Mi viejo profesor
Font i Rius, fallecido a los 102 a?os, fue un gran pedagogo, daba una clases formidables, preparadas al mil¨ªmetro
Hoy cumplir¨ªa 103 a?os Josep M. Font i Rius, mi viejo profesor de Historia del Derecho, si no fuera porque falleci¨® la semana pasada, rodeado del dolor de los suyos y de sus amigos pero ante el absoluto silencio de las autoridades, incluso las acad¨¦micas, y que yo sepa, ning¨²n reflejo en los peri¨®dicos. Hoy la familia, discretamente, celebrar¨¢ un funeral en su recuerdo. As¨ª mueren los verdaderos sabios en estos tiempos l¨ªquidos de posverdades. La escala de valores, morales y sociales, est¨¢ muy degradada. Alg¨²n d¨ªa lo pagaremos, probablemente ya lo estamos pagando.
La muerte de Font i Rius me trae recuerdos de mis tiempos de facultad, en la primera mitad de los a?os sesenta. Me trae el recuerdo de mis primeros profesores, la impresi¨®n que me causaron. Yo no s¨¦ ahora, pero entonces el paso de un colegio a la universidad era un gran salto, un cambio de nivel: de adolescentes a adultos. Y un factor importante para que ello sucediera era la categor¨ªa de los profesores.
En primer curso de Derecho, en el edificio reci¨¦n estrenado de la Facultad en Pedralbes, un bello ejemplo de arquitectura funcional, tuve tres extraordinarios profesores: ?ngel Latorre, Manuel Jim¨¦nez de Parga y Josep M. Font i Rius. Cada uno en su estilo, todos ellos eran grandes maestros, personalidades que te impactaban desde el primer d¨ªa. Entonces me d¨ª cuenta que ya no estaba en el colegio, que estaba en la universidad.
Latorre, catedr¨¢tico de derecho romano, era un profesor muy cercano al alumno, interesado por el mundo de la cultura y de la pol¨ªtica, enfocaba su disciplina como una introducci¨®n al derecho privado, explicando las instituciones jur¨ªdica romanas con ejemplos en los que aprend¨ªas a razonar. Ello te serv¨ªa para comprender que el derecho es b¨¢sicamente interpretaci¨®n y argumentaci¨®n en base a hechos y normas jur¨ªdicas. Esto lo comprend¨ª m¨¢s tarde, pero siempre me acord¨¦ de Latorre, de sus impl¨ªcitas ense?anzas.
Jim¨¦nez de Parga, catedr¨¢tico de derecho pol¨ªtico, era muy distinto: lo que subyugaba en ¨¦l era la brillantez de su discurso, su capacidad de enlazar alg¨²n hecho del d¨ªa con las grandes ideas pol¨ªticas y de all¨ª derivar a los conceptos que quer¨ªa trasmitir, desde los cl¨¢sicos griegos y romanos a los m¨¢s recientes maestros de la literatura jur¨ªdico-pol¨ªtica. La clase, en general de tema imprevisto, era como un discurso en favor de la democracia bas¨¢ndose en la gran tradici¨®n brit¨¢nica, norteamericana y francesa, con una armadura te¨®rica de alto nivel.
Font i Rius, catedr¨¢tico de historia del derecho, era la muestra, casi la caricatura, del sabio investigador siempre a la b¨²squeda del documento medieval que confirmara, o no, las tesis que defend¨ªa en el trabajo que estaba llevando a cabo. Se suele unir el car¨¢cter de sabio con el de despistado. No s¨¦ si era despistado, pero el doctor Font ten¨ªa ese aspecto, deambulando por la Facultad parec¨ªa absolutamente inmerso en investigaciones hist¨®ricas, siempre en busca de cartas pueblas desconocidas que deb¨ªan causar gran sensaci¨®n al darlas a conocer en la ponencia que estaba preparando para un congreso internacional o para una intervenci¨®n en el Instituto de Estudios Catalanes o la Academia de Buenas Letras.
Font fue un gran investigador, a veces este tipo de profesores descuidan la docencia, explican lo que investigan y poco m¨¢s. En este caso era lo contrario: Font i Rius fue un gran pedagogo, daba una clases formidables, preparadas al mil¨ªmetro. Durante los primeros cinco minutos recordaba los aspectos centrales de la clase anterior dialogando con los alumnos y, a partir de este momento, arrancaba su nueva explicaci¨®n con claridad, orden y sistema. Era f¨¢cil tomar apuntes, al final resultaban un compendio de lecciones bien estructuradas.
Font, adem¨¢s, fue mi decano en aquellos a?os. Hombre temeroso, tambi¨¦n era una persona digna, dign¨ªsima. En tercero, mis compa?eros de clase me encargaron organizar un ciclo de tres conferencias, le propuse a Font como decano que invitara a Aranguren, Pierre Vilar y Murillo Ferrol (que substituy¨® a Tierno Galv¨¢n, por aquel tiempo dando un curso en Puerto Rico). Le parecieron muy bien estos nombres, hizo editar un folleto explicativo y las presidi¨® todas en una aula magna repleta de estudiantes.
Investigador, docente, buen decano, gran persona, hoy muchos se acordar¨¢n de Font Rius, de aquella universidad, de aquellos tiempos. Contra el olvido el recuerdo.
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