M¨¢s cruel que Chejov

De Las tres hermanas de Ch¨¦jov Rebekka Kricheldorf s¨®lo ha reutilizado el andamio dram¨¢tico para escribir una abrasiva comedia sobre el cr¨®nico fracaso de la (alta) cultura para salvar a la sociedad alemana de su mediocridad. Olga, Irina, Masha y Andr¨¦i -nombres chejovianos por capricho paterno- son tambi¨¦n hermanos y viven en una mansi¨®n ruinosa (Villa Dolorosa). Hay otros parecidos razonables con sus antecesores rusos, aunque la autora es mucho m¨¢s cruel con sus criaturas que Ch¨¦jov con las suyas, cuando los imagin¨® ferment¨¢ndose en el hast¨ªo perdidos en la vasta provincia rusa. Los ¨¦mulos alemanes no poseen el consuelo de una nostalgia dorada en un Mosc¨² tan so?ado como las c¨²pulas de K¨ªtezh, ni la seminal esperanza de aclimatarse con peque?os gestos de redenci¨®n a la vulgaridad triunfante. No les regala ni pasado, ni presente ni futuro en una espiral de infernal apat¨ªa. Condenados a consumirse como seres humanos -con el imperativo de sus necesidades b¨¢sicas- a pesar de sus extremadamente bien amueblados intelectos. Sensibles, cultos e inteligentes encaran su muerte en vida como los protagonistas de un cuento de Edgar Allan Poe: con una mueca de anticipado rigor mortis y mucho alcohol.

Conviene quiz¨¢ mencionar de nuevo que Els tres aniversaris es una comedia, sin concesiones, con la brutalidad que los alemanes exhiben cuando se dedican con alegr¨ªa destructora a la autocr¨ªtica de sus vicios colectivos. Aut¨¦ntico fest¨ªn de humor et¨ªlico. Cat¨¢logo de zancadillas, golpes y empujones verbales. Personajes renacidos para que la autora los use como saco de boxeo. Kricheldorf se queda a gusto, como agotados debe quedar el reparto cuando se acaba la sesi¨®n de psico-comedia. El esfuerzo es may¨²sculo cuando toca defender a unos seres que en el mejor de los casos despiertan conmiseraci¨®n y en el peor incitan al p¨²blico a sumarse a la org¨ªa figurada de pescozones. No debe ser f¨¢cil dedicar dos horas cada d¨ªa a mostrarse brillantemente odiosos y enervantes. Lo consiguen, protegidos por Jordi Prat i Coll, que los ha dirigido para que la deshumanizaci¨®n no sea completa, permiti¨¦ndoles respirar en los detalles, como esas mu?ecas abiertas a la mirada de los extra?os de los hermanos, dispuestos a compartir las heridas de la cuchilla, o apart¨¢ndolos del clich¨¦, como el perfil deschonizado de Janine -la Natasha del siglo XXI-, perfecta maruja amat¨ªsima de Miranda Gas.

Anna Alarc¨®n (Masha), Vict¨°ria Pag¨¨s (Olga), Joan Negri¨¦ (Andr¨¦i) y Albert Triola (Georg-Vershinin, cargando con el running-gag de una mujer poli-suicida) est¨¢n estupendos, pero Rosa Boladeras (Irina) ofrece adem¨¢s un magistral tour de force embriagada de alcoholes desde el minuto uno de sus sucesivos cumplea?os, escenario propicio de su pat¨¦tico spleen.