Verano ¡®horribilis¡¯
La gravedad del malestar ciudadano obliga a buscar una estrategia conjunta, pero el actual Ayuntamiento no pacta con nadie
La sacudida brutal del atentado ha borrado los problemas serios que la ciudad plante¨® estos ¨²ltimos meses y que seguir¨¢n estando all¨ª cuando la realidad vuelva a apoderarse de la agenda, calmada la sensibilidad ahora en carne viva. Este ha sido el verano de la turismofobia, del barricidio y de los narcopisos. Cuando se le pone nombre sonoro a los problemas es que las gotas rebasan el l¨ªmite del vaso. Los tres problemas atacan dos elementos esenciales en la constituci¨®n de la ciudad: es una crisis de mercado y del espacio p¨²blico. La m¨¦dula de la ciudad. El mercado es vivienda, comercio y trabajo; el espacio p¨²blico es convivencia y comunidad. Si este Ayuntamiento, cuyos miembros estuvieron bajo la pancarta defendiendo las dos cosas, no es capaz de revertir una situaci¨®n que deja a los ciudadanos a la intemperie, entonces este Ayuntamiento no est¨¢ sirviendo a sus objetivos. No digo que no se lo proponga, digo que est¨¢ fracasando contra un embate que supera sus propias fuerzas.
Hay algo m¨¢s. En relaci¨®n con el turismo masivo y masificado ¡ªque acabar¨¢ siendo la tumba del turismo en Barcelona¡ª, la alcaldesa se movi¨® con rapidez para asegurarle al sector que har¨ªan todo lo posible para que la tragedia no restara visitantes. Sali¨® Ada Colau en la televisi¨®n diciendo que Barcelona era atractiva y abierta, que por favor nadie dejara de venir. Un mensaje positivo en un momento en que todos quer¨ªan mensajes optimistas, pero lo cierto es que un decrecimiento del turismo no hubiera sido ninguna cat¨¢strofe. Al contrario, es lo que llevan los comunes en el programa. Hubiera sido una oportunidad para gestionar mejor, para reflexionar mejor, para hacer ese m¨ªnimo de pedagog¨ªa que consiste en decir que la riqueza de la ciudad debe nacer de otras fuentes y que un gran mal como el atentado pod¨ªa ser la oportunidad para probar. Pero no. La alcaldesa dio un mensaje convencional. Resulta entonces que el discurso oficial es err¨¢tico y eso quiere decir oportunista. Y el oportunismo es lo contrario a una gesti¨®n radical, que es lo que nos hab¨ªan prometido, ?se acuerdan?
El tema de los narcopisos tiene m¨¢s miga. Viene de lejos, viene de siempre. Los problemas del Raval son c¨ªclicos, como si una enorme noria girara lentamente para, al cabo de los a?os, volver al punto de partida. Hubo deterioro de la convivencia en los ochenta, antes de la reforma y antes de llamarse Raval; hubo desorden y suciedad, y bandas enfrentadas bajo el mandato impotente de Joan Clos; y ahora estamos en la tercera campanada, cuando todas las normas han saltado por los aires y se junta la econom¨ªa especulativa con las mafias, los pisos vac¨ªos de la crisis con los efectos de una globalizaci¨®n para la cual no est¨¢n a punto los instrumentos. Resulta simb¨®lico que uno de los puntos calientes del Raval sea la calle de l¡¯Om, que fue una precoz y controvertida acci¨®n de vivienda social que, pese a la calidad, se consider¨® fracasada por los problemas de convivencia que perpetuaba.
El Ayuntamiento est¨¢ haciendo lo mismo que hicieron mandatos anteriores, quiz¨¢s con m¨¢s recursos, pero los problemas siguen ah¨ª. Desde los manteros beligerantes a los vecinos expulsados. De acuerdo, se han retirado mil pisos de las pantallas tur¨ªsticas, pero me gustar¨ªa saber c¨®mo van a volver al mercado. Me gustar¨ªa tambi¨¦n imaginar qu¨¦ estar¨ªa haciendo la activista Colau si el alcalde actual fuera Xavier Trias. ?Y la alcaldesa, qu¨¦ hace? Primero opinar poco: no le hemos o¨ªdo pronunciarse a fondo sobre todo esto. Necesitamos m¨¢s an¨¢lisis que palabras, punto uno. Y menos beligerancia: ella o Pisarello han disparado contra todos. Lo del Raval es por inacci¨®n de los Mossos, han dicho y no lo dir¨ªan hoy. ?Y la Guardia Urbana? La gravedad del malestar ciudadano obliga a buscar una estrategia conjunta, pero el actual Ayuntamiento no pacta con nadie: prefiere no compartir los fracasos a cambio de quedarse para si las posibles medallas.
Y no est¨¢ en la sola mano del Ayuntamiento solventar la evidencia de un verano horribilis. Es el momento de construir ciudad, tambi¨¦n con la memoria del atentado sobre la mesa. M¨¢s colaboraci¨®n con los dem¨¢s grupos desactivar¨ªa una oposici¨®n que tiene la miel en la boca, por m¨¢s que parezca tan ausente o distra¨ªda como el Gobierno. Hace falta inteligencia institucional y convicci¨®n de ciudadan¨ªa. Un pacto de ciudad, por qu¨¦ no.
Patricia Gabancho es escritora.
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