Las calles de Barcelona ense?an otra Catalu?a
En el supuesto de que un vecino de Barcelona despertase de un coma y bajase a la calle, pensar¨ªa que est¨¢n rodando una pel¨ªcula
Una de las im¨¢genes que dejar¨¢ la hist¨®rica manifestaci¨®n que ayer llen¨® de miles de personas el centro de Barcelona es la de aquello que pudo haber sido el PSOE y no fue, encarnado en la figura de Josep Borrell y su reivindicaci¨®n del espacio para una forma de pensar distinta a la del poder catal¨¢n. Se vino tan arriba que hubo un momento en que se puso a re?irle al p¨²blico, ya desatado: casi los disuelve. Ocurri¨® cuando se cantaba el ¡°Puigdemont a prisi¨®n¡± y Borrell dijo que all¨ª eso no se cantaba, que esas decisiones corresponden a un juez.
Otra de las im¨¢genes que sobrevivir¨¢ es el reproche que el socialista dirigi¨® a las empresas que hoy se agitan espantadas a causa de las turbulencias soberanistas: ¡°?No lo pod¨ªais haber dicho antes? Lo que dec¨ªais en privado, ?por qu¨¦ no las dec¨ªais en p¨²blico?¡±. Es una pregunta que Borrell hac¨ªa en alto al sector econ¨®mico pero que bien puede desplazarse a otros lugares, incluidos los que ayer estaban llenos de gente. Era tambi¨¦n lo que Mario Enrique, un ingeniero barcelon¨¦s, antiguo votante del PSC, se preguntaba en alto en Pla?a Catalunya asombrado por la muchedumbre: ¡°Si esto sirve de algo habr¨ªa que preguntarse por qu¨¦ no se hizo antes, y si no sirve de nada, habr¨ªa que preguntarse si hubiera servido de haberlo hecho hace a?os¡±. Se refer¨ªa a la manifestaci¨®n y a las preguntas de Borrell, porque lo que se reivindicaba en Barcelona era una salida p¨²blica a muchas inquietudes privadas guardadas durante mucho tiempo, hasta que no se ha aguantado m¨¢s.
La imagen ¨²ltima es la de la bandera espa?ola, presente de forma masiva junto a la senyera, en una ciudad en la que su presencia es m¨ªnima. Con vendedores de ocasi¨®n en las calles ofreci¨¦ndosela a todo el mundo. Pegada en la frente de una enorme foto publicitaria de Messi. En el supuesto de que un vecino de Barcelona despertase de un coma y bajase a la calle, pensar¨ªa que est¨¢n rodando una pel¨ªcula. Una gamberrada de Jos¨¦ Luis Cuerda: cerrar Barcelona y llenarla de banderas espa?olas. Pero as¨ª est¨¢n las cosas y hasta aqu¨ª llegan, hacer noticia de esto. Y que lo sea. ¡°Lo que se leer¨¢ ma?ana es eso de la demostraci¨®n de fuerza, ense?ar m¨²sculo y las cosas habituales que escrib¨ªs los periodistas¡±, dice Marta Valls, que lleg¨® a Barcelona desde Sabadell. Apenas se le escucha entre el jaleo. ¡°Pero para nosotros va m¨¢s all¨¢: esto es saber que existimos. No para que lo sepa la gente de fuera, no para que se entienda que en Catalu?a la mitad de la sociedad no somos independentistas, sino para cre¨¦rnoslo nosotros mismos. Reunirnos y cont¨¢rnoslo, porque a veces te cansa tanto todo que renuncias al debate, que te callas absolutamente todo. Esto es lo que ha ocurrido en Catalu?a, que nos lo call¨¢bamos. Y ya no podemos m¨¢s¡±.
Una de las experiencias m¨¢s interesantes de la exploraci¨®n period¨ªstica en la manifestaci¨®n era observar el control de la organizaci¨®n para que no se colasen ultras, y en el caso de que se colasen ¡ªque se colaron¡ª al menos que lo disimulasen. No se pod¨ªa ni levantar el brazo para pedir un taxi. Pese a esa vigilancia, Mossos y periodistas sufrieron insultos y ataques de radicales. Tambi¨¦n corr¨ªan bulos tremendos que en algunos casos salieron de la calle a las redes y viceversa. La prensa ayud¨® en los d¨ªas previos: se public¨® que Isabel Coixet cerrar¨ªa el acto y all¨ª se quedaron decenas de personas esper¨¢ndola. La directora de cine ya hab¨ªa dicho que no era verdad, que es una t¨ªmida patol¨®gica. Precisamente lo que perdieron ayer muchos catalanes sin saber si servir¨¢ de algo, y si hubiera servido de haberlo hecho antes.
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