¡®Comerse¡¯ un Miralda en la Bienal de Venecia

En la isla de la Giudecca, bastante alejado del centro neur¨¢lgico de la Bienal de Arte de Venecia, se encuentra el Research Pavillon, una propuesta experimental de la Universidad de Helsinki, que plantea una reflexi¨®n sobre la utop¨ªa del acceso al conocimiento de la mano de Mireia Saladrigues (Terrassa, 1978). La artista, que estudia los comportamientos no convencionales en espacios expositivos, ha construido una r¨¦plica exacta del robot que utiliza Google para poner online museos y muestras de arte, para hacer lo propio con el Research Pavillon. ¡°Me quedar¨¦ durante dos meses para poner la sala online a trav¨¦s de notas de sucesos, v¨ªdeos a 360? y reproducciones en 3D, captadas a trav¨¦s del robot¡±, explica Saladrigues, que cada d¨ªa lo pasea entre el p¨²blico. Su objetivo es reflexionar sobre el sentido de reproducir en el espacio virtual no s¨®lo las obras, sino tambi¨¦n las convenciones y reglas t¨¢citas del mundo f¨ªsico. La recogida de datos se plasma en una especie de videojuego en continua evoluci¨®n, accesible para todos a trav¨¦s de Internet, donde adem¨¢s de visitar la exposici¨®n, es posible interactuar. Por ejemplo, cambiando el color de las paredes, rompiendo a martillazos las piezas que no gustan, ojeando un libro o incluso rob¨¢ndolo. ¡°Me interesa descubrir el potencial narrativo y po¨¦tico de la reproducci¨®n virtual¡±, indica Saladrigues, que ha contado con la colaboraci¨®n del artista Mario Santamar¨ªa.

Aun m¨¢s escondido es el Pabell¨®n de Andorra, donde la joven Eve Ariza presenta una instalaci¨®n formada por 9.500 piezas de seis tipos de arcillas, hechas a mano y cocinadas a diversas temperaturas, de modo que toman diversos colores y producen diversas resonancias como si fueran conchas. Muy visual, Murmuri representa los movimientos migratorios que se desplazan por el mundo, as¨ª como lo hacen los murmullos por la sala. Curiosamente la obra se exhibe en el orfanato m¨¢s antiguo de Italia, donde daba clase el compositor Antonio Vivaldi.

De la periferia al meollo de la Bienal, el Arsenal, donde los denominados catalanes de Par¨ªs Antoni Miralda, Joan Rabascall y el finado Jaume Xifra con la francesa Doroth¨¦e Selz, exhiben la pel¨ªcula de Benet Rossell sobre los ceremoniales que realizaron juntos entre 1969 y 1971. Uno, Rituel en quatre couleurs, ha sido reproducido con gran ¨¦xito en los d¨ªas de la presentaci¨®n: no virtualmente, sino con el p¨²blico devorando montones de alimentos coloreados. ¡°Cuando la comisaria de la Bienal nos propuso reactivar este ceremonial tuvimos dudas, porque entonces la experiencia formaba parte de un ritual hed¨®nico de celebraci¨®n del entorno y sus ciclos. Todo esto aqu¨ª no existe, pero la gente se ha emocionado¡±, explica Miralda, que ha introducido nuevos elementos, como la polenta, comida t¨ªpica de la regi¨®n de Venecia. ¡°Es un reprint de hace 46 a?os y no puede tener la misma carga de transgresi¨®n. Entonces representaba las primeras luchas por implicar el p¨²blico en la obra de arte, eliminando el intermediario y la distancia con el artista¡±, a?ade Rabascall, que se qued¨® a vivir en Par¨ªs.

No son los ¨²nicos catalanes que Christine Macel ha convocado para formar parte del tropel de artistas de la exposici¨®n central. Tambi¨¦n est¨¢ Teresa Lanceta (Barcelona, 1951), profesora de la Escuela Massana y artista pr¨¢cticamente desconocida si bien teje desde los a?os 70. En el 2000 el Museo Reina Sof¨ªa reconoci¨® su aportaci¨®n al arte con una muestra y ahora la Bienal dedica una sala a los tejidos donde experimenta con m¨²ltiples t¨¦cnicas, fuertemente influidas por las pr¨¢cticas textiles de Marruecos. ¡°Su obra reivindica el trabajo de las mujeres an¨®nimas del norte de ?frica, por eso siempre incluye en sus muestras alguna obra original del Atlas¡±, indican los directores de Espacio M¨ªnimo, la galer¨ªa madrile?a que la representa desde hace tres a?os.