El regreso del antifranquismo
Derrotado y desnudo, sin horizonte ni perspectiva, al procesismo solo le queda la sumisi¨®n a la direcci¨®n revolucionaria de la CUP
El Proc¨¦s ha terminado. Lo dijo Carles Riera, el portavoz de la CUP, este pasado jueves y con gran solemnidad en la tribuna del Parlament. Todo el mundo le ha hecho caso, incluso quienes ven¨ªan neg¨¢ndose a la evidencia desde el independentismo tenaz y obstinado. Es l¨®gico, puesto que es la CUP quien ha marcado el ritmo y la agenda desde enero de 2016, cuando acept¨® a Carles Puigdemont como presidente y descart¨® a Artur Mas. Y es la CUP quien manda parar ahora.
Entramos en una nueva fase, de horizontes tan desconocidos y arriesgados como las anteriores, en la que quien manda ha expresado ya su desinter¨¦s por gobernar la despreciable autonom¨ªa de un Estado en regresi¨®n democr¨¢tica y menos todav¨ªa en alimentar quimeras de consultas legales y pactadas o de negociaciones y acuerdos con Madrid, como albergaban de una u otra forma las fuerzas independentistas centrales, los aut¨¦nticos procesistas.
Los objetivos estrat¨¦gicos enarbolados en fases anteriores, el ejercicio del derecho a decidir y la propia constituci¨®n de un Estado propio o independiente, han quedado desbordados. Por inalcanzables, claro est¨¢. Pero tambi¨¦n por la radicalidad y a la vez la sencillez del objetivo que ahora les sustituye: la democracia, a la que se da por liquidada en Catalu?a y en buena l¨®gica en Espa?a.
El salto a la nueva fase no se ha producido de golpe. Empez¨® el 1-O con la acci¨®n de las fuerzas del orden para impedir la celebraci¨®n de un refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n para la independencia de Catalu?a, pero se ha enervado con el procesamiento por rebeli¨®n y el encarcelamiento de la c¨²pula dirigente del movimiento independentista, denunciada por los afectados como un regreso a la dictadura.
La alegr¨ªa entre los dirigentes de la CUP, especialmente los m¨¢s veteranos, es tan intensa como la tristeza de quienes la c¨¢rcel sufren estos d¨ªas. La CUP no tiene presos, y su ¨²nica exiliada no lo es por necesidad ¡ªni siquiera hay cargos serios contra Anna Gabriel¡ª sino por opci¨®n libre que justifica la radicalidad de unas posiciones que gravitan sobre la eventual libertad de los encarcelados provisionalmente. Esta responsabilidad sobre la libertad de las personas la comparten, por cierto, con los huidos de la primera hora, especialmente con Puigdemont, cuyo comportamiento ha condicionado sin duda alguna la actitud de la justicia a la hora de decretar prisiones preventivas.
La nueva fase se caracteriza por sus intensos efectos retroactivos. La democracia espa?ola y el autogobierno de Catalu?a eran una ficci¨®n que ha quedado desenmascarada. La transici¨®n, una vergonzosa conjura de reparto de poder entre franquistas y antifranquistas traidores a su causa. Aparece de nuevo, resucita, el franquismo desnudo como identidad aut¨¦ntica de Espa?a, su Estado y, sobre todo, la Monarqu¨ªa.
Ya que no se pudo realizar un refer¨¦ndum de independencia internacionalmente reconocido, ya que no se pudo tampoco proclamar y conseguir la Rep¨²blica Catalana, ahora se trata de derrocar el r¨¦gimen franquista y construir y proclamar la rep¨²blica que la CUP ha imaginado, m¨¢s cerca de Venezuela que de Singapur, por supuesto. Terminar de una vez con el Proc¨¦s y con el procesismo y recuperar as¨ª la tarea pendiente que la generaci¨®n revolucionaria de la transici¨®n dej¨® incompleta.
Contribuyen sobremanera a la construcci¨®n de la nueva din¨¢mica antifranquista las experiencias de la ciudadan¨ªa independentista entre octubre y marzo, entre la represi¨®n del refer¨¦ndum y el procesamiento por rebeli¨®n de sus dirigentes. Un gran n¨²mero de dirigentes y de militantes independentistas ha tenido la oportunidad en estos meses de superar el largo momento festivo y folcl¨®rico de las Diadas esteladas para incorporar a sus propias biograf¨ªas experiencias de clandestinidad, resistencia, violencia policial y finalmente c¨¢rcel y exilio.
Una vez hemos conseguido invocar el fantasma y que este se haga realidad, el problema consiste en conseguir que se quede, en retenerle. Y el drama es que esto solo se puede hacer bajo la direcci¨®n de la CUP. El objetivo hasta ahora no era realmente la rep¨²blica. Y si lo era, a la vista est¨¢ que exist¨ªa plena conciencia de que no exist¨ªan los instrumentos para convertirla en una realidad. Las ¨²nicas fuerzas realmente existentes serv¨ªan para llegar exhaustos al flatus vocis de una mera proclamaci¨®n sin consecuencias. La estampida y la inacci¨®n gubernamental que siguieron indican que las consecuencias ten¨ªa que ir a cargo del gobierno de Rajoy. Como as¨ª ha sido.
Lo que con tanto ah¨ªnco y tozudez se buscaba, por tanto, era la suspensi¨®n de la autonom¨ªa, y a ser posible de la forma m¨¢s poderosa que se pudiera imaginar: aplicaci¨®n del 155, detenciones y procesamientos que permitieran de una vez proclamar el retorno del franquismo, ya que no hab¨ªa forma de conseguir que la proclamaci¨®n de la rep¨²blica se tradujera en efecto pr¨¢ctico alguno.
El regreso del franquismo une moment¨¢neamente a los independentistas, pero es claramente insuficiente porque no resuelve ni un solo dilema de futuro. Sirve para dar la patada hacia delante, quiz¨¢s para intentar llegar as¨ª, en estas penosas condiciones, hasta las municipales, pero no para gobernar. No tapa en ning¨²n caso la derrota y la desnudez del procesismo, acabado y enterrado, sin horizonte ni perspectivas, sin programa ni ideas para ampliar la base que no sean a?adirse disciplinadamente al desfile revolucionario tras las banderas insurreccionales de la CUP.
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