?ltimo baile para militantes de Tom Petty
Dos docenas de m¨²sicos recuerdan en un clima festivo a un rockero decisivo que nunca lleg¨® a visitarnos
Casi cuatro meses despu¨¦s de su adi¨®s inesperado, a¨²n cuesta acostumbrarse a que Tom Petty, tan grande entre los grandes, ya no est¨¦. Y a que en cuatro d¨¦cadas de trayectoria plet¨®rica no acertase a cruzar los Pirineos: demasiados riesgos para los promotores, ante la sospecha de que la parroquia peninsular era m¨¢s entusiasta que numerosa. No falt¨® ni un ¨¢pice de fervor, desde luego, entre el millar de seguidores que reventaron este jueves la Sala But en un ¡°¨²ltimo baile¡± concebido como acto casi de militancia: el rock como receta de vida y el debido respeto al h¨¦roe ausente. El equivalente a una presentaci¨®n de armas en el ¨¢mbito militar, y pocos destinatarios m¨¢s justificados para esta demostraci¨®n de cari?o y respeto. Porque Petty fue quintaesencia de la honestidad rockera, supo integrar a una de las dos o tres bandas m¨¢s asombrosas del gremio (The Heartbreakers, unos rompecorazones adorables) y rubric¨® dos docenas de cl¨¢sicos y un gran pu?ado de t¨ªtulos que a¨²n esperan un adecuado redescubrimiento.
La banda base, murciana de filiaci¨®n y con Carlos Vud¨² al frente, demostr¨® que hab¨ªan cundido las semanas de ensayo a contrarreloj: hab¨ªa decisi¨®n, chispazo, pellizco. Y generosidad. Y camarader¨ªa. Era dif¨ªcil llevar la cuenta de los m¨²sicos que acabaron desfilando por el escenario (?40? ?45?). Solo constataremos que por los camerinos era imposible circular. Y que las f¨¢bricas de cerveza tendr¨¢n que trabajar a destajo para reponer existencias.
Sobre los muy notables 125 minutos de m¨²sica inmortal en versiones de riguroso estreno, congratul¨¦monos por el elevado nivel de la escena peninsular y pasemos de puntillas indulgentes por alg¨²n acercamiento regulero a la lengua de Shakespeare. La noche fue, ante todo, mucho m¨¢s euf¨®rica que nost¨¢lgica, porque nadie quiso apelar a la sensibler¨ªa, sino solo al orgullo. Y quiz¨¢ mereciera la pena inmortalizarla como fonograma. Predominaba la aristocracia rockera (M-Clan, imperiales en I won't back down; Burning, Alejo Stivell, Mikel Erentxun en ac¨²stico), pero con margen a la generaci¨®n posterior: muy digna Rebeca Jim¨¦nez como trasunto de Stevie Nicks en Stop draggin' my heart around, estupenda la joven Nat Simmons con 'Learning to fly'. Un paradigma del ¨¦xito con tres acordes, por cierto, aunque Petty tambi¨¦n frecuentaba la floritura. Que se lo pregunten a Rub¨¦n Pozo, algo dubitativo con ese Asshole recuperado con todo merecimiento del olvido.
No faltaron los ¨¦xitos ineludibles, el repertorio colateral (Handle with care, joya superlativa de Traveling Wilburys; Feel a whole lot better, de los Byrds, tan querida por Petty) o voces delicadas y hermosas como la de Txetxu Altube en Crawling back to you. Matthew Caws, de Nada Surf, emergi¨® por sorpresa para dar cuenta de la espl¨¦ndida The waiting, pero quiz¨¢ lo mejor de la noche fuera ver a Morgan al completo haciendo propia Walls, una canci¨®n tan perfecta y fabulosa que desconcierta no encontrarla entre los grandes ¨¦xitos.
Los Zigarros pilotaron con su s¨®lida energ¨ªa irrenunciable el tramo ¨²ltimo de una velada, en general, para guardar en la memoria. A Tom le habr¨ªa encantado pisar suelo espa?ol y escudri?ar, de tapadillo entre el p¨²blico, un espect¨¢culo mucho m¨¢s que digno. Una celebraci¨®n indisimulada, pese al dolor de la ausencia.
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