?Es el sexismo, est¨²pido!
La portavoz socialista en el Ayuntamiento de Madrid reflexiona sobre la desigualdad de g¨¦nero y c¨®mo esta coarta las opciones vitales de m¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n

Este verano los medios de comunicaci¨®n est¨¢n recogiendo algunos debates que afectan a la vida de las mujeres. Me refiero a cuestiones que forman parte de nuestro estatuto en la sociedad, a la desigualdad que impone el g¨¦nero y el patriarcado. Pero este verano no es una excepci¨®n. Las fiestas que se celebran en barrios y pueblos a menudo acaban convirti¨¦ndose en un riesgo para nosotras. Lo fueron siempre porque la diversi¨®n ¡ªen el patriarcado¡ª siempre fue un derecho de los hombres. Aquel ¡°s¨¢bado sabadete¡± ten¨ªa un final que no formaba parte ni del consentimiento ni de la libertad de las mujeres.
Hace tiempo que las mujeres reivindicamos nuestro derecho a disfrutar y a conquistar la calle y la ciudad como espacios propios. Lo hicimos y lo seguimos haciendo porque algunos ni han aceptado nuestra libertad ni est¨¢n dispuestos a asumirla. Para el patriarcado, nuestro cuerpo es un espacio disponible ¡ªque se hace patente en el debate sobre la prostituci¨®n o los vientres de alquiler¡ª m¨¢s todav¨ªa en los d¨ªas de fiesta en los que algunos salen ¡°dispuestos a todo¡±.
Tambi¨¦n hemos asistido a nuevos asesinatos de mujeres, esa violencia que nunca toma vacaciones, y a un debate protagonizado por una mujer maltratada que lucha por el derecho a una vida sin violencia para ella y sus hijos. Juana Rivas ha decidido convertirse en pr¨®fuga ante una realidad injusta y cruel. Muchas personas pensamos que su decisi¨®n podr¨ªa llevarla a la c¨¢rcel y a sus hijos a vivir con su padre, ya condenado por maltrato. Hay quienes dicen que no deber¨ªa haber huido y que ha cometido serios errores. Sinceramente, no creo que tengamos derecho a cuestionar las decisiones que toma una mujer asustada y desesperada, como tantas otras temerosas y desconfiadas de un sistema judicial que a veces les ha dado la espalda. No dudo de que Juana deber¨ªa acatar las decisiones judiciales, pero tambi¨¦n creo que los jueces y juezas deben reflexionar sobre c¨®mo est¨¢n tratando la violencia de g¨¦nero y asumir que cometen errores, a veces con consecuencias terribles. En vez de juzgarla, valoremos la valent¨ªa de Juana y busquemos una salida.
Mientras estas noticias ocupan los medios y las redes sociales, los datos del paro de julio han confirmado que la evoluci¨®n del empleo es desastrosa para las mujeres en Madrid y en toda Espa?a. La brecha de g¨¦nero en salarios y en calidad del empleo se refleja en los datos de desempleo, en los que las mujeres registran en Madrid una diferencia de 12 puntos con respecto a los hombres. El empleo femenino no se recupera pero ni la Comunidad ni el Ayuntamiento est¨¢n reaccionando convenientemente a otra injusticia que hipoteca la vida de las mujeres y que lastra las posibilidades de recuperaci¨®n econ¨®mica y social, imposible sin igualdad.
La realidad nos trae una nueva versi¨®n de una frase muchas veces utilizada: ¡°?Es el sexismo, est¨²pido!¡±, porque es la desigualdad de g¨¦nero la que impide a las j¨®venes disfrutar con libertad, la que condena a mujeres y menores a convivir con la violencia, la que destruye vidas y familias enteras, la que elimina las opciones vitales de m¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n. S¨ª, es la desigualdad la que obstaculiza el desarrollo econ¨®mico y social de nuestro pa¨ªs y de los pa¨ªses de nuestro entorno.
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