Exequias sin convicci¨®n

He escuchado en este Parlament recitados de art¨ªculos y subapartados del reglamento m¨¢s ilusionantes que el discurso de investidura de Jordi Turull. Si el tono de una intervenci¨®n de un candidato a president guarda alguna proporcionalidad con el grado de empuje social y pol¨ªtico de un pa¨ªs, cr¨¦anme, estamos mucho peor de lo que nadie puede imaginar. El candidato de JuntsxCat ha subido a la tribuna con ganas de pasar el mal trago de la manera m¨¢s r¨¢pida posible. El mensaje impl¨ªcito que lanzaba cada una de sus frases era: ¡°se?or, aparta de m¨ª este c¨¢liz¡±.

La parte inicial del discurso ha reventado el topic¨®metro noucentista: pau i treva, seny i rauxa, la feina ben feta, som gent d¡¯entesa, aixequem castells¡­faltaban unas ilustraciones de Pilar¨ªn Bay¨¦s. Pero cuando ha llegado el turno de la prote¨ªna, el programa de Gobierno, el candidato no se ha rearmado con nuevo vigor, al contrario: el recitado de proyectos, a parte de poco sorprendente ¨C en consonancia con las dificultades reales de aplicarlo, de momento?¨C, se ha movido en una cadencia sin ritmo, de tono descendente, muy similar a esas exequias funerarias rutinarias con las que los curas del turno de oficio ¨C??existe ese concepto, como en los abogados? ¨C?agravan con una carga de hast¨ªo la tristeza de los familiares del difunto. Todos hemos asistido a un funeral de ese tipo, y todos nos hemos planteado que parecen una llamada impl¨ªcita ¨C y entusiasta ¨C?a la apostas¨ªa inmediata y militante.

Del mismo modo, el discurso de Turull, m¨¢s que intentar convencer a alg¨²n dubitativo, si lo hubiere, era una invitaci¨®n a descolgarse del proyecto com¨²n. De tal manera se impuso la monoton¨ªa que hasta los suyos, los diputados de JuntsxCat, se olvidaron del protocolo de ir aplaudiendo a ritmos peri¨®dicos para mantener el ¨¢nimo. Bueno, me dir¨¢n que no hay mucho ¨¢nimo que mantener, con la expectativa de una derrota cantada y, tal vez, con la cabeza del candidato en la comparecencia del viernes ante el juez del Supremo, que a veces parece el Juez Supremo.

En los palcos de los invitados hab¨ªa alguna cabezada senatorial, y muchos rostros como de estar asistiendo a una obra de teatro conceptual en b¨²lgaro antiguo. El jefe de filas de ERC en el ayuntamiento de Barcelona, Alfred Bosch, estuvo a punto de librarse, porque no llevaba la correspondiente invitaci¨®n y no le dejaban entrar en el hemiciclo. Por un momento pens¨¦ que el funcionario que le cerraba el paso era un barcelon¨¦s partidario del tranv¨ªa por la Diagonal.

Detectando el hueco que le hab¨ªa dejado Turull, fue el portavoz de Esquerra, Sergi Sabri¨¤, quien se encarg¨® de defender la investidura con supuesta convicci¨®n. Se dirig¨ªa de facto a los diputados de la CUP. Yo le descubr¨ª incluso alguna mirada r¨¢pida, pero clara, hacia la ¨²ltima fila de esca?os, donde est¨¢n los cuatro cupaires, que aguantaron impert¨¦rritos, con la tranquilidad de saber que ni en el remoto caso de que alg¨²n discurso pudiera hacerles flaquear las convicciones, ah¨ª est¨¢n las asambleas para frenar cualquier desviaci¨®n.

Y mientras asistimos a esta derrota cantada, en twitter se siguen convocando concentraciones con los hastags de siempre: tossudament al?ats, dempeus, sensepor¡­es lo que tienen las redes sociales, no les condiciona la realidad.?