El secreto m¨¢s turbio de los Mossos

Tres coches salen del complejo central de Mossos en Sabadell y se dirigen a la incineradora de Sant Adri¨¤ de Bes¨°s. No tienen m¨¢s de veinte minutos de camino. A las 11.00, cuando entran en el recinto, apenas tienen margen de reacci¨®n. Los seis mossos se ven rodeados por furgonetas y coches de la Polic¨ªa Nacional, que se incauta de 36 cajas cargadas de informaci¨®n para quemar. Oficialmente, la polic¨ªa catalana dir¨¢ que es una destrucci¨®n rutinaria de documentos. Posteriormente, el contenido de esas cajas desnudar¨¢ a los servicios de inteligencia de Mossos: seguimientos, informes, y an¨¢lisis de partidos pol¨ªticos, asociaciones, abogados, periodistas, medios de comunicaci¨®n y movimientos sociales.?

El material pertenec¨ªa a la Comisar¨ªa General de Informaci¨®n, que naci¨® en diciembre de 2011, de la mano del consejero convergente Felip Puig.?Antes era solo una divisi¨®n que depend¨ªa del director general. Para liderarla, eligi¨® al comisario Manel Castellv¨ª, un hist¨®rico en el cuerpo. Puig hizo depender la comisar¨ªa general del coordinador central, que hasta mayo era el comisario Ferran L¨®pez, el nuevo jefe del cuerpo elegido por el Ministerio del Interior para sustituir a Josep Llu¨ªs Trapero. En los ¨²ltimos a?os, con el incremento de la amenaza yihadista, la Comisar¨ªa de Informaci¨®n se ha convertido en una pieza clave: es una de las que tiene m¨¢s recursos y ha hecho una campa?a de fichajes de agentes que provienen del ¨¢mbito de la investigaci¨®n.

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Sociedad Civil Catalana denuncia en Fiscal¨ªa el ¡°espionaje¡± de los Mossos

Una historia de desconfianzas

Puig cre¨® la comisar¨ªa general en pleno apogeo del movimiento 15-M, que provoc¨® serios problemas a los Mossos en la calle y gener¨® su descr¨¦dito internacional con el brutal desalojo de la plaza de Catalu?a de mayo de 2011. Los papeles intervenidos demuestran c¨®mo los primeros a?os, Informaci¨®n centr¨® sus esfuerzos en el activismo y el anarquismo. En los papeles queda especialmente comprometida la Unidad Central de Recursos Operativos, un grupo de unas 40 personas, dependientes del ?rea de An¨¢lisis. Ellos eran los destinatarios de los pol¨¦micos informes elaborados sobre activistas, periodistas y abogados, a partir de las redes sociales, que monitoriz¨® el Cesicat, lo que se consider¨® el embri¨®n del CNI catal¨¢n. Las cajas conten¨ªan documentaci¨®n de la pol¨¦mica agencia de ciberseguridad, que cay¨® en desgracia cuando se hizo p¨²blica su actividad. Ya entonces, Puig pidi¨® que le avisasen de los movimientos de la exdiputada del PP, Alicia S¨¢nchez Camacho, a trav¨¦s de sus escoltas de Mossos, seg¨²n la Polic¨ªa Nacional.

Entre los documentos m¨¢s recientes, salen a la luz los informes ¡°pol¨ªticos¡±, como los describe la Polic¨ªa Nacional en el an¨¢lisis remitido a la juez de la Audiencia Nacional Carmen Lamela. Los investigadores concluyen que la polic¨ªa catalana hizo ¡°tareas de vigilancia, seguimientos, as¨ª como grabaciones de conversaciones y toma de fotograf¨ªas de personal del ¨¢mbito pol¨ªtico, period¨ªstico, empresarial y social, que pudieran ser una amenaza para el proceso soberanista¡±.

La polic¨ªa puede realizar seguimientos. Pero para que est¨¦n dentro de la legalidad, no pueden ser ¡°invasivos¡± con la vida privada. Y adem¨¢s, esa vigilancia debe tener un fin vinculado a la seguridad p¨²blica. Los papeles que iban a ser quemados detallan un especial de inter¨¦s de ¡°inteligencia¡± de los Mossos por personajes partidarios de la unidad de Espa?a, como el expresidente de Sociedad Civil Catalana (SCC) Josep Ramon Bosch ¡ªentidad que se califica por los Mossos como de ¡°extrema derecha¡±¡ª, o el abogado Jos¨¦ Mar¨ªa Fuster-Fabra.

Este caso, admiten fuentes policiales, es uno de los m¨¢s flagrantes. En la documentaci¨®n que iba a destruirse constan tres folios que recogen un control del abogado en junio de 2017, cuando iba a declarar en la comisi¨®n de investigaci¨®n del Parlament sobre la llamada Operaci¨®n Catalu?a, el intento de la brigada patri¨®tica de la polic¨ªa de desprestigiar a los l¨ªderes del proc¨¦s.

El quipo se constituy¨® en pleno apogeo del movimiento 15-M

Fuster-Fabra ya se ha querellado en los juzgados por el presunto ¡°espionaje pol¨ªtico¡± de los Mossos, y tambi¨¦n ha presentado las querellas en nombre de otros de los afectados, como Bosch, los l¨ªderes del Sindicato de Polic¨ªas de Catalunya (SPC), David Jos¨¦ Ma?as y David Miquel, la plataforma Barcelona con la Selecci¨®n o el periodista Albert Castill¨®n. Otros de los afectados son dos exdetectives de la agencia M¨¦todo 3, y, de rebote, el secretario primero de la mesa del Consejo General de Ciudadanos, David Heredia, con el que se re¨²nen. El caso, explican fuentes policiales, estaba judicializado tras una denuncia inicial de Francisco Marco, director de M¨¦todo 3, contra los dos exdetectives por su supuesta implicaci¨®n en la Operaci¨®n Catalu?a. En ese contexto, la polic¨ªa catalana elabora un informe sobre algunos de los periodistas que trabajan en El Confidencial en Catalu?a a los que vinculan con la red de informaci¨®n de los exdetectives.

La polic¨ªa auton¨®mica realiz¨® tambi¨¦n un informe en febrero de 2017 sobre ¡°la estructura¡± de Endavant, formaci¨®n vinculada a la CUP a la que pertenece la exdiputada Anna Gabriel. Tambi¨¦n se menciona un proyecto que investiga a Arran, formaci¨®n de la izquierda independentistas considerada las juventudes de la CUP.

Adem¨¢s de numerosas actas del 1 de octubre que comprometen el papel de los Mossos para evitar el refer¨¦ndum, el contenido de las cajas desgrana nombres, m¨¦todos y pol¨¦micas pr¨¢cticas de actividad de inteligencia de la polic¨ªa catalana, que mandos del cuerpo defienden como leg¨ªtimas en su papel de ¡°polic¨ªa integral¡±. La ¨²nica explicaci¨®n oficial hasta ahora de Mossos es que la destrucci¨®n de esos papeles responde a una actividad ¡°habitual¡± y ¡°peri¨®dica¡±. Fuentes de Mossos no dudan de que alguien de la polic¨ªa catalana avis¨® a la Polic¨ªa Nacional de la inminente quema.

La polic¨ªa sostiene que vigil¨® a personas que se opusieron al ¡®proc¨¦s¡¯