol¨¦mica musical. Un d¨ªa nos reunimos en mi calle la colla de amigos para tratar de dirimir la cuesti¨®n de una vez por todas. Y vaya si se dirimi¨®. Salt¨® el rusito ¡ªcomo se le dice a los jud¨ªos en Argentina¡ª que siempre hab¨ªa por el medio y nos espet¨® con ese tonillo de sabio insoportable que gastaba: ¡°Paul Anka es el Mozart de nuestro tiempo¡±. Nadie conoc¨ªa a ese tipo. Nos llev¨® a su casa de burgu¨¦s solidario y nos hizo escuchar un disco en cuya car¨¢tula estaba estampado uno de los rostros m¨¢s difundidos del m¨²sico de Salzburgo aunque el menos fidedigno de todos, ya que se hab¨ªa pintado treinta despu¨¦s de su muerte. Se trataba de las sinfon¨ªas 40 y 41. Me parece que a partir de ese momento mat¨¦ a Paul Anka para siempre. Y ah¨ª comenz¨® mi cultivo mozartiano. Fui a Salzburgo solo para visitar la casa donde naci¨®. Estuve en la catedral de Harlem (Holanda) solo para ver el ¨®rgano donde el Mozart ni?o (como le llamaba An-toine de Saint-Exup¨¦ry) hab¨ªa sido tocado por sus peque?as manos. Entr¨¦ al Duomo de Mil¨¢n, s¨®lo para repetir el itinerario que hab¨ªa recorrido Mozart dos siglos y medio atr¨¢s. Y visit¨¦ una peque?a iglesia de N¨¢poles porque sab¨ªa que all¨ª hab¨ªa tocado a los doce a?os en compa?¨ªa de su padre y su hermana Nannerl.
Este fin de semana, le¨ª, en uno de los suplementos dominicales de La Vanguardia, un reportaje sobre nuestro consejero de Sanidad, Toni Com¨ªn. El titular era muy ilustrativo: Un devoto de Mozart que gestiona la sanidad catalana. Tambi¨¦n se dice en el mismo trabajo, que Com¨ªn guarda en su habitaci¨®n una foto del pianista italiano Maurizio Pollini con su firma estampada. Digamos que Pollini tambi¨¦n fue un activo militante pol¨ªtico durante la d¨¦cada de los sesenta y ochenta, probablemente los a?os m¨¢s sangrientos por los que atraves¨® Italia despu¨¦s de la Segunda Guerra Mundial. No tengo informaci¨®n detallada de la actividad de Com¨ªn como consejero de Sanidad. A juzgar por las reclamaciones de algunos sectores de la familia sanitaria, se dir¨ªa que algunas cosas no las hace bien. Solo espero que si un d¨ªa lo invitan a TV3 para entrevistarlo, nos regale alguna pieza de Mozart.
A quien s¨ª se invit¨® en TV3, hace ya bastantes a?os, es a Narc¨ªs Serra, entonces ministro de Defensa con el primer Gobierno socialista. Fue en el programa El show de Angel Casas. All¨ª el exconsejero de Catalunya Caixa, actualmente acusado de sobresueldarse ¡ªperdonen el neologismo¡ª su n¨®mina en plena devastadora crisis, acometi¨® el Andante del Concierto para piano n? 21 en do mayor, k 467, de Wolfgang Amadeus Mozart. Para olvidarme del hoy imputado, corr¨ª a escuchar la magistral versi¨®n de Pollini.
J. Ernesto Ayala-Dip es cr¨ªtico literario
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