El monstruo que quiso amar
El esfuerzo de composici¨®n de Joel Joan destaca en la puesta en escena de 'Frankenstein' en el TNC
Si vas a ver una versi¨®n teatral de Frankenstein,la grandiosa novela de Mary Shelley, conviene hacer un esfuerzo para dejar fuera de la sala clich¨¦s e im¨¢genes convertidas por Hollywood en iconos del siglo XX. Debes intentar, aunque cuesta mucho, mirar al monstruo a la cara sin prejuicios, y confiar en el talento del int¨¦rprete para convencerte de que la criatura que ves en escena tiene su propia y diferente personalidad. Lo consigue en buena medida Joel Joan, en un meritorio esfuerzo interpretativo frente a ?ngel Ll¨¤cer ¡ªun buen doctor Victor Frankenstein, un punto grandilocuente¡ª en la adaptaci¨®n del cineasta Guillem Morales que Carme Portaceli dirige en el TNC.
FRANKENSTEIN
De Guillem Morales, basado en la novela de Mary Shelley. Joel Joan, ?ngel Ll¨¤cer, Llu¨ªs Marco, Magda Puig, Direcci¨®n: Carme Portaceli. TNC, Sala Gran, Barcelona, 15 de marzo.
En busca de la esencia del relato original, Portaceli explora la humanidad que el monstruo lleva dentro, tan bien descrita en la novela. Cuanto m¨¢s humano se torna el monstruo, m¨¢s monstruoso se vuelve su creador, en un camino inverso, el primero en busca del alma humana y el amor, el otro camino de la soledad y la autodestrucci¨®n. Pero se hace demasiado largo el viaje (dos horas y veinte minutos, con entreacto), en especial en la primera parte. Funciona mejor la segunda, con un sorprendente giro en el final de la obra.
Para ambientar el relato, Portaceli opta por una est¨¦tica visual de impecable dise?o, con una fr¨ªa escenograf¨ªa de Anna Alcubierre y el poco acertado uso de una cinta transportadora en la corbata del escenario. Las proyecciones evocan el ambiente g¨®tico inherente a la historia, pero la exaltaci¨®n po¨¦tica del original se le escapa de las manos.
Hay escenas extraordinarias, como la de Frankenstein y su criatura revolviendo ata¨²des y desechando los trozos de cad¨¢veres que no les complacen para confeccionar una compa?era al monstruo; tambi¨¦n hay alto voltaje en el cierre de la primera parte y el duelo final. Y est¨¢ bien, como siempre, Llu¨ªs Marco en su doble cometido, otorgando car¨¢cter y credibilidad tanto a De Lacey, el viejo ciego que ayuda al monstruo en su proceso de aprendizaje¡ª-sobra cursiler¨ªa en estas escenas¡ª como en el padre del enloquecido doctor.
Frente a la correcci¨®n del resto del reparto, emerge poderosamente el esfuerzo de Joan en la composici¨®n del personaje, con una caracterizaci¨®n f¨ªsica que, en la figura y los costurones, recuerda al encarnado por Robert de Niro; de Boris Karloff s¨®lo vemos los zapatones y algunos andares. Tambi¨¦n Ll¨¤cer hace un serio y notable trabajo. Los dos populares actores deben luchar contra los "monstruos" televisivos que ellos mismos han creado para resultar cre¨ªbles como actores fuera del plat¨®. Y si al entrar al teatro evitas tambi¨¦n estos prejuicios como espectador, mejor.
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