El artista anal¨®gico
Loquillo someti¨® a su p¨²blico en el Sant Jordi Club
![Loquillo en un momento de su actuación en el Sant Jordi Club.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/VAA4LB6ZJ2HDMCXD2FFGXBRU24.jpg?auth=d6d307e363aad2b7fed27dab3667c489847da01100f3dcbbb1362b0c40b316e2&width=414)
En t¨¦rminos de ¨¦xito y pervivencia en popularidad es el ¨²nico que queda en pie de su generaci¨®n. Y era el que cantaba mal, el que no compon¨ªa, el que era un fanfarr¨®n sin talento. Menos mal. Como un t¨®tem generacional, Loquillo volvi¨® a Barcelona para repetir en su ciudad que a ¨¦l nadie le tose, que se halla en un momento muy dulce de su dilatada carrera y que parece haber logrado el equilibrio en todas las facetas, encima de disponer de una banda que es un trueno y que funciona como un solo m¨²sico. Es Loquillo un artista pre digital, un hombre de otra ¨¦poca que se rige por c¨®digos antiguos que sirven de referencia a su p¨²blico, vitalmente extraviado en un mundo digital en el que a duras penas entiende a su propio m¨®vil. Junto a un personaje construido d¨ªa a d¨ªa a base de conceptos claros, un pu?ado de canciones inmarchitables y una planta varonil inspirada en la vieja escuela de hombres, imagen escueta, sin excesivo aderezo y regusto cl¨¢sico, el Loco ha conseguido convertirse en un paradigma. Y ah¨ª sigue.
El concierto comenz¨® tranquilo, sin aspavientos, con temas de su ¨²ltimo disco, pero solo hizo falta que Loquillo compusiese la primera estampa de la noche, la barra del pie de micro sobre los hombros como si fuese un Winchester, manos colgadas a ambos extremos de la misma, de espaldas a la multitud en El mundo necesita hombres objeto, para que fraguase la identificaci¨®n entre estrella, altiva, all¨¢ arriba, orgullosa de s¨ª misma, sudando seguridad, y su p¨²blico, rendido ante un hombre ¡°de verdad¡± salido de un cap¨ªtulo de los Soprano, persona de fidelidades, con memoria para los agravios y de pocas tonter¨ªas. Y de consignas, frases como pu?etazos ¡°ni un paso atr¨¢s¡±, ¡°la Espa?a que perdimos¡±, ¡°tambi¨¦n me emborracho y lloro cuando tengo depresi¨®n¡±, ¡°no vine aqu¨ª a hacer amigos¡± que funcionan como pegamento emp¨¢tico del artista que se define como feo, fuerte y formal y cuya estampa reclama imperativamente la mirada.
Dado que estaba en su casa, hubo tambi¨¦n momento para recordar y reivindicar al fallecido Alfredo Calonge, personaje sin par del ambiente mod de los ochenta, cuyo compa?ero en Los Negativos y hoy promotor de conciertos, Robert Grima, sali¨® a tocar en la versi¨®n de Viaje al norte, una de las piezas m¨¢s representativas de la banda mod. Son esas fidelidades que construyen personaje y generan mitolog¨ªa, algo que Loquillo sabe perfectamente ayuda al rock a ser algo m¨¢s que un pu?ado de canciones afortunadas. ?l las tiene, y son las que exhibi¨® en la parte final del concierto, algunas con sonoridad country, caso de El rompeolas, otras cantadas entre el p¨²blico de las primeras filas, Carne para linda, todas bramadas desde la pista por un p¨²blico que en Loquillo no s¨®lo ve estas canciones, sino a un personaje de otra ¨¦poca que se ha impuesta en ¨¦sta, tiempos de artistas cacareando en las redes sociales opiniones que al p¨²blico del Loco se les antojan frusler¨ªas.
Porque Loquilllo ha construido sin fisura alguna su personaje y discurso seg¨²n los m¨¦todos de la vieja escuela. No es activo en la red, pero sus valores, difundidos por medio de los viejos medios de comunicaci¨®n anteriores a lo digital, como el propio rock, han llegado n¨ªtidos y sin equ¨ªvocos a un p¨²blico que, no resulta casual, apenas toca el m¨®vil en sus conciertos. Nada que ver con los artistas del milenio que tienen en las redes sociales el plasma de Rajoy y desconf¨ªan de cualquiera que pueda interpretar sin su permiso aquello que quieren transmitir. Ello redondea el discurso ¨¦tico y est¨¦tico de Loquillo, un rockero anterior al chip, un vestigio de un pasado de gloria del que s¨®lo ¨¦l parece sobrevivir en Espa?a. Y hay cuerda para rato. Siempre le quedar¨¢ una gira con material de Trogloditas para recordar que su reinado no s¨®lo es de este siglo.
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