Historia venerable
Colin Blunstone y Rod Argent reivindican en But el lugar que merecen en la m¨²sica brit¨¢nica de los a?os sesenta
Sucedi¨® a los 50 minutos de concierto, muy poco despu¨¦s de Time of the season, pieza tan inmensa que solo admite la devoci¨®n. Alguien del p¨²blico empez¨® a aplaudir con ardor, le siguieron docenas m¨¢s y de pronto cinco tipos veteranos y curtidos no pod¨ªan parar de sonre¨ªr desde el escenario.
Ahora que acabamos de encontrarnos con una nueva edici¨®n de Sgt. Pepper¡¯s, merece la pena cobrar conciencia de las dimensiones y vigencia de tan asombrosa generaci¨®n. The Zombies ser¨ªan patrimonio nacional en cualquier otro momento y lugar, pero les toc¨® compartir espacio con los Stones, Kinks, Who o, ejem, los chavales aquellos de Liverpool. Solo el tiempo ha agrandado al quinteto londinense, recibido el s¨¢bado en But primero con curiosidad y luego, ya ven, con irrefrenable veneraci¨®n. Como el gran acontecimiento hist¨®rico que necesitaba el festival GetMad!
Los muchachos suman hoy m¨¢s de tres centurias y mir¨ªadas de canas, pero el vigente imperio de la fotogenia ha de claudicar ante la evidencia de que los j¨®venes guapos no monopolizan el talento. Bast¨® escuchar I want you back again, diamante ignoto hasta que lo rescatara Tom Petty. O la fascinante Going out of my head, con armon¨ªas a ?cuatro voces! y laberintos solo al alcance de Burt Bacharach. Y sin los que Elvis Costello nunca habr¨ªa sido quien es.
Quiz¨¢ Colin Blunstone parezca un cantante algo envarado y enf¨¢tico para los gustos actuales, pero fascina su solvencia ante piezas tan agudas y endiabladas. The Zombies merecer¨ªan la eternidad aunque fuera solo por Odessey & oracle, ¨¢lbum con el que se hicieron mayores Paul Weller o Dave Grohl. Ah¨ª estaba Time of the season, que el m¨ªtico teclista Rod Argent aprovech¨® para sacar pecho. Solo Steve Winwood podr¨ªa igualarle. Jim Rodford, 18 a?os bajista de The Kinks, marcaba los acentos. A esos niveles nos movimos el s¨¢bado.
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