El precio de ser una ciudad global
La burbuja de los alquileres y el creciente rechazo del turismo tienen que ver con la funci¨®n de las grandes urbes en la econom¨ªa globalizada
Puede parecer contradictorio, pero no lo es. Que el 86,7% de los barceloneses crea que el turismo es beneficioso para la ciudad no impide que el turismo sea por primera como la principal preocupaci¨®n de los ciudadanos. Una actividad que ya representa el 20% del PIB no puede ser, obviamente mala. Pero que sea beneficiosa econ¨®micamente, y m¨¢s en un momento de crisis, no significa que no cree problemas. Como es previsible que este asunto se convierta en el caballo de batalla de la lucha pol¨ªtica, conviene tener en cuenta algunas cuestiones. La primera, que no es un fen¨®meno exclusivo de Barcelona. Y la segunda, que no ha comenzado hace dos d¨ªas. Los que ahora disparan contra Ada Colau acus¨¢ndola de la masificaci¨®n tur¨ªstica son los mismos que la acusaban de frenar la econom¨ªa cuando dict¨® las primeras medidas moratorias. Haga lo que haga, para estos sectores de la oposici¨®n Colau siempre tendr¨¢ la culpa. Pero el fen¨®meno es bastante m¨¢s complejo de lo que muchos pretenden y Barcelona es un buen ejemplo de ello.
Conviene tener ¨¦xito, pero no morir de ¨¦xito. Con los Juegos Ol¨ªmpicos de 1992 Barcelona se incorpor¨® a la primera divisi¨®n de grandes ciudades con capacidad de atracci¨®n a nivel internacional. Se convirti¨® en una ciudad global. La soci¨®loga Saskia Sassen, que ha estudiado a fondo este fen¨®meno, explica que cuanto m¨¢s se globaliza la econom¨ªa, m¨¢s necesidad tienen las empresas y los capitales de plataformas estrat¨¦gicas de intervenci¨®n. En el mundo global, cuya caracter¨ªstica principal es que los flujos financieros se mueven a nivel planetario como si ya no existieran fronteras, determinadas metr¨®polis se convierten en plataformas de intervenci¨®n capaces de atraer al mismo tiempo visitantes, profesionales de alto poder adquisitivo y capitales ¨¢vidos de negocio.
Los poderes econ¨®micos de Barcelona, con el Ayuntamiento al frente, lucharon por construir la Marca Barcelona. Esa marca es la que ahora atrae capitales, cruceros, profesionales y especuladores, todos a la vez y todos dispuestos a ocupar la ciudad, lo que da lugar a una lucha de intereses en la que el espacio es el principal elemento en disputa. Eso ocurre en todas las ciudades globales pero en el caso de Barcelona hay que a?adir otros factores que exacerban la pugna de intereses y explican el creciente malestar en relaci¨®n al turismo.
Barcelona tiene un problema de espacio. Lo ha tenido siempre. Con una densidad de 35.000 personas por kil¨®metro cuadrado, la parte central de la ciudad est¨¢ ya en el l¨ªmite de su capacidad. Los propios turistas ven con desagrado la masificaci¨®n, pero ellos se van y son los vecinos quienes sufren las molestias permanentes de la permanente sobreocupaci¨®n. Algunas ciudades, como Roma, se han planteado limitar el acceso a las zonas m¨¢s concurridas. El gran peligro es derivar hacia un modelo como el de Venecia, en la que apenas viven 50.000 personas y recibe cada a?o 30 millones de visitantes. Barcelona ha pasado de 3,6 millones de turistas en 2005 a casi seis en 2016.
La progresi¨®n es alarmante y a ella se suman otros factores que, combinados con el turismo, provocan una fuerte presi¨®n al alza sobre los precios de las viviendas, hasta el punto de que ya se habla de la burbuja del alquiler. El creciente flujo de turistas ha atra¨ªdo inversores que buscan en el alojamiento tur¨ªstico las rentabilidades que no obtienen en el sistema financiero. Compran inmuebles enteros, con sus inquilinos dentro, con vistas a transformar las viviendas en alojamientos tur¨ªsticos. Para llevar a cabo el negocio, necesitan expulsar a los actuales arrendatarios y no siempre recurren a incentivos amables para lograrlo. Que en el Barrio G¨®tico la mitad de los edificios tengan pisos tur¨ªsticos indica hasta d¨®nde ha llegado el fen¨®meno.
A ello hay que a?adir que muchos particulares est¨¢n invirtiendo los ahorros en vivienda para alquilar con el fin de asegurarse unos ingresos o un complemento a la pensi¨®n. La rentabilidad del alquiler tur¨ªstico es cuatro veces superior a la del alquiler normal, luego est¨¢ claro en qu¨¦ direcci¨®n empuja el mercado. Adem¨¢s, la precariedad laboral y los bajos salarios que afectan a los m¨¢s j¨®venes hacen que las nuevas familias se vean abocadas a vivir de alquiler. Ellos son los principales perjudicados por la presi¨®n al alza de los precios. No tienen poder adquisitivo para comprar una vivienda y adem¨¢s han de pagar unos alquileres desorbitados que nunca les permitir¨¢n ahorrar. El resultado es que la ciudad es cada vez menos asequible para sus propios moradores.
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