Acumulaci¨®n de fuerzas
Ahora hay que hacer pol¨ªtica de alianzas, puesto que los bloques estan muy definidos y apenas se mover¨¢n en el futuro
Nadie discute ya la cuesti¨®n. Ni siquiera dentro del independentismo m¨¢s rupturista y radicalizado. Las fuerzas son insuficientes para alcanzar el objetivo perseguido. Mucho es el capital acumulado, que se acerca a la mitad salv¨ªfica en las sucesivas votaciones, pero a¨²n falta un trecho m¨¢s para disponer de una mayor¨ªa social.
Este argumento contiene un atisbo de autocr¨ªtica respecto a las famosas condiciones objetivas, las circunstancias indispensables que los cl¨¢sicos requer¨ªan para acceder al momento redentor de la ruptura revolucionaria. Por muy favorables que fueran las condiciones subjetivas, y en este caso nadie puede discutirlo, nada se podr¨¢ hacer sin esas otras condiciones, entre las que se incluye otro t¨®pico de nuestros cl¨¢sicos, la correlaci¨®n de fuerzas.
Todo este lenguaje de aroma leninista pertenece tambi¨¦n al realismo pol¨ªtico, a la exigencia intelectual de una mirada que no se deje enga?ar por las apariencias, los deseos, los sentimientos y las pasiones pol¨ªticas. El revolucionario tiene que captar el momento maquiav¨¦lico, la oportunidad ¨²nica que le ofrece la historia para proceder al asalto.
Quienes decidieron lanzar al entero nacionalismo en pos de la descabellada idea determinista de una secesi¨®n inmediata, a plazo fijo y sin retroceso, creyendo extraer sus estrategias del caudal leninista y maquiav¨¦lico, han incurrido en formas de autoenga?o y de idealismo aut¨¦nticamente suicidas. Contaban con las condiciones subjetivas y con parte de las objetivas (la crisis financiera, la sentencia del Estatut, la crisis institucional espa?ola, la debilidad de Rajoy y del PP), pero les ha fallado estrepitosamente la correlaci¨®n de fuerzas (el Estado era m¨¢s fuerte de lo previsto, no hab¨ªa ni un solo aliado ni amigo en Europa, apenas en el resto de Espa?a, e incluso les crecieron los adversarios en Catalu?a en forma de reacci¨®n espa?olista).
Hace falta acumular m¨¢s fuerzas, les ven¨ªan diciendo los intelectuales m¨¢s amistosos con sus prop¨®sitos o al menos con sus actitudes. Y algunos siguen dici¨¦ndolo todav¨ªa ahora mismo, como si no hubiera m¨¢s capacidad cr¨ªtica que la de este disco rayado para parar los pies a las aventuras disparatadas de Puigdemont por las Europas.
Quiz¨¢s interese aclararlo de una vez: puede que fuera verdad hasta el oto?o pasado, pero ahora ya es una verdad defasada e inv¨¢lida, una mentira. No hay m¨¢s fuerzas que reba?ar. Todo lo que se pod¨ªa acumular ya se ha acumulado. Las ganancias futuras ser¨¢n marginales, si acaso no se produce una lenta pero inexorable erosi¨®n, fruto m¨¢s del cansancio que de la rendici¨®n, entre los partidarios de este intento de secesi¨®n unilateral que hemos vivido.
El estancamiento del independentismo y el correlato de consolidaci¨®n de un bloque radicalmente enemigo significa el inicio de una nueva etapa en la que ya no se producir¨¢n incrementos notables ni desplazamientos en la opini¨®n. Catalu?a est¨¢ profundamente dividida. En bloques se dir¨ªa que perfectamente estancos. Hay una Catalu?a que se siente ofendida por los porrazos del 1-0, los presos y la ausencia de Puigdemont, al igual que hay una Catalu?a que no perdona las leyes antiestatutarias y anticonstitucionales del 6 y 8 de septiembre, que significaron la desposesi¨®n de sus derechos pol¨ªticos para aquellos catalanes disconformes con la ruptura unilateral con el marco legal. Hay una Catalu?a que se lamenta por los presos, m¨¢s amplia que la independentista, al igual que hay otro Catalu?a indiferente a la suerte de quienes han vulnerado a conciencia la legalidad e incluso han hecho exhibici¨®n de ello. Hay una Catalu?a que solo ve inocencia y libertad de expresi¨®n, donde la otra Catalu?a ve perversa deslealtad y actos pol¨ªticos al menos sediciosos.
Estas dur¨ªsimas contraposiciones no cambiar¨¢n en los pr¨®ximos meses. La ¨²nica posibilidad de un movimiento significativo en la c¨¦lebre correlaci¨®n de fuerzas interna vendr¨ªa dada por la consolidaci¨®n de un tercer bloque, la tercera Catalu?a, capaz de imponer su ritmo y su agenda sobre las dos Catalu?as polarizadas que actualmente rigen en el escenario pol¨ªtico. No hay que hacer muchos esfuerzos para intuir su programa: gobierno efectivo, defensa de los actuales niveles de autogobierno, reforma federal, compromiso con la Constituci¨®n y en el horizonte la resoluci¨®n m¨¢s civilizada posible al problema de los delitos y de las penas.
La cuesti¨®n de la acumulaci¨®n de fuerzas, por tanto, ha sufrido una profunda mutaci¨®n. Ahora se trata de establecer una pol¨ªtica de alianzas que rompa la din¨¢mica polarizada. El bloque independentista, si quiere crecer, tiene que empezar a ser menos bloque y m¨¢s brazo tendido hacia la tercera Catalu?a, que es donde encontrar¨¢ a los amigos que necesita para conservar lo esencial, recuperar el aliento y limitar los da?os y consecuencias de sus decisiones y acciones rupturistas. Un movimiento de esta naturaleza no dejar¨¢ de tener consecuencia tambi¨¦n en el tercer bloque, que ha crecido defensivamente ante la constante y temible acumulaci¨®n de fuerzas independentista.
Abandonar la idea de la acumulaci¨®n de fuerzas tiene sus inconvenientes. El mayor es que significa un reconocimiento, aunque sea impl¨ªcito, de que la independencia de Catalu?a nunca tendr¨¢ lugar por una din¨¢mica que conduzca a una mayor¨ªa imbatible e irreversible, como Artur Mas ped¨ªa en fecha ya tan lejana como noviembre de 2012, cuando empez¨® a perder diputados a chorro. El m¨¦todo elegido desde entonces es muy bueno para crecer de prisa y de forma muy compacta, pero lo es tambi¨¦n para dividir el pa¨ªs. Nadie puede pensar en un futuro interesante, con independencia o sin ella, aunque m¨¢s bien sin ella, con un pa¨ªs cuarteado como el que tenemos ahora. La cuesti¨®n de cara al futuro, ya no lleva a escoger entre una independencia que se ha revelado inviable y el estatus quo, sino entre instalarnos y profundizar en la divisi¨®n o empezar cuanto antes a curarla y superarla.
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