Desprotecci¨®n digital
No deber¨ªamos estar en contra de las plataformas colaborativas, sino de la captura extractiva que se est¨¢ produciendo de las oportunidades de intercambio que ofrece la econom¨ªa digital
Este domingo los repartidores a domicilio de comida realizaron una concentraci¨®n en Barcelona en defensa de sus derechos laborales. Nada nuevo si no atendemos al hecho que se trata de un conflicto entre ¡°emprendedores aut¨®nomos¡± y una plataforma digital (Deliveroo) que trata, precisamente, de evitar establecer relaciones laborales convencionales con sus distribuidores. El cuento es que, por un lado, una persona quiere que alguien le traiga comida de un restaurante concreto a su casa. Y, por otro lado, otra persona con bicicleta (o moto) est¨¢ dispuesta a transportar cualquier cosa si alguien le paga por ello. En medio existe una plataforma que hace de intermediaria, canalizando peticiones y ordenando el ¡°tr¨¢fico¡±. La plataforma ingresa un porcentaje por la transacci¨®n, el restaurante cobra por su comida y el rider o recadero cobra el transporte. La plataforma niega la condici¨®n de trabajadores a su cargo de los repartidores. Son ¡°contratistas independientes¡± que reciben una retribuci¨®n que var¨ªa en funci¨®n de las entregas que realizan.
Puede parecer distinto, pero algo parecido ocurre con plataformas como AirBnB o Uber. Como explic¨® Yochai Benkler, catedr¨¢tico de la Universidad de Harvard, hace unos d¨ªas en Barcelona, estas plataformas sirven para colocar en el mercado ¡°excedentes de la capacidad de servicio¡± de cualquier proveedor. Tengo un auto y puedo transportar gente cuando no lo uso. Tengo un apartamento o una habitaci¨®n que no utilizo en ciertos momentos y que otro podr¨ªa tener inter¨¦s en usar. Dispongo de una bicicleta y puedo transportar cosas r¨¢pidamente en mi tiempo libre si alguien precisa de mis servicios. Mi restaurante puede hacer m¨¢s platos de los que los clientes son capaces de pedir en cada momento. Las plataformas lo que hacen es facilitar que ese ¡°exceso de capacidad¡± de las distintas partes en juego pueda ser canalizado. Se nos presenta, por tanto, como ¡°econom¨ªa colaborativa¡±. ¡°Colaboran¡± en que todos ganen. Pero, como hemos visto en el caso de los riders, parece que no todos opinan lo mismo. De hecho, por su propia posici¨®n en las transacciones, tratan de evitar el ser consideradas como empresas contratadoras, sino simplemente intermediarias. Pero, el problema es que precisamente, por su posici¨®n de intermediaci¨®n, acumulan una informaci¨®n que es totalmente asim¨¦trica en relaci¨®n con los otros participantes en las transacciones.
Tienen informaci¨®n precisa de los gustos e intereses de los consumidores. Disponen asimismo de informaci¨®n sobre lo que ofrecen propietarios, restaurantes o ch¨®feres. Los dem¨¢s actores no disponen de esa informaci¨®n. Esa informaci¨®n, tratada con algoritmos que solo esas empresas controlan, determinan precios y transacciones. Escapan asimismo de las exigencias que esos servicios implican en t¨¦rminos de seguridad, acceso de discapacitados u otros requerimientos. El sistema de rating o de estrellas que se usa para determinar el grado de satisfacci¨®n sobre el servicio, no permite saber si hay sesgos (sobre diversidad ¨¦tnica, de g¨¦nero o de otro tipo) en las consideraciones finales. Al final, es precisamente la informaci¨®n de que disponen las plataformas la que genera su capacidad extractiva sobre la colaboraci¨®n entre ofertantes de servicios y demandantes de los mismos. Esa intermediaci¨®n, lejos de ser ¡°colaborativa¡± es claramente extractiva, y coloca en situaci¨®n de privilegio a esa plataforma por la asimetr¨ªa en la informaci¨®n de que dispone y que le acaba permitiendo determinar precios u opciones, o castigar o premiar a los que acaban realmente estableciendo la transacci¨®n.
La Uni¨®n Europea no acaba de ser resolutiva al respecto. Hace unos d¨ªas se public¨® una resoluci¨®n del Parlamento Europeo en la que se reclama mayor implicaci¨®n en un tema que de mover 10 millones de euros en el 2013 supera largamente los 30 este pasado a?o, con un beneficio para las plataformas que pas¨® de uno a m¨¢s de cinco millones de euros en ese periodo. Y estamos empezando. En la resoluci¨®n del Parlamento se pide asegurar los derechos laborales y sindicales de los ¡°emprendedores aut¨®nomos¡± y que exista un control sobre el rating o evaluaci¨®n de cada uno, ya que al final ser¨¢ eso lo que determine su valor profesional o mercantil. Mientras se mantenga la asimetr¨ªa de informaci¨®n antes mencionada, las plataformas practican un abuso de posici¨®n dominante que dista mucho de los ideales de competitividad que la Uni¨®n Europea que le han servido de gu¨ªa en todos estos a?os de austeridad. No deber¨ªamos estar en contra de las plataformas colaborativas, si son abiertas y democr¨¢ticamente gobernadas, sino de la captura extractiva que se est¨¢ produciendo de las oportunidades de intercambio que ofrece la econom¨ªa digital.
Joan Subirats es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica de la UAB
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