Los 10 saltos de Barcelona 92 que cambiaron la ciudad para siempre
Con los Juegos Barcelona gan¨® un barrio entero, la Vila Ol¨ªmpica, dos kil¨®metros de playa e infraestructuras como las Rondas y nuevas terminales en el Aeropuerto
Han pasado volando, s¨ª. Ma?ana se cumplen 25 a?os desde aquel s¨¢bado en que Barcelona aguant¨® fuerte la respiraci¨®n¡ hasta que la ceremonia inaugural de los Juegos Ol¨ªmpicos de 1992 fue un ¨¦xito de los que imprimen im¨¢genes en el cerebro de la gente. Los Juegos supusieron un salto para la ciudad, en urbanismo, infraestructuras, proyecci¨®n internacional¡ adem¨¢s de un subid¨®n ciudadano. Tambi¨¦n fueron una oportunidad perdida para impulsar un urbanismo m¨¢s social y un antes y un despu¨¦s para una ciudad que no volver¨¢ y que, con sus pros y contras, a veces se echa de menos. Las que siguen son 10 cosas que cambiaron para siempre la ciudad.
Precedente de entendimiento. Ya desde la preparaci¨®n de la candidatura y sobre todo desde la designaci¨®n (en octubre de 1986) de Barcelona como ciudad ol¨ªmpica, la cita fue posible por el entendimiento entre instituciones (Gobierno espa?ol, Generalitat y Ayuntamiento) y sociedad civil. Todo el mundo rem¨® en la misma direcci¨®n, capitaneados por visionarios que sab¨ªan lo que estaba en juego. Propio de estas latitudes, 24 horas antes de la hora no hab¨ªa nada acabado, pero s¨ª lo estuvo cuando se abri¨® la puerta a los invitados: 3.500 millones de espectadores de televisi¨®n de todo el mundo.
Inversi¨®n estratosf¨¦rica. La organizaci¨®n de los Juegos cost¨® 1.678 millones de euros. Las inversiones directamente para los juegos (instalaciones deportivas, la Vila Ol¨ªmpica, las rondas, el aeropuerto) o atra¨ªdas por el evento ascendieron (hoteles, vivienda, oficinas) a 10.330 millones de euros. Solo las rondas, el anillo viario de 35 kil¨®metros que rodea la ciudad, costaron 780 millones de euros y se completaron en solo cinco a?os. En el caso del aeropuerto, en v¨ªsperas a los juegos se ampli¨® la terminal B y se construyeron las A y C, una operaci¨®n que permiti¨® superar los 10 millones de pasajeros y situar la instalaci¨®n en la pista de despegue para el hub que ha acabado siendo tras la construcci¨®n de la terminal 1. En global, el impacto producido por la organizaci¨®n y las inversiones fue de m¨¢s de 20.000 millones, de los que el ayuntamiento solo aport¨® el 2%. Son cifras de un an¨¢lisis del impacto econ¨®mico del evento publicado por el Centro de Estudios Ol¨ªmpicos de la UAB y firmado por Ferran Brunet.
Subid¨®n ciudadano. La ciudad que festej¨® la designaci¨®n ol¨ªmpica en la plaza de Catalunya en 1986 se volc¨® en los Juegos. La complicidad ciudadana fue una de las claves del ¨¦xito de la organizaci¨®n y de los 15 d¨ªas de competiciones, en los que visitantes y vecinos llenaron los escenarios ol¨ªmpicos y el centro de la ciudad, mezcl¨¢ndose en una ins¨®lita atm¨®sfera buenrollista. Los barceloneses descubrimos, adem¨¢s, rincones de la ciudad que no conoc¨ªamos. La piscina Sant Jordi por la foto de los saltadores de trampol¨ªn, el vel¨®dromo¡ El gran apoyo social al evento ¨Clos juegos consiguieron 34.000 voluntarios¡ª y el discurso entusiasta minimizaron, cuando no ningunearon, a sus cr¨ªticos, organizados sobre todo en campa?as vecinales.
La playa. Con los juegos Barcelona se abri¨® al mar y gan¨® dos kil¨®metros de playa, que hasta entonces se limitaba a la Barceloneta. La v¨ªspera ol¨ªmpica acab¨® tambi¨¦n con los chiringuitos que hab¨ªa en la arena del barrio marinero. Los primeros en estrenar las playas de la Vila Ol¨ªmpica fueron los atletas que vivieron en ella. Hoy la ciudad suma cuatro kil¨®metros de playas que cada a?o reciben casi cinco millones de visitantes.
