La foto de Wembley
Agust¨ª Carbonell apret¨® el dedo cuando chutaba Koeman y sinti¨® que ten¨ªa la fotograf¨ªa del partido
Las redacciones adelgazan y, con el tiempo, desaparecen las impresoras, no siempre se reponen los l¨¢pices y los cuadernos, se encogen las mesas, no suenan los tel¨¦fonos fijos, menguan las hojas, escasean los confeccionadores, la correcci¨®n se automatiza, los servicios se externalizan y muchos periodistas no est¨¢n o se acaban de ir. No es que no tengan qu¨¦ hacer sino que para cualquier noticia alcanza con un m¨®vil o un port¨¢til, como si todos fu¨¦ramos enviados especiales, aunque sea en casa, un lugar desde el que no se discute salvo con la m¨¢quina de encargar, que no para de pedir porque la web come todo el d¨ªa.
La tecnolog¨ªa simplifica la productividad y en el diario permanecen los que mandan y por suerte siguen tambi¨¦n los que obedecen, una especie que conviene proteger porque hacen triunfar a los que escriben y cuidan por otra parte de los lectores.
Hubo un tiempo, cuando la secci¨®n en pleno se ofrec¨ªa para viajar, en que a esa gente se la conoc¨ªa como los quedados especiales. Algunos no fuimos sin ir m¨¢s lejos a Wembley sino que anduvimos por la redacci¨®n para cortar, pegar, editar y celebrar la llegada de la fotograf¨ªa que mand¨® Agust¨ª Carbonell.
Agust¨ª es un excelente editor gr¨¢fico que sale de vez en cuando para ilustrar los mejores reportajes o dejar una imagen para la historia, como quien no quiere la cosa, se?al de su grandeza. Hablamos por ejemplo de la foto del incendio del Liceo o del gol de Koeman en la primera Copa de Europa ganada por el Bar?a. Apret¨® el dedo cuando chutaba Tint¨ªn y sinti¨® que ten¨ªa la fotograf¨ªa del partido. As¨ª se lo dijo a su compa?ero de viaje Marcel.li S¨¢enz para aligerar la faena y advertir a Ra¨²l Cancio en Madrid y a la redacci¨®n de Barcelona. El trabajo para nosotros fue coser y cantar.
Me alegr¨¦ mucho por Agust¨ª Carbonell porque a los de deportes nos cambi¨® la mirada sobre el juego cuando enfrent¨® las cr¨®nicas que iban directas al est¨®mago con fotograf¨ªas muy l¨²cidas, pocas como aquella en que una paloma sustitu¨ªa a la pelota en un saque de porter¨ªa de Ochotorena.
Mi satisfacci¨®n aument¨® despu¨¦s de que El Peri¨®dico publicara tambi¨¦n la foto de Jordi Cotrina desde el lado contrario al de Agust¨ª. Si se observan las im¨¢genes parece como si ambos se hubieran fotografiado porque apuntaron y dispararon al mismo tiempo, uno en frente del otro, Jordi a espaldas de Koeman y Agust¨ª de cara, de manera que podr¨ªamos hablar de una misma imagen vista por delante y por detr¨¢s.
Cotrina hizo las fotos que sab¨ªa le iban a pedir, porque siempre fue un periodista de diario ¨Cla del capit¨¢n con la Copa, la plantilla posando con el trofeo, la fiesta de celebraci¨®n¨C, para despu¨¦s dejarse llevar por su intuici¨®n, la experiencia o la pr¨¢ctica y el buen gusto por el deporte. Le encanta el tenis, es capaz incluso de hacer un cartel para el mundial de pelota despu¨¦s de enfocar a nadadores y atletas, y naturalmente sabe lo que cuesta una buena imagen porque se pas¨® mucho tiempo revelando y secando negativos en lavabos como los de Wembley, discutiendo con polic¨ªas y serenos que le tomaban por un intruso.
Siempre tuve debilidad por ¨¦l. Ahora se acaba de publicar un libro suyo, Minuto 111, Editorial Base, que es una joya porque re¨²ne 25 a?os de trabajo en 150 fotograf¨ªas con textos de Marcos L¨®pez. A Cotrina le han encumbrado sus fotos y sus compa?eros de deportes, periodistas como Marcos, David Torras, Joan Dom¨¨nech, Jaume Pujol-Galcer¨¢n o Emilio, que como miembro de la dinast¨ªa P¨¦rez de Rozas sabe m¨¢s que nadie sobre fotograf¨ªa. Me reconforta hablar con Emilio, con su hermano Carlos y con Agust¨ª, porque me dicen que estoy en lo cierto sobre mi estima por Cotrina.
El ¨¢lbum explica lo felices y c¨®mplices de los futbolistas que fuimos los periodistas en tiempos del Dream Team, cuando todo nos resultaba familiar, y c¨®mo despu¨¦s nos han ido alejando del campo y de la pelota, resguardados como est¨¢n ahora en el club, amos y due?os del juego, dispuestos a aprovechar el auge tecnol¨®gico para crear sus propios medios de comunicaci¨®n y sus libros. Apuesto doble contra sencillo que ninguno conseguir¨¢ una foto parecida a la que Cotrina le sac¨® a Guardiola manteado en la final de Roma y menos a la que le hizo a Cruyff sonriendo con el bal¨®n en brazos y que presidi¨® su despedida en el Camp Nou.
Si no se puede entrar en la ciudad deportiva, la puerta de la redacci¨®n debe estar siempre abierta para los fot¨®grafos como Jordi. La renuncia supondr¨ªa una claudicaci¨®n m¨¢s y una mesa menos. Los mejores diarios cuentan con im¨¢genes personalizadas de sus reporteros gr¨¢ficos, gente que conoce la casa, el oficio y el objetivo. Meticuloso, exigente y permanentemente insatisfecho, Cotrina cierra el ojo derecho y abre el izquierdo para captar el instante decisivo o retratar como el mejor fot¨®grafo de estudio, m¨¦ritos que le han valido premios como el Quim Reg¨¤s o el Panenka.
Hay que ir a los sitios, como buenos enviados especiales, sabiendo que siempre se queda alguien en la redacci¨®n. Aturdidos como estamos por el ruido de las radios, las teles y las web, no hay nada m¨¢s emocionante que mirar una foto como la de Koeman y recordar en silencio aquella noche de hace 25 a?os en que el diario lo hac¨ªamos entre todos.
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