El algoritmo de la mentira
El senador del PSOE afirma que necesitamos ciudadanos libres que no se dejen embaucar por falsos esl¨®ganes populistas
El populismo es un aut¨¦ntico virus que puede infectar cualquier democracia y sus l¨ªderes, sus discursos y sus herramientas. Puede minar desde dentro el sistema de cualquier pa¨ªs, generando una enfermedad que puede ser letal para la libertad de millones de personas en el mundo.
El populismo no tiene ideolog¨ªa. Es supuestamente de derechas en Francia y Reino Unido, de ultraderecha en Austria, les gustar¨ªa llamarse de izquierdas en Espa?a o incluso nacionalista en algunas regiones del mundo como Catalu?a. Alcanzar el poder para liquidar el sistema democr¨¢tico, ese es su objetivo. En Europa existen hoy 236 partidos populistas en 33 pa¨ªses y se ha consolidado como la tercera fuerza pol¨ªtica, una evoluci¨®n inimaginable hace tan solo diez a?os.
En el Foro Mundial por la Democracia, celebrado esta semana en Estrasburgo, he tenido la oportunidad de conocer de primera mano experiencias en todo el mundo. Una de las cuestiones que he defendido es la de proteger los medios de comunicaci¨®n p¨²blicos y a sus profesionales, salvaguardar su independencia de los gobiernos e invertir exponencialmente en su desarrollo tecnol¨®gico para que sean la nueva referencia de la verdad dentro de Internet.
En dicho Foro hemos podido conocer a un grupo de programadores rusos. Estos nuevos revolucionarios dise?an algoritmos y programas para analizar la geolocalizaci¨®n, los gustos, los amigos y los deseos tanto comerciales como ideol¨®gicos de millones de personas generando un Big Data global con el que crear contenidos personalizados para orientar a sus v¨ªctimas. Aut¨¦nticas bombas del conocimiento dispuestas a detonarse en momentos cr¨ªticos entre la poblaci¨®n e influir y manipular las tendencias en los procesos democr¨¢ticos.
Facebook, Twitter y YouTube (Google), como cualquier gran medio de comunicaci¨®n, deben comprometerse con la sociedad a la que se dirigen. Deben verificar sus usuarios, evitar robots de propaganda subversiva, xen¨®foba, racista, fascista o antidemocr¨¢tica. Aunque no soy partidario de su regulaci¨®n, s¨ª de que cumplan c¨®digos ¨¦ticos y deontol¨®gicos como lo hacen las grandes editoriales en el mundo de la comunicaci¨®n. Estas compa?¨ªas deben impedir la proliferaci¨®n sin control de las industrias de la mentira y evitar la difusi¨®n de contenidos ilegales, campa?as masivas de difamaci¨®n, mentiras y acoso a gobiernos, instituciones o personas.
Necesitamos luchar por la verdad porque as¨ª conseguiremos sociedades que analicen, piensen y reflexionen de manera cr¨ªtica sobre la realidad que nos rodea. Es el momento de romper la espiral del silencio de Noelle-Neumann. Debemos combatir la sociedad del desconocimiento y propiciar desde la pol¨ªtica m¨¢s confianza y m¨¢s credibilidad en las instituciones. Necesitamos ciudadanos libres que no se dejen embaucar por falsos esl¨®ganes populistas que solo buscan la sinraz¨®n, el odio y el sentimiento del resentimiento. Si no lo conseguimos seremos una generaci¨®n condenada a repetir los mismos errores del pasado y a vivir lo peor de nuestra historia. A¨²n estamos a tiempo de evitarlo.
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