Ciudad que se lee
El autor describe su Madrid: "Un poema instant¨¢neo en la mirada de los ni?os que juegan a la sombra de las c¨²pulas"
Madrid es un poema que amanece siempre por la Puerta del Sol, se vuelve un cuento de mediod¨ªa, all¨¢ por los rumbos de Chamber¨ª y duerme una siestecilla de novela antigua cuando enfila por Goya al encuentro de Alcal¨¢. Madrid es un aforismo que murmura un fantasma acodado sobre la l¨¢pida de m¨¢rmol de un viejo caf¨¦ y la greguer¨ªa que va cantando un p¨¢jaro entre los ¨¢rboles de un parque que es pulm¨®n ancestral; es la cr¨®nica de las angustias que vocifera una loca sobre la madrugada de Gran V¨ªa y el secreto que une a los amantes que deciden besarse en el Templo de Debod; es un poema instant¨¢neo en la mirada de los ni?os que juegan a la sombra de las c¨²pulas y el relato interminable que relata una viuda alegre en las estrechas calles del Barrio de las Letras.
Madrid es la enciclopedia que vuela en bicicleta enredada en la cabellera de la joven que baja por Alcal¨¢ hacia Ventas a velocidades supers¨®nicas y el paso lento de una gabardina gris que se espera siempre en los pasos de cebra al cambio de p¨¢rrafo. En un punto y seguido, Madrid es la frase que alguien murmura en silencio en un callej¨®n de Malasa?a y punto y aparte al cruzar por Montera en una traves¨ªa de nostalgias con pa?uelos y bastones de otros tiempos.
Madrid, tres puntos suspensivos a la orilla de los que fuera el Manzanares y todos los signos de admiraci¨®n unidos a la sombra de sus palacios en flor; es la ciudad de una caligraf¨ªa de pergamino en arco iris, de papel delgado en el vaho de los fr¨ªos y encuadernada en sudores entra?ables por los t¨²neles del Metro. Madrid es el ejemplar de bolsillo que cabe en un rinc¨®n del coraz¨®n del demente que se cree rey de las estatuas y la prosa pura que fluye de las fuentes con el sabor inconfundible del agua y su propia l¨ªrica. Madrid es el recuento de un n¨®mina invisible y la cartograf¨ªa impalpable de un mapa que se lee con las yemas de los p¨¢rpados; es la sinfon¨ªa en tres movimientos que alguien deletrea en los espacios abiertos, orgullosos de hablar en todas las lenguas posibles y autorizados para adoptar o adaptar a cualquier viajero en el instante en que decida vivir su Madrid ¨Cque no vivir en Madrid¡ªcomo quien lee las p¨¢ginas policromadas de un pergamino de piel pensante, el relicario latente de un coraz¨®n con edificios y techos de tejas ocres y tanta palabra que es nombre, tanto sabor que es vida y tantas historias por contar que han inundado por una semana la Feria Internacional del Libro de Guadalajara para dejarnos a todos como lectores hipnotizados.
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