Como en las series
Octubre no traer¨¢ la soluci¨®n, pero marcar¨¢ el inicio de nuevos cap¨ªtulos consecuencia de los anteriores. Vivimos en Netflix
D¨ªas aciagos para la pol¨ªtica. Acciones represivas ampar¨¢ndose en la prevenci¨®n, advertencias que suenan a amenazas, declaraciones de principios inamovibles, manifestaciones p¨²blicas, presiones privadas, leyes forzadas por interpretaciones interesadas, empresas registradas, carteles requisados, econom¨ªas intervenidas y sospechas generalizadas. As¨ª no hay quien viva. Y tras esta tensa situaci¨®n el deseo de algunos insensatos de denunciar un conato de violencia que justifique lo que persiguen. Son pocos, pero lo verbalizan con un tono falsamente p¨²dico porque saben que donde hay madera puede haber fuego. Y llevan cerillas en la mano.
Mientras, el Gobierno de Rajoy engrasa su maquinaria para mantener la mayor y mejor f¨¢brica de independentistas de la democracia espa?ola. Es la herencia de Aznar a quien Esquerra nunca agradecer¨¢ lo suficiente haberle abierto las puertas a unos niveles de representatividad olvidados desde tiempos remotos. A remolque, la Convergencia ayer nacionalista y hoy secesionista, se lamenta de haber sido c¨®mplice del PP en la aprobaci¨®n de unas leyes que ahora se aplican en su contra.
Nunca, en las ¨²ltimas d¨¦cadas, fue tan f¨¢cil convertir los polvos de ayer en los lodos de hoy. Nunca hab¨ªamos vivido tal paradoja. Nunca se hab¨ªan olvidado tan f¨¢cilmente los fundamentos de la democracia mientras todos se justifican pronunci¨¢ndola con propagand¨ªstica insistencia. Pero, ?d¨®nde quedan sus pilares?: ¡°Nunca podemos estar seguros de que la opini¨®n que tratamos de ahogar sea falsa. Y si lo estuvi¨¦ramos, el ahogarla ser¨ªa tambi¨¦n un mal¡±. Lo dej¨® escrito John Stuart Mill (Sobre la libertad) y, salvo algunos de sus defensores, aves extra?as en nuestra reserva, nadie demuestra haberla hecho suya. Incluso parece que su negaci¨®n por la v¨ªa de los hechos es proporcional a su permanente y aparente clamor por apelar al estado de derecho. Ocurre, sin embargo, que ¨¦ste naci¨® al amparo del liberalismo, doctrina de la que Mill ha sido su posterior pensador m¨¢s influyente. Y ah¨ª radica el esp¨ªritu de la democracia, con su divisi¨®n de poderes y su canto a la libertad de los ciudadanos entonado por Rosseau a quien tambi¨¦n hemos arrancado del frontispicio. Poca ilustraci¨®n y mucha animadversi¨®n, escasa inteligencia y excesiva visceralidad.
Ante semejante paisaje, nada indica que octubre traiga soluci¨®n alguna. Como mucho marcar¨¢ el inicio de nuevos cap¨ªtulos consecuencia de los anteriores. Porque vivimos en Netflix. Y estamos ante una serie que termina su primera y extensa temporada mientras prepara la siguiente. En los pr¨®ximos episodios potenciar¨¢n a unos protagonistas a costa de otros que los guionistas de la pol¨ªtica considerar¨¢n amortizados. En la nueva trama dise?aran tensiones que provocaran insospechadas relaciones, sorprendentes traiciones e intrigas judiciales, policiales y bancarias. Si no lo hacen antes los especialistas, lo har¨¢n los espectadores ¡ªmuchos de los cuales ya se consideran actores de un drama con tintes ¨¦picos¡ª, porque las elecciones ser¨¢n la purga imprescindible. Si la l¨®gica pol¨ªtica se aplica, las cabezas que caer¨¢n no ser¨¢n s¨®lo de un bando. Puigdemont lo asume y por eso insiste en que no continuar¨¢. Y, mientras intenta arrastrar a Junqueras, se llevar¨¢ la palma del martirio arrebatada a Mas, al que la historia puede que no trate con benevolencia.
En el otro escenario, Rajoy puede verse ante una moci¨®n de censura instada por S¨¢nchez que pase factura a un inmovilismo que le responsabiliza de la mayor crisis pol¨ªtica e institucional de los ¨²ltimos 40 a?os. M¨¢s all¨¢ incluso del 23-F, aunque la comparaci¨®n no guste a la alcaldesa de Madrid, porque donde hab¨ªa militares retr¨®grados hay centenares de miles de ciudadanos que han dicho basta al agravio. Y su multiplicaci¨®n se debe m¨¢s a lo que consideran ofensa y provocaci¨®n del Gobierno que a los errores de bulto de la Generalitat. Es una cuesti¨®n de proporcionalidad y parte al¨ªcuota en la responsabilidad. Esto, si el l¨ªder del PP no aprovecha la imagen de contundencia que pretende ante el resto de Espa?a y adelanta las elecciones, que le permitir¨ªa recuperar una mayor¨ªa suficiente, si no absoluta. Y as¨ª, continuar administrando la herencia de Aznar pero alej¨¢ndose de su sombra y seguir olvidando a Mill, que tambi¨¦n dijo: ¡°La opini¨®n que se intenta suprimir por la autoridad puede ser verdadera¡±. Pero, ?cu¨¢ndo triunf¨® el liberalismo en Espa?a? S¨®lo en su dimensi¨®n econ¨®mica. Por eso ahora sabemos que de los miles de millones destinados al rescate bancario s¨®lo recuperaremos un tercio. M¨¢s argumentos para la serie.
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