El desorden ideol¨®gico
El ¡®proc¨¦s¡¯ ha convertido Catalu?a en territorio de hip¨¦rbole f¨¢cil en el que terminolog¨ªas grandilocuentes desdibujan pol¨ªticas
La democracia cristiana triunfa despu¨¦s de morir. En las pr¨®ximas elecciones catalanas habr¨¢ seguidores de Don Luigi Sturzo esparcidos por doquier, en listas en las que algunos viejos catadores encuentran sabor a compromiso hist¨®rico italiano y otros a Kuomintang chino. Tal vez tanto ecumenismo tenga una explicaci¨®n m¨¢s sencilla y obedezca simplemente al desorden ideol¨®gico que genera el procesismo. Sea como fuere, se pueden encontrar democristianos en listas electorales frecuentadas por masones, partidarios del matrimonio homosexual, amigos de lo p¨²blico y, en general, partidarios de la redistribuci¨®n de rentas a trav¨¦s de impuestos. Ese libre albedr¨ªo encaja m¨¢s con la democracia cristiana de otras latitudes donde el catolicismo limita con el luteranismo y el pactar con la izquierda no es anatema. En Catalu?a no deja de sorprender que una formaci¨®n de gentes de orden y de verbo incontinente en Twitter, como N¨²ria de Gispert, apoye la lista de Esquerra Republicana. Cierto es que no es la ERC de los Josep Llu¨ªs Carod-Rovira y los Joan Puigcerc¨®s. Es la de Oriol Junqueras ¡ªun cat¨®lico que hace gala de su fe para mostrar la imposibilidad de llamar a la violencia¡ª y Marta Rovira, cuya familia escondi¨® curas en casa durante la Guerra Civil. La diferencia es como entre los abertzales de la margen derecha y los del Goierri. Con todo, hay quien ve en la Esquerra realmente existente y Dem¨°crates de Catalunya (DC), la escisi¨®n independentista de Uni¨®, el futuro gran polo ideol¨®gico de la Catalu?a soberana. Antoni Castell¨¤, el l¨ªder de DC, concurre a las pr¨®ximas elecciones del 21-D como n¨²mero 15 en las listas de ERC. Inspirados en esa especie de Kuomintang de los inicios ¡ªhasta que los comunistas fueron purgados¡ª, Esquerra acoge en sus listas, que las encuestas dan como ganadora, a toda suerte de ideolog¨ªas: democristianos, exmilitantes del PSC, como Ernest Maragall y su Moviment d¡¯Esquerres (de n¨²mero 13) o Fabi¨¢n Mohedano, de la corriente Avancem (de n¨²mero 25).
Mientras eso acontece en el polo independentista, sucede otro tanto con el Partit dels Socialistes de Catalunya, en el ¨¢rea constitucionalista. Units per Avan?ar, el ala democristiana continuadora de la l¨ªnea de la UDC de Josep Antoni Duran Lleida, acude a esta contienda electoral bajo el paraguas de sus antiguos adversarios socialistas. A¨²n resuenan las campa?as en las que un Duran Lleida de semblante grave alertaba del ¡°alud inmigratorio¡± desde los carteles electorales: ¡°Aqu¨ª no hi cap tothom¡±. Ahora Ramon Espadaler, exconsejero de Interior y dirigente de Units, ocupa el puesto n¨²mero tres por Barcelona en una candidatura a la que algunos ven un compromiso hist¨®rico resucitado. Sindicalistas de USO y CC OO y dirigentes de Sociedad Civil Catalana forman tambi¨¦n parte de las listas de ese conglomerado. Las circunstancias son muy diversas a las de cuando el Partido Comunista Italiano (PCI) alumbr¨® su propuesta de compromesso. La izquierda dirigida por Enrico Berlinguer entendi¨® tras el golpe de Estado de 1973 en Chile que los comunistas no pod¨ªan llegar al poder sin el concurso de fuerzas pol¨ªticas moderadas. Las soberan¨ªas limitadas de un mundo dividido en bloques obligaban a un PCI deseoso de llegar al poder a blandir la moderaci¨®n como virtud, ante el riesgo de un golpe de Estado.
Ahora el objetivo del PSC y de Units es mucho m¨¢s modesto. Se trata de hacerse un digno lugar al sol del Parlament. Desde luego, de contar con la mayor¨ªa de votos para gobernar no se hallar¨ªan en la triste tesitura en la que se encontr¨® un PCI convertido en segunda fuerza pol¨ªtica, con m¨¢s de 12 millones de votos pero amenazado por terrorismo de falsa bandera y por redes como Gladio ¡ªsobre la que por cierto nada se investiga¡ª y a la que presuntamente daban cobertura la CIA y la OTAN. Hoy ese compromiso hist¨®rico entre democristianos y socialistas es fruto del libre albedr¨ªo y de la tensi¨®n nacionalista, no del temor a la espada de Damocles.
El proc¨¦s ha convertido Catalu?a en territorio de hip¨¦rbole f¨¢cil donde las terminolog¨ªas grandilocuentes desdibujan pol¨ªticas e ideolog¨ªas. Por eso cobran vida expresiones como dictadura, compromiso hist¨®rico, Gobierno leg¨ªtimo, fuerzas de ocupaci¨®n, golpe de Estado, presos pol¨ªticos, adoctrinamiento en los colegios, rep¨²blica, independencia, paro de pa¨ªs¡ Bajo el manto patri¨®tico, prima el sentimiento sobre la raz¨®n: las banderas flamean cuando asoman la corrupci¨®n, el paro, la pobreza energ¨¦tica, el d¨¦ficit de vivienda o los recortes en sanidad, en ense?anza o en servicios sociales.
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