Condenados a la inestabilidad
Nada invita a pensar en Quim Torra como el elemento pacificador que necesita Catalu?a
Si todav¨ªa quedaba alguien que confiaba en que las idas y venidas de diputados independentistas a Berl¨ªn iban a culminar con la designaci¨®n de un gobierno ¨²til y ¡°efectivo¡± como promet¨ªa el secesionismo, hoy no puede estar m¨¢s defraudado. Ni el qui¨¦n, ni el c¨®mo, invitan a pensar en Quim Torra como el elemento pacificador que necesita Catalu?a para salir de la crisis pol¨ªtica y social en la que se encuentra inmersa desde hace muchos meses.
Puigdemont ten¨ªa en su candidatura algunos perfiles que podr¨ªan haber asumido un papel acorde con el di¨¢logo que, aunque tarde y sin apenas concreci¨®n, parece querer abordar Mariano Rajoy. Pero basta una ojeada a los diarios de sesiones y a los mensajes en redes sociales del futuro Molt Honorable para darse cuenta de que Puigdemont no buscaba un pacificador, sino todo lo contrario. El tono de burla y hasta de desprecