¡®Narcotour¡¯ en el coraz¨®n de la venta de la hero¨ªna
Los vecinos del Raval organizan una visita al barrio barcelon¨¦s para denunciar la proliferaci¨®n de pisos dedicados a traficar con estupefacientes
¡°Ahora hay 50 narcopisos [inmuebles que fueron okupados por camellos y que utilizan para vender droga] en El Raval. Nadie lo soluciona. Quieren desesperarnos, echarnos de nuestras casas. Necesitamos que alguien nos d¨¦ un porqu¨¦¡±, Carlos (nadie en este barrio quiere revelar su apellido) lanzaba ayer un grito de socorro a aquel que quisiera escucharle. Es uno de los vecinos que por deseo o necesidad acab¨® viviendo de esta parte del coraz¨®n de Barcelona justo al lado de la ic¨®nica Rambla.
La vida en El Raval siempre ha sido canalla y complicada. Desde hace un a?o se ha convertido en ¡°imposible¡±. Los vecinos poco o nada tienen que perder y ayer dieron un ultim¨¢tum. Una decena prepararon una original protesta a la que invitaron a 35 medios de comunicaci¨®n bajo un llamativo programa: Narcotour por El Raval. Un recorrido de dos horas donde mostraron, al menos, ocho puntos donde conviven la miseria, la suciedad, la droga ¡ªen ocasiones la prostituci¨®n¡ª y la delincuencia. Una combinaci¨®n que se convierte en letal cuando se le a?ade la gentrificaci¨®n y la presi¨®n inmobiliaria que se ha apoderado de la zona y que, como critica Carlos, expulsa a los vecinos.
Los miembros de la recientemente constituida Asociaci¨®n de Vecinos de la Isla Robadors-Picalquer-Roig (calles donde hay, ha habido y, si nadie lo remedia, habr¨¢ narcopisos) actuaron como gu¨ªas improvisados de esta visita que mostraba el lado m¨¢s feo y sucio del barrio.
Luis, propietario de un piso de la calle d¡¯En Roig, sabe c¨®mo act¨²an los narcos: ¡°Est¨¢n organizados. Tienen c¨®mplices paseando por el barrio y detectando pisos que tardan un chasquido en ocupar¡±. El rostro de los vecinos es de enfado e indignaci¨®n. Su mirada, de aut¨¦ntico pavor. No dudan un segundo en contestar una pregunta para cuya respuesta han acumulado meses de experiencia: ¡°?C¨®mo se vive siendo vecino de un narcopiso?¡±. Rosi, de la calle Sant Vicen?, vive delante de un local reconvertido en un ¡°narcopiso de tres plantas¡± por el que pasan adictos ¡ªalgunos dicen que m¨¢s de un centenar a la hora¡ª casi constantemente. ¡°El local se ha incendiado dos veces y est¨¢ repleto de bombonas de butano y de bicicletas que tunean constantemente¡±, denuncia. Vanesa, de la misma calle, detalla: ¡°Hemos aprendido el modus operandi de todos. La mayor¨ªa de clientes no tienen dinero. Por cada bicicleta robada les dan el equivalente a 10 euros. O lo que es lo mismo, para un speedball, una combinaci¨®n de cinco euros de hero¨ªna y cinco de coca¨ªna y todo en vena¡±, aclara Vanesa.
La droga en El Raval se distribuye por calles. ¡°Antes, solo hab¨ªa en El Raval Sur y ahora en todo el barrio¡±, sonr¨ªe Eli. Tambi¨¦n por nacionalidades: ¡°En la mayor¨ªa de pisos los que venden son dominicanos y rumanos. Hay muchos consumidores mochileros que son italianos y, capitulo aparte, los filipinos¡±, destaca Vanesa. La vecina de la calle Sant Vicen? remarca que, hasta ahora, esta ¨²ltima nacionalidad era la que trabajabade forma m¨¢s discreta. ¡°Ellos venden shab¨². Vienen decenas de filipinos en bicicletas. Hacen un ruido muy peculiar con la boca y no tienen nada m¨¢s que decir. Al segundo se van con su mercanc¨ªa¡±, remarca.
El narcotour comenz¨® en el n¨²mero 22 de la calle d¡¯En Roig, el edificio donde convivieron tres narcopisos y donde comenzaron las quejas vecinales. Hace semanas que los pisos fueron tapiados. En la escalera sigue habiendo jeringuillas, kilos de suciedad y sangre salpicada en las paredes. A dos calles, en Robadors, Laura denuncia lo que supone vivir rodeada de meubl¨¦s. ¡°Quiz¨¢s no se droguen pero suben y bajan chicas y clientes continuamente. Hay peleas, explotaci¨®n sexual y, en medio, yo que tengo que pasar con el carrito de mi hijo¡±.
Carlos anunci¨® que en primavera tendr¨¢ lugar un encuentro nacional de vecinos v¨ªctimas de los narcopisos: ¡°Nos reuniremos los vecinos del Raval con los de Puente de Vallecas y Lavapi¨¦s de Madrid y otros barrios de Sevilla y valencia¡±.
El Ayuntamiento de Barcelona creo en oto?o una comisi¨®n para afrontar la problem¨¢tica. El Consistorio admite que la proliferaci¨®n comenz¨® en 2016 cuando varios camellos se concentraron en el barrio despu¨¦s de que diversas operaciones de los Mossos mermaran el tr¨¢fico de la Mina en Sant Adri¨¤ del Besos. El Consistorio mantiene que la polic¨ªa auton¨®mica es la que tienen competencias en materia de investigaci¨®n de delitos. La Guardia Urbana es solo un colaborador con el que han realizado en 2017 46 entradas a domicilio y las 60 detenciones. En muchas ocasiones los inmuebles, propiedad de fondos buitres o bancos, vuelven a ser ocupados y utilizados para volver a vender.
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