Tras el rastro de las ciudades perdidas de los mayas
El Museo Arqueol¨®gico de Alicante exhibe 211 piezas de esta civilizaci¨®n precolombina
Escuchar la llamada de una caracola, el rugido del jaguar en la profundidad de la selva o el rumor del agua en la oscuridad de un templo. Atravesar un campo de ma¨ªz. O sentarse en los escalones de una pir¨¢mide a contemplar las estrellas para sentirse como un maya es la nueva propuesta del Museo Arqueol¨®gico Provincial de Alicante (Marq), en su b¨²squeda internacional de extintas civilizaciones que ha cosechado ¨¦xitos recientes como Vikingos. Guerreros del Norte. Gigantes del Mar (m¨¢s de 100.000 visitantes).
La exposici¨®n Mayas. El enigma de las ciudades perdidas re¨²ne 211 piezas, en su mayor¨ªa procedentes del Museo Nacional de Arqueolog¨ªa y Etnolog¨ªa de Guatemala y de dos instituciones de ese pa¨ªs que luchan contra el expolio para preservar la memoria de esta cultura milenaria que a¨²n hoy asombra al mundo: la Fundaci¨®n Ruta Maya y la Colecci¨®n Neria Herrera del Museo Juan Antonio Vald¨¦s.
Esta ambiciosa muestra fue inaugurada el pasado 25 de mayo por el presidente de la Diputaci¨®n de Alicante -de la que depende el museo alicantino-, C¨¦sar S¨¢nchez, y el ministro guatemalteco de Cultura y Educaci¨®n, Jos¨¦ Luis Chea Urruela, y permanecer¨¢ abierta al p¨²blico hasta el pr¨®ximo 7 de enero. Es la ¨²ltima etapa de un periplo europeo que ha llevado antes esta colecci¨®n al Drents Museum de Assen (Holanda) y al Museo Hist¨®rico del Palatinado de Speyer (Alemania), en una iniciativa amparada por la plataforma European Exhibition Network.
¡°Nuestro montaje es distinto¡±, explica el director gerente del Marq, Jos¨¦ Alberto Cort¨¦s, para quien los museos deben ser ¡°¨²tiles a la sociedad¡± y aportarles conocimiento e historia, ¡°que es lo que distingue al ser humano del resto de especies¡±. En efecto, el montaje sobre el pueblo maya que ha atra¨ªdo a unas 26.000 personas en apenas dos meses lleva el sello inconfundible del Marq, que cumple quince a?os en los que ha sido elegido mejor museo europeo (2004) y uno de los diez museos ¡°imprescindibles¡± de Espa?a por National Geographic (2016). Ese sello se caracteriza por una puesta en escena espectacular, eminentemente did¨¢ctica, interactiva, que puede ser recorrida en visitas guiadas o teatralizadas y es accesible para discapacitados.
La exposici¨®n, que EL PA?S ha visitado junto al director t¨¦cnico del Marq, Manuel Olcina, se divide en tres salas dedicadas a la creaci¨®n del mundo maya, el esplendor y el misterioso colapso de esta cultura y sus gentes: ¡°los hombres y mujeres del ma¨ªz¡±. Casi mil metros cuadrados de superficie dedicados a los grandes hitos de una civilizaci¨®n a los que los historiadores atribuyen cerca de 4.000 a?os de duraci¨®n, que cre¨® aldeas e importantes ciudades desde la costa del Pac¨ªfico hasta la del Atl¨¢ntico, en un ¨¢rea de 350.000 kil¨®metros cuadrados que abarca en la actualidad M¨¦xico -sobre todo la pen¨ªnsula del Yucat¨¢n-, Guatemala, Belice, Honduras y El Salvador. Y que leg¨® al patrimonio de la humanidad avanzados conocimientos matem¨¢ticos, astron¨®micos y arquitect¨®nicos.
¡°Am¨¦rica estaba desconectada del megacontinente existente entonces y es incre¨ªble c¨®mo pudo desarrollarse una cultura de esas caracter¨ªsticas¡±, se?ala Olcina. Una agricultura plenamente organizada, una estructura social jerarquizada, de complejos ritos religiosos, y una escritura jerogl¨ªfica que no se ha descifrado hasta los a?os ochenta del pasado siglo gracias a c¨®dices labrados en materias vegetales que narran su historia. ¡°Es fant¨¢stico¡±, resume en tono de admiraci¨®n el responsable del museo.
Urbes de hasta 80.000 habitantes
Aunque no conoc¨ªan la rueda, no usaban bestias de carga y apenas trabajaban los metales, los mayas fueron capaces de crear urbes de hasta 80.000 habitantes que se extend¨ªan a lo largo de infinidad de hect¨¢reas, construir enormes pir¨¢mides de piedra escalonada, palacios, templos y canchas para el juego de la pelota o crear canales para cultivar sus milpas, como se conocen sus cultivos combinados de ma¨ªz, frijoles y calabaza. Los reinos mayas, independientes unos de otros al estilo de las polis griegas tambi¨¦n comerciaron. Y guerrearon con intensidad hasta que se diluyeron progresivamente en el tiempo (el ¨²ltimo reino, el de los Itz¨¢, fue conquistado por los espa?oles en 1697). Un colapso que pudo deberse ¡°al empobrecimiento de la tierra, el cambio clim¨¢tico o el abandono paulatino de las ciudades¡±, se?ala Olcina.
El Marq ha recreado un fragmento de una de tantas pir¨¢mides que sobrepasaron orgullosas la altura de la selva en n¨²cleos como Tikal, Calakmul, Mayap¨¢n o la famosa Chich¨¦n Itz¨¢. El recorrido por la muestra permite contemplar autorrelieves jerogl¨ªficos y estelas de piedra y admirar la pintura mural descubierta a principios de este siglo en San Bartolo, en la que se ha bautizado como capilla sixtina del arte maya. La colecci¨®n incluye multitud de platos, figuras, incensarios o figuras de deidades hechas de cer¨¢mica. Los iconos, las joyas de lamuestra, sin embargo, son una m¨¢scara de jade que data del periodo cl¨¢sico y la escultura de piedra caliza que representa a un hombre con atributos de jaguar, de San Miguel la Palotada (Guatemala).
El Marq ha dispuesto tambi¨¦n una cuarta sala, su biblioteca, para dar cuenta de las experiencias arqueol¨®gicas espa?olas en las ruinas mayas, una iniciativa que ha contado con el asesoramiento del catedr¨¢tico de la Complutense Miguel Rivera Dorado, considerado el ¡°padre¡± de la investigaci¨®n patria sobre esta civilizaci¨®n, y que incluye abundante informaci¨®n sobre los trabajos que desarrolla la Universidad de Valencia en el yacimiento de La Blanca. ¡±Hemos querido tender puentes con Iberoam¨¦rica¡±, apunta el gerente del museo. ¡°Hemos presentado un gui¨®n expositivo con una idea muy clara, hemos incorporado hasta perfumes en las salas y una escenograf¨ªa novedosa. Queremos que los 60.000 ni?os de colegios que nos visitan cada a?o se conviertan en nuestros clientes m¨¢s fieles para que vengan en el futuro con sus hijos¡±, concluye Cort¨¦s.
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