Otras galletas y no son ¡®quelitas¡¯
No son dulces, ni muy sabrosas. Ni blandas ni h¨²medas, carecen de relleno o cobertura. Sin autor¨ªa, egos de oportunidad a?adidos a su historia, es la tradici¨®n, la humildad
Hace poco, como quien dice en catal¨¢n de Mallorca ¡°un par¡± de a?os (y son varios), se ha extendido s¨®lidamente el secreto entre los entendidos: en el mercado hay una nueva galleta, de aceite, de barco o de Inca, artesana, excelente, sencilla, para nada pesada, de categor¨ªa.
No es un fruto industrial y ha subsistido al v¨¦rtigo de la novedad y al jugar fuera de casa, la clientela del pueblo nativo. No es una novedad huidiza como otras ex¨®ticas, mistificadas.
El gran qu¨¦, esa galleta amorosa, es de Art¨¤, del horno de la plaza. Su cata la distingue entre decenas de las que semanalmente se hornean, tres o cuatro establecimientos por pueblo. No es empalagosa, es crujiente y mantiene la sensaci¨®n de curiosidad y a la vez de normalidad, eso es calidad. Es manufacturada, ninguna es id¨¦ntica a otra.
Con el crec-crec caracter¨ªstico, un sabor no exagerado, ni estorbos ni sabores extra?os de le?a cruda y regusto final. Son de harina de trigo, aceite de oliva, sal, un poco de levadura y ning¨²n conservante. No contienen manteca. Alg¨²n amante de la lechona asada con mucha imaginaci¨®n evoca su cata con la corteza del cerdito dorado.
La primera compra y recomendaci¨®n fue de Paco del Kansas de Felanitx y siguieron Miquel de Can Picafort, Maria Ant¨°nia de Santa Margalida, Pep de Montu?ri. Ellos y m¨¢s son de la cofrad¨ªa de este h¨¢bito de descubrimiento, y son muchos m¨¢s quienes detallan el gusto por el producto natural, sano, por su capacidad de conectar, tal vez, con el dato infantil de las originarias y seculares galletas de aceite / barco.
De las artesanas, sin gran red comercial, est¨¢n las de horno dels Paners de Palma, las Marga¡¯s gigantes (gruesas) de cas Concos, inevitables las de la Soledad de Felanitx y las del exhorno de Es Port, que era los familiares del tanquista republicano Antoni Coll son el deseo imposible ante el mar y los muelles contrabandistas, armados con piedras de talaiots y navetas. (El pen¨²ltimo panadero Coll, m¨¢s que jubilado, cada s¨¢bado, en su casa, hornea dos kilos de galletas y una torta: asciende a Son Salvador y lleva una bolsa a los ni?os del restaurante del puig con Virgen y sin ermita?os y, hasta ahora, a su banquero amigo que ya no est¨¢, en Massut¨ª viejo).
En Juanito (Joan) Bibiloni, m¨²sico gigante, gourmet privado y caballista de elite, cre¨® para si las galletas manacorinas, y tiene el nombre registrado. Esperemos. Hay muchas, bastante decenas de galletas de horno distintas. Alguna de tenderete y tienda de rango bio / eco es p¨¦sima, pest¨¦. Cara e indigesta.
Tienen cr¨¦dito comercial de mayor¨ªas considerables las rossellones de Porreres, las Gori de Muro, otras Rossell¨® de Inca, un cosecha grande de los pocos hornos reales que quedan y que a menudo hacen galletas de aceite, de barco o de panadero, peque?as, salvo las de Ibiza y Formentera que son gigantescas, de un palmo de anchas, duras y buenas. Costra y crec-crec asegurado.
Las muchas peque?as marcas o ignotas galletas de horno pugnan min¨²sculas con la hegemon¨ªa del logo industrial de fama, Quely de Inca y sus Quelitas como una moneda de euro, que han convertido su nombre en el gen¨¦rico de las galletas. No todas las galletas son Quelitas. Al rev¨¦s.
Sigilosamente, los comedores galleteros se explican y reconocen sin mercadotecnia ni lobbies de fest¨ªn concertado y bullicio de redes. Este episodio interesante de Art¨¤ (hay m¨¢s, seguro) es un resquicio.
Un dato de consenso: estas galletas de Art¨¤ las probaron a secas y con sobrasada y pat¨¦s del poeta fil¨®sofo Munar una decena de parlamentarios de todo el arco y de cada isla de la comisi¨®n de control de IB3. Una merienda econ¨®mica.
Esta galleta austera, viajera, de subsistencia y recuerdo, nunca agota su curiosidad de la novedad, no agota la capacidad de sorpresa si nace de una propuesta cierta, honesta, acertada, simple.
Es un producto, un alimento, una comida, com¨²n, popular, entre los isle?os y vecinos del continente y mar adentro. No es caro, es intergeneracional, antiguo pero actual porque es de masas. Es adictivo, sin trampas.
No es dulce ni vistosa. No es h¨²meda, tampoco grasa. No contiene secreto escondido, relleno o cobertura ni tiene autor¨ªa ni esos 'egos' superlativos de oportunidad.
La receta no es can¨®nica ni est¨¢ registrada.Se puede hacer en casa sin pecar de austero o inventor. Es como un pan, un mini pan, y le llaman galleta. Es un gesto de apolog¨ªa de la humildad y de la resistencia.
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