Una brecha en el r¨¦gimen
La acci¨®n de la mayor¨ªa parlamentaria soberanista catalana es importante para la historia pol¨ªtica espa?ola porque significa el final del consenso del r¨¦gimen del 78
No hay margen. Tal como est¨¢n las cosas, nadie aflojar¨¢. El independentismo ya no puede abandonar la senda por la que se ha metido. Si ha emprendido esta v¨ªa es porque, conocedor de su desventaja en las relaciones de fuerzas, tiene m¨¢s que ganar aguantando hasta que el peso de la ley le tuerce el brazo que frenando en el ¨²ltimo momento. O por lo menos as¨ª lo creen sus dirigentes y parte del bloque de apoyo. Y el gobierno de Rajoy no tiene margen de maniobra. No va a ser ahora sobre la presi¨®n de un gesto de ruptura del Estado que har¨¢ las propuestas que no ha sido capaz de plantear en cinco a?os. La declaraci¨®n del presidente del pasado jueves no deja espacio al equ¨ªvoco: ¡°Se lo que se espera de m¨ª. Har¨¦ todo lo que sea necesario, sin renunciar a nada, para evitar el refer¨¦ndum¡±. La frase lo dice todo. Rajoy sabe que se juega su autoridad ante los suyos. Que ¨¦stos esperan que cierre el paso al soberanismo, sin m¨¢s dilaciones. Y que, por tanto, traspasar¨¢ las l¨ªneas rojas que ¨¦l mismo se hab¨ªa impuesto. Si se llegaran a poner las urnas porque todos los obst¨¢culos pol¨ªticos-legislativos no consiguieran impedirlo, ordenar¨¢ a la polic¨ªa, si puede ser a los mossos, que vayan a sacarlas y precinten los locales de voto.
De todo lo ocurrido desde que el mi¨¦rcoles el parlamento catal¨¢n aprob¨®, en infausta sesi¨®n, las leyes que habr¨ªan de posibilitar el refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n, quiero destacar dos cosas. Una concerniente a la acci¨®n y otra a la reacci¨®n. La acci¨®n de la mayor¨ªa parlamentaria soberanista catalana es importante para la historia pol¨ªtica espa?ola porque, independientemente de c¨®mo termine este episodio, significa el final del consenso del r¨¦gimen del 78. Se ha roto lo que entonces se teji¨®. Durante los a?os de la indiferencia la esclerosis del r¨¦gimen pas¨® desapercibida. Pero al final del zapaterismo el gripaje era ya manifiesto. Ni PP ni PSOE, sus copropietarios, hab¨ªan sido capaces de anticiparse y provocar su renovaci¨®n. Ahora, un parlamento auton¨®mico acaba de hacer saltar por los aires el pacto constitucional. Para el soberanismo es un ¨¦xito. Otra cosa es hasta qu¨¦ punto, dadas las relaciones de fuerzas, podr¨¢ capitalizarlo.
Y a partir de este dato, se entiende m¨¢s la reacci¨®n. Hay algo en ella de frustraci¨®n y de cabreo que no puede venir de la sorpresa. El soberanismo lleva meses anunciando lo que ha hecho y el gobierno llevaba a?os sin hacer nada para evitarlo. En las ¨²ltimas semanas se hab¨ªa impuesto una especie de fatalismo del encontronazo, como un ritual necesario para romper el impasse. ?A qu¨¦ viene entonces el dramatismo? ?A qu¨¦ responde el despliegue de palabras gruesas de los ¨²ltimos d¨ªas: golpe de estado, totalitarismo, usurpaci¨®n de soberan¨ªa, miseria moral, sediciosos sin ¨¦tica, secuestradores de la voluntad popular y un largo etc¨¦tera de expresiones que han poblado discursos, editoriales y art¨ªculos de opini¨®n? A dos cosas: al impacto de ver la ruptura del consenso constitucional hecha realidad y a la voluntad de disimular lo que no deja de ser un fracaso de las instituciones y del orden establecido espa?ol que no han encontrado la manera de manejar el problema catal¨¢n.
En Catalu?a, m¨¢s all¨¢ del n¨²cleo de los m¨¢s convencidos, tampoco ha dejado buen gusto el espect¨¢culo parlamentario de estos d¨ªas. No s¨®lo porque nuestras c¨¢maras no tienen la tradici¨®n bronca y ruidosa del mundo anglosaj¨®n, sino porque las circunstancias de un momento que se presentaba como trascendental requer¨ªan otra cosa. Es de un voluntarismo rayano con la inconsciencia pretender que un cambio de estatus tan importante, como es la creaci¨®n de un estado nuevo separ¨¢ndose del pa¨ªs del que formaba parte, se pueda hacer sin mayor¨ªas cualificadas y sin la m¨¢xima transparencia y participaci¨®n en los procedimientos. Y cabe una pregunta: si no se ha dado la solemnidad y la grandeza que el momento requer¨ªa ?ser¨¢ porqu¨¦ no era tan trascendental como se presum¨ªa? ?Se estaba realmente votando el futuro de Catalu?a o un atajo para provocar un encontronazo con la esperanza de modificar las relaciones de fuerzas de cara? Se trataba de abrir el camino a la rep¨²blica catalana y, de momento, s¨®lo se ha abierto una brecha en el r¨¦gimen del 78. Por ah¨ª se empieza, dir¨¢n algunos.
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