?A qui¨¦n darle la patada?
Las opciones para el 1-O no se reducen a la independencia. Est¨¢n en juego la continuidad de Rajoy y la pol¨ªtica del PP para Catalu?a
A medida que se va acercando el primero de octubre crece el n¨²mero de ciudadanos de Catalu?a que se sienten interpelados por la pregunta que se pretende someter a refer¨¦ndum. Aumenta la presi¨®n ambiental y medi¨¢tica para decantarse en torno a la cuesti¨®n que lleva cinco a?os casi monopolizando el debate pol¨ªtico. ?Estoy a favor o en contra de un Estado catal¨¢n independiente del Reino de Espa?a? Mucha gente se ha formulado esta pregunta en los ¨²ltimos a?os y le ha dado su respuesta. Pero tambi¨¦n hay mucha que ha rechazado hacerlo hasta ahora y, cuando ha habido elecciones, se ha decantado por otros argumentos pol¨ªticos. Ahora, sin embargo, Catalu?a ha entrado en una fase en la que los dem¨¢s argumentos, como por ejemplo el voto por razones de programa econ¨®mico, de orientaci¨®n social, de clase, de cultura pol¨ªtica, se convierten en secundarios y se hace imposible, o casi, eludir el posicionamiento sobre la cuesti¨®n de la independencia. O eso parece.
En las dos ¨²ltimas elecciones al Parlament ha crecido mucho la cifra de votantes independentistas. Much¨ªsimo. Han pasado de no llegar al medio mill¨®n de votantes en 2010 a rozar los dos millones en 2015. En porcentaje, se han convertido en un bloque significativamente estable, en torno al 48%. El gran salto lo dieron en las elecciones de 2012, cuando Converg¨¨ncia pas¨® del autonomismo al independentismo. Fue el m¨¢ximo hist¨®rico de este bloque, con el 47,87% de los votos. En las elecciones auton¨®micas de de 2015, casi repitieron el porcentaje, con el 47,80%. En ambas convocatorias se acercaron a la mitad de los participantes, pese a que la participaci¨®n oscil¨® ocho puntos porcentuales entre ellas.
En 2010, con una participaci¨®n muy baja, del 57,78%, los votos independentistas hab¨ªan sido solo 322.094. Dos a?os despu¨¦s, con una participaci¨®n muy superior, del 67,78%, las papeletas de los votantes independentistas fueron ya 1.740.818. En la siguiente convocatoria al Parlament, la de 2015, la participaci¨®n subi¨® hasta el 74,95% y la cifra de votos para los partidos independentistas escal¨® hasta rozar los dos millones: 1.966.508. Pero la fiebre pol¨ªtica se reparti¨® aquel a?o por igual y el incremento de participaci¨®n electoral volvi¨® a mostrar un panorama muy estable.
Respecto al escenario pol¨ªtico de 2006, cuando se refrend¨® el Estatuto, el decantamiento hacia el independentismo ha sido masivo. Pero no total. Y parece estancado. ?Ha variado mucho esta situaci¨®n en los dos ¨²ltimos a?os? Nadie lo sabe. Y solo podr¨ªa saberse si se celebrara un refer¨¦ndum en condiciones de normalidad institucional o unas nuevas elecciones al Parlament. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, se ha comprometido solemnemente a evitar que pueda llevarse a cabo el refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n convocado por el Gobierno de la Generalitat para el 1-O, y ha puesto en juego todo el instrumental jur¨ªdico, pol¨ªtico, policial y medi¨¢tico de que dispone, apoyado por tres de los cuatro grandes partidos, el PP, el PSOE y Ciudadanos. El movimiento independentista, encabezado por el Gobierno catal¨¢n presidido por Carles Puigdemont, se ha propuesto superar el 1-O el veto lanzado por Rajoy mediante una oleada de participaci¨®n popular. El independentismo apuesta por un desbordamiento que suponga la puesta en pr¨¢ctica de la soberan¨ªa catalana. Si, como todo indica, no logra imponerse, lo m¨¢s probable es que el 1-O se convierta en una pausa hasta un nuevo intento. Un hito m¨¢s en una larga historia.
Estas expectativas no favorecen que el elector se quede al margen. El envite ha tomado un vuelo en el que, en realidad, el Gobierno de Rajoy se juega su existencia. Si hay desbordamiento, ser¨¢ arrastrado por la ola. Si no lo hay, puede que tambi¨¦n, pues est¨¢ claro para todo el mundo ¡ªy nunca mejor dicho, pues es la gran prensa internacional la que se ha encargado de se?alarlo inequ¨ªvocamente¡ª que Rajoy, su Gobierno y su partido han sido incapaces de afrontar y resolver esta crisis de Estado.
Aqu¨ª entra en juego, pues, el otro factor. A la hora de tomar una decisi¨®n sobre si participar o no en el refer¨¦ndum, a los electores catalanes que no se han definido sobre la independencia se plantea estos d¨ªas la cuesti¨®n de si el 1-O hay que hacerle un favor a Rajoy o no. Es una opci¨®n endiablada, pues es bien obvio que no darle la patada a Rajoy puede ser tanto como hacerle un favor a Puigdemont y su estrafalaria coalici¨®n. Como mal menor les queda, si acaso, la de participar en el refer¨¦ndum, si efectivamente lo hubiera, pero votando no. Una ecuaci¨®n muy parecida a la que se plante¨® en la consulta del 9-N de 2014.
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