Roger Mas casi anestesi¨® el tiempo en la presentaci¨®n de ¡®Parn¨¤s¡¯
Soberbio concierto del cantautor de Solsona en el Auditori
Un cantautor es aquel que entre poetas se siente m¨²sico y entre m¨²sicos, poeta. Una definici¨®n muy precisa, obra de un Roger Mas cuyas palabras, dichas, declamadas o cantadas son igualmente concordes y ajustadas a la hora de describir aquello en lo que se posan. Porque esa es una de las virtudes del paisano de Solsona, esa forma de describir semejante al roc¨ªo, que adapt¨¢ndose al paisaje y sus recovecos lo vivifica, torn¨¢ndolo m¨¢s hermoso, gr¨¢cil, l¨ªrico y sutil. Son humedad esas palabras, y aunque m¨¢s visibles, son cascada tenue sin m¨¢s protagonismo del necesario. Poes¨ªa, esa forma de captar aquello que se ve y aquello que hay tras lo que se ve. Fue po¨¦tica la noche de presentaci¨®n de Parn¨¢s, un disco sobre poetas escrito por un m¨²sico de coraz¨®n enfermo de poes¨ªa.
La poes¨ªa necesita pausa, es ajena al traj¨ªn, aunque puede explicarlo e incluso ser fruto. La noche, pues, tuvo pausa y sus canciones discurrieron lentas, suspendidas en el tiempo como la ca¨ªda de las primeras volvas. Y tambi¨¦n tuvo errores. La intervenci¨®n de dos poetas cort¨® el ritmo de un concierto largo que retuvo las manifestaciones de entusiasmo del p¨²blico, al que escamote¨® un racimo de ¨¦xitos porque el nuevo disco hab¨ªa de sonar completo. Y pese a ser un disco notable, no todas las canciones tienen el mismo nivel. Tras una primera parte rom¨¢ntica en la que Mas parec¨ªa un cantante italiano, por mel¨®dico, apasionado y enamorado, la segunda tuvo algunos instantes valle. Y si el primer poeta llamado a declamar en esa primera parte no comprendi¨® que el protagonismo le correspond¨ªa a los poemas y no a ¨¦l, el segundo, Amadeu Vidal i Bonafont, autor de poemas cortos, de caustico realismo, no fue tan breve como sus excelentes poemas, sonrisas de salfum¨¢n. Pero ?qui¨¦n le dice a un ni?o en d¨ªa de Reyes que atienda a la realidad y no a sus juguetes?
Porque adem¨¢s el ni?o no jugaba con juguetes del mont¨®n. Roger Mas tiene una cornucopia de la que hizo salir canci¨®n italiana, canci¨®n popular, jazz ¨Cqu¨¦ maravilla Soleiada-, pop , canci¨®n tradicional, m¨ªsticas derivaciones morunas ¡..Y expuso esta abundancia con un tr¨ªo ac¨²stico con apenas unos epis¨®dicos matices de ritmo espolvoreados por aqu¨ª y m¨¢s all¨¢. Sentado en el centro del escenario, con esa figura de paisano que no se articula s¨®lo entorno a la partida de domin¨®, siempre herido por la palabra, dispuesto a llorar ante la belleza e impelido a convertirla en m¨²sica, Roger Mas impuso su discurrir. El p¨²blico se sinti¨® encauzado, y el curso del agua no se hizo espuma, pese a que en El dolor de la bellesa a punto estuvo de hacerlo en forma de palmas que cacheteaban el ritmo. Pero ah¨ª se qued¨® el entusiasmo, obligado a ser vivido en primea persona. Como la poes¨ªa que rein¨® en un concierto soberbio.
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