Aplastar al otro
Ignorar o reprimir al otro contribuye a reventar las costuras de la cohesi¨®n social trabajosamente cosidas durante muchos a?os por el catalanismo
El proceso catal¨¢n va camino de eternizarse. Mientras, va cobr¨¢ndose v¨ªctimas. Nadie sabe c¨®mo ni cu¨¢ndo se va a recomponer el espejo roto en que se ha convertido la sociedad catalana. La lapidaci¨®n del heterodoxo ha sembrado sal all¨ª donde antes crec¨ªa diversidad. Los medios, como si de la Gran Guerra se tratara, han ocupado su espacio en la trinchera. Y, ya se sabe, la primera v¨ªctima de ese gran ejercicio militar y militante es la libertad de expresi¨®n.
Prima el aplastamiento del otro, sin pararse a pensar c¨®mo administrar convivencialmente la diversidad, apuntaba hace unos d¨ªas Joan Subirats en estas p¨¢ginas. Por un lado, el Gobierno catal¨¢n vive con intensidad las ¨²ltimas horas de ambig¨¹edad que le quedan. Intenta insuflar vida a una hoja de ruta que naci¨® con el pecado original de contar con el respaldo del 47,8% del electorado que vot¨® en las elecciones catalanas del 27-S de 2015. Ahora la opci¨®n independentista, espoleada por un refer¨¦ndum legalmente suspendido y con algunos de sus votantes apaleados, pretende dar carta de naturaleza a la Declaraci¨®n Unilateral de Independencia (DUI). En medio de un gran desconcierto ¨CPdeCAT y CUP est¨¢n a la gre?a, con Esquerra de observador internacional¨C , queda espacio para el humor. El ¨²ltimo episodio vivido ha sido ese gran homenaje tributado a Una noche en la ¨®pera, de los Hermanos Marx, singularmente con el remake de la secuencia en que Groucho y Chico se refieren a que "la parte contratante de la primera parte ser¨¢ considerada como la parte contratante de la primera parte". Esa es al menos la impresi¨®n causada por la carta que Carles Puigdemont envi¨® el pasado lunes a Mariano Rajoy en la que no respond¨ªa a la pregunta de si hab¨ªa declarado o no esa independencia que el Parlament jam¨¢s vot¨® pero que fue suscrita por la puerta de atr¨¢s entre las formaciones partidarias de la independencia. En s¨ªntesis, Puigdemont asegura que la DUI podr¨ªa aguantar dos meses en la nevera si hay di¨¢logo con el poder central.
En el otro extremo del cuadril¨¢tero, Mariano Rajoy responde a la carta de Puigdemont d¨¢ndole cuatro d¨ªas de plazo para que diga si proclam¨® o no la independencia. Con la espada de Damocles de la aplicaci¨®n del art¨ªculo 155 de la Constituci¨®n, el Ejecutivo central sigue optando por obviar la naturaleza pol¨ªtica del conflicto. Algunos especialistas sostienen que el art¨ªculo 92 de la Constituci¨®n permitir¨ªa la celebraci¨®n de un refer¨¦ndum no vinculante. Pero ya es muy tarde y para qu¨¦ andarse con sutilezas si el Gobierno central ya ha optado por otra interpretaci¨®n de la Ley de Leyes, con unos resultados perfectamente descriptibles. Por si fuera poco, el encarcelamiento ¨Cya anticipado en c¨ªrculos period¨ªsticos desde el pasado 12 de octubre¨C de Jordi S¨¢nchez y Jordi Cuixart, los dirigentes de la ANC y ?mnium Cultural, respectivamente, no ha contribuido ni a calmar los ¨¢nimos ni a que el Gobierno espa?ol sea capaz de elaborar un relato convincente para la mayor¨ªa de la opini¨®n p¨²blica catalana.
Es cierto que las empresas huyen de Catalu?a por la inseguridad del momento. M¨¢s de 600 empresas la han abandonado desde el refer¨¦ndum del 1-O. Caixabank y el Sabadell son las que han dejado m¨¢s vac¨ªo. Codorn¨ªu ha sido la ¨²ltima. Tambi¨¦n es verdad que la estrategia policial del Gobierno espa?ol para evitar la consulta no ha merecido demasiados elogios: ah¨ª est¨¢n los informes de Human Rights Watch, Amnist¨ªa Internacional o el Consejo de Europa, que solicit¨® al Ministerio del Interior una investigaci¨®n independiente literalmente por el ¡°uso desproporcionado de la fuerza contra manifestantes pac¨ªficos y personas que ofrec¨ªan una resistencia pasiva a la acci¨®n policial¡±.
Ignorar al otro no implica que no exista. Los dos millones de votantes independentistas ni van a desaparecer ni se van a convertir por ensalmo en unionistas con la aplicaci¨®n del art¨ªculo 155 de la Constituci¨®n. Asimismo, los tres millones que se quedaron en casa el 1-O tampoco van a caer de rodillas para abrazar la fe soberanista en cuanto Puigdemont se aclare con la DUI. La proliferaci¨®n de banderas en los balcones ¨Cesteladas y recientemente espa?olas¨C es una muestra de esos peque?os se¨ªsmos que cada d¨ªa cuartean piezas de la vajilla com¨²n. Ignorar o reprimir al otro contribuye a reventar las costuras de la cohesi¨®n social trabajosamente cosidas durante muchos a?os por el catalanismo.
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