D¨ªas de amor y odio a Colau
El independentismo vive con Colau una situaci¨®n de esquizofrenia: desean amarla y que les ame para poder sumarla a su causa, pero al mismo tiempo la detestan
Los dirigentes de los partidos independentistas catalanes parecen ser conscientes de que la arriesgada apuesta del refer¨¦ndum fijado para el primero de octubre no puede prosperar sin un apoyo decidido y firme del partido de Ada Colau. Sin embargo, lo que en el argot pol¨ªtico se suele denominar como el universo de los comunes es una agregaci¨®n de elementos muy heterog¨¦neos en el que conviven federalistas, independentistas y autonomistas, con posiciones dispares sobre este delicado asunto. Convocarles a seguir las decisiones voluntaristas tomadas por un Gobierno presidido por Carles Puigdemont pero dirigido a fin de cuentas por ERC y la CUP es pedir peras al olmo. Lo que en catal¨¢n se dice picar ferro fred.
Colau y los suyos ofrecieron hace unos meses su apoyo a una consulta sobre el futuro pol¨ªtico de Catalu?a con la condici¨®n, elemental, de que deb¨ªa tener las garant¨ªas legales y democr¨¢ticas que permitieran su validaci¨®n internacional. Como que estas condiciones no se dan todav¨ªa, el partido de los comunes no se ha pronunciado. Lo har¨¢, ha dicho, cuando se conozcan definitivamente las condiciones. Pero s¨ª lo han hecho ya algunos de sus integrantes. De manera destacada, un buen muestrario de exdirigentes de ICV han dicho que si no hay condiciones, no apoyar¨¢n algo que no puede ser tomado como un refer¨¦ndum. Otros comunes han anunciado, por el contrario, su intenci¨®n de promoverlo, apoyarlo y convertirlo en una ruptura pol¨ªtica.
La ansiosa espera crea un l¨®gico desasosiego entre los independentistas. El ¨²ltimo sondeo del Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas (CIS) sigue dando al partido de Colau como primera fuerza en Catalu?a en unas eventuales elecciones generales, consolidando la posici¨®n ganada hace un a?o en las urnas. Ser¨ªa por lo tanto ilusorio pensar que sin el apoyo de esta fuerza sea posible articular en Catalu?a una mayor¨ªa social, pol¨ªtica y electoral partidaria de crear un Estado independiente.
Uno de los s¨ªntomas de este desasosiego es la agresividad verbal contra Ada Colau de la que numerosos portavoces independentistas hacen gala. Para muestra un bot¨®n, de hace s¨®lo un par de d¨ªas. El eurodiputado del PDeCAT Ramon Tremosa, acusaba a Ada Colau de no actuar ni pronunciarse sobre el problema laboral en el aeropuerto de El Prat a pesar de "ser miembro del consejo de administraci¨®n del aeropuerto en tanto que alcaldesa". El teniente de alcalde Jaume Asens le replic¨® de inmediato que Colau no est¨¢ en ning¨²n consejo de administraci¨®n del aeropuerto y acus¨® a Tremosa de mentir y de "trumpismo". Y as¨ª, casi cada d¨ªa.
De esta manera trata a Colau el partido que en teor¨ªa dirige el bloque del refer¨¦ndum, el PDeCAT. Esta es la forma que tienen de ganarla para su causa. No se portan mejor con ella los dirigentes de ERC, cuyo portavoz en el Ayuntamiento barcelon¨¦s ha anunciado que no apoyar¨¢ nada que pueda suponer un ¨¦xito para la alcaldesa, y ese es el argumento: evitar que tenga ¨¦xito. Y no digamos ya la CUP, la organizaci¨®n que propone seriamente cosas tan surrealistas con combatir la saturaci¨®n tur¨ªstica del centro de Barcelona expropiando la catedral o reventando las ruedas de un bus tur¨ªstico.
El apoyo de Colau y su partido es el objeto del deseo del bloque independentista, porque le aportar¨ªa un acompa?amiento muy necesario y reconfortante ante lo que se vislumbra como una frustrante exhibici¨®n de impotencia. Los n¨²meros para el 1-O no les salen. Pero, al mismo tiempo, Colau y su partido son una alternativa clara al irrealismo y al aventurismo en el que est¨¢n embarrancados el PDeCAT y ERC. Una de las novedades que Catalunya en Com¨² ofrece respecto a anteriores etapas de la historia pol¨ªtica reciente es que la figura de Colau ha dado a este espacio de la izquierda catalana algo de lo que ellos carecen desde los tiempos de Jordi Pujol: un muy potente liderazgo carism¨¢tico, una figura con proyecci¨®n medi¨¢tica incluso a escala espa?ola.
Algo parecido a esto es lo que ten¨ªa y ejerc¨ªa Pasqual Maragall. Y esto es lo que explica que la derecha catalana y los partidos que se han asociado a ella en la aventura independentista utilicen contra Colau el arma del burdo ataque personal como hicieron durante a?os contra Maragall cuando ¨¦ste se configuraba como veros¨ªmil alternativa al pujolismo. El independentismo vive con Colau y su partido una situaci¨®n de esquizofrenia: desean amarla y que les ame para poder sumarla a su causa, pero al mismo tiempo la detestan y ans¨ªan destruir su figura para evitar que les gane. Un sin vivir.
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