La milagrosa presencia de un dios menudo
Bob Dylan ofreci¨® una actuaci¨®n buena aunque sin v¨¦rtigo en el primero de sus dos conciertos en el Liceo

Menudo como un haiku, desportillado como un mueble que estuvo completamente lacado, una pernera tapando la ca?a de una bota, la otra dejando a su pareja descuidadamente a la vista, andares septuagenarios, titubeantes e inseguros, ademanes poco arm¨®nicos y una voz mellada, maravillosamente personal que es usada como deben usarse los instrumentos, tal y como el instrumentista desea, no como mandan unos c¨¢nones que, adem¨¢s, nobleza obliga, su portador rompi¨® desde muy jovencito. All¨ª solo sobraba el lugar, el envaramiento rid¨ªculo de un Liceo demasiado impoluto para un recital imperfecto por definici¨®n, impuro por esencia y despeinado porque su protagonista jam¨¢s us¨® peine. S¨ª, era Bob Dylan en su primera aparici¨®n ante los gentiles de Barcelona, era Mahoma ante los musulmanes, era el dios ante los fieles, deslumbrados por su sola presencia, por el peso de su historia y la anonadante trascendencia de su figura. Y les habl¨®. Aunque no les dijo nada nuevo.
Cuando un artista del peso de Dylan canta, y adem¨¢s se sabe que no habr¨¢ muchas m¨¢s oportunidades de escucharle cara a cara, se anulan muchos filtros, ahogados por el torrente de evocaciones, recuerdos, fragmentos de vida y emociones que su sola presencia despiertan. Y eso que Dylan, hura?o y rabiosamente actual en el uso de su memoria, no truf¨® el repertorio de lugares comunes, sino que rebusc¨® en su pasado m¨¢s reciente una vigencia que casi todos los dem¨¢s hallan en sus inmarchitables ¨¦xitos eternos. El radiofonista John Peel vino a decir que para ¨¦l la m¨²sica era como un diario, y si nadie quiere leer el de hace una semana, ?por qu¨¦ negarse a escuchar la del d¨ªa en su constante renovaci¨®n? Pues Dylan es igual ?para qu¨¦ estar cada concierto refocil¨¢ndose al borde de la oxidaci¨®n en lo que fue si a¨²n sigue siendo? De ah¨ª que los temas populares que toc¨®, ¡°Ballad of a Thin Man¡±, ¡°Highway 61 Revisited¡±, ¡°Tangled Up In Blue¡± o, especialmente ¡°Blowin¡¯ In The Wind¡±, estuviesen cuidadosamente enmascarados para que nadie lo pudiese hallar sin m¨¢s entre sus recuerdos. El Dylan vigente que a sus 76 a?os se niega a capitular.
A¨²n con todo el concierto no fue redondo. Dif¨ªcil explicar las razones, probablemente una suma de causas entre las que muchas resultan intangibles. Pero se not¨® en la entrega del p¨²blico, atropellada al comienzo, con notables salvas de aplausos que se fueron imperceptiblemente modulando mientras en recital avanzaba. Quiz¨¢s fuera el bochornoso trato al que ese mismo p¨²blico fue sometido, con el constante ir y venir de acomodadores a la caza del prohibido m¨®vil, que hallado el transgresor singularizaban con linternazos que quer¨ªan ser escarnio p¨²blico. O quiz¨¢s, simplemente, que Dylan y su extraordinaria banda, no lograron entrar en la din¨¢mica del concierto, ese algo m¨¢gico que impide al p¨²blico marchar mentalmente de la sala y olvidar que la vida sigue e incluso pasar por alto a los que se apresuran a manifestar con aplausos de sabiondo que han reconocido los primeros acordes del tema que suena.
Y eso que hubo grandes momentos: escuchar a Sinatra pasado por el aguardiente vocal de Dylan en ¡°Melancholy Mood¡± y en ¡°Full Moon and Empty Arms¡±, ver c¨®mo la lija no puede disimular la belleza l¨ªrica de ¡°Autumn Leaves¡±, a la que otorg¨® un tono crepuscular, casi terminal, escuchar un blues ajado y por lo tanto pertinente como ¡°Early Roman Kings¡± o, sin m¨¢s, dejarse llevar por el sonido de un grupo que evocaba el paisaje seco y ¨¢rido de las palabras de Cormac McCarthy, o la sonoridad de los Apalaches ¡°redneck¡±. Pero no fue, sin duda, el mejor concierto que Dylan ha realizado en Barcelona, fue un concierto m¨¢s de Dylan, ese dios tan grande que no necesita ser iluminado m¨¢s que sus m¨²sicos, ese dios que, como hicieran Fugazi, no act¨²a bajo deslumbrantes juegos de luz, en el Liceo siempre crema, ese dios autosuficiente y orgulloso que como apagaba la luz entre tema y tema no ve¨ªa a su p¨²blico en pie tras ¡°Desolation Row¡±, ese dios que s¨ª, se apareci¨®, pero no para decirnos algo revelador m¨¢s all¨¢ de su milagrosa presencia.
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