Un barrio nuevo. Con los Juegos la ciudad gan¨® un barrio entero, la Vila Ol¨ªmpica, entre el parque de la Ciutadella y el Poblenou. Un conjunto que firmaron los arquitectos Oriol Bohigas, Josep Martorell, David Mackay y Albert Puigdomenech, que tiene como puerta de entrada desde el mar las dos torres al final de la calle de Marina, el hotel Arts y el edificio corporativo de Mapfre. La Vila Ol¨ªmpica, con amplias viviendas y zonas comunes, es un barrio eminentemente residencial donde la renta familiar es muy superior a la media de la ciudad: si la media es 100, en este barrio es de 150, muy por encima tambi¨¦n de la del distrito, que est¨¢ en 86,5. Menos citado, tambi¨¦n se construy¨® el conjunto de edificios de Montbau donde se instalaron parte de los casi 2.500 periodistas que cubrieron el evento.
¡ y cero vivienda p¨²blica. Pese a la masiva recalificaci¨®n de suelo industrial, en la Vila Ol¨ªmpica no hay ni vivienda p¨²blica ni mucho menos se hizo practicando la hoy omnipresente participaci¨®n ciudadana en cualquier actuaci¨®n municipal. En el frenes¨ª ol¨ªmpico la prioridad era la que era y el nuevo barrio de Barcelona no tiene ni un piso social, ni preserv¨® testimonios de su pasado industrial. Ahora lo recuerda todo el mundo, pero en aquel momento solo las asociaciones vecinales del entorno vieron que los beneficios del nuevo desarrollo no repercut¨ªan en el territorio. El barrio ol¨ªmpico da forma, pues, a la pregunta de lo que se hubiera podido hacer con una inversi¨®n tan enorme.
Hito para el deporte espa?ol. Los Juegos del 92 marcaron un antes y un despu¨¦s en el olimpismo espa?ol, en resultados deportivos. Las federaciones echaron el resto y la delegaci¨®n anfitriona pas¨® de las cuatro medallas obtenidas en Se¨²l 88 (un oro, una plata y dos bronces), a ganar ?22! en Barcelona (13 oros, siete platas y dos bronces). Un resultado que nunca se ha repetido. Pero desde el 92, en las sucesivas olimpiadas Espa?a nunca ha bajado de 11 medallas. Obtuvo 17 en Atlanta, 11 en Sidney, 20 en Atenas, 18 en Pek¨ªn, 17 en Londres y tambi¨¦n 17 en R¨ªo. El 25 aniversario de los Juegos coincide tambi¨¦n con el 30 del Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat, que tanto ha influido en todos estos resultados.
El turismo. En los cinco a?os previos a la Olimpiada, la ciudad pas¨® de apenas 16.000 camas hoteleras a 25.000. Un salto del 60%, con los mayores incrementos en hoteles de cuatro y cinco estrellas, que pr¨¢cticamente se doblaron. Todo auspiciado por un Plan de Hoteles que convert¨ªa estos negocios en equipamientos. Entre la familia ol¨ªmpica y los visitantes, solo durante las dos semanas de competiciones la ciudad recibi¨® m¨¢s de un mill¨®n y medio de visitantes. Cifras que entonces eran una locura y que no han hecho m¨¢s que crecer. Hoy la ciudad recibe 30 millones de turistas cada a?o --la mitad en hoteles y la mitad en otros alojamientos¡ª y el turismo se ha convertido en la primera preocupaci¨®n de los barceloneses.
La ciudad, en el mapa. Cualquier olimpiada sit¨²a a la ciudad anfitriona en el mapa del mundo. Pero en el caso de Barcelona hay cierto consenso en que la organizaci¨®n de los Juegos fue especialmente h¨¢bil. Primero, al hacer del evento un ¨¦xito y posteriormente al aprovecharlo. Tanto es as¨ª que el caso de los Juegos Ol¨ªmpicos de 1992 se estudia cuando se trata de armar candidaturas como de explicar las claves de una ciudad en t¨¦rminos de mercadotecnia. Es decir, Barcelona salt¨® a la arena de las grandes ciudades globales y, al mismo tiempo, es ejemplo de c¨®mo lo hizo. Prueba de ello es que adem¨¢s de las cifras tur¨ªsticas, tambi¨¦n puede presumir de atraer congresos ¨Cel mayor exponente, el Mobile World Congress--, centros de formaci¨®n o compa?¨ªas multinacionales.
¡ y la ciudad que se perdi¨®. La Barcelona de los tinglados del puerto, los chiringuitos y los ba?os de la Barceloneta, el parque de atracciones de Montju?c, el ambiente canalla y ochentero, el Zeleste de la calle Plater¨ªa cuando todav¨ªa no la llam¨¢bamos Argenter¨ªa. La ciudad donde pod¨ªas volver de marcha y comprar ensaimadas en el obrador de las panader¨ªas, pispar un peri¨®dico a las seis de la ma?ana en los montones de los quioscos cerrados, ir en moto sin casco, o comer por menos de mil pelas.
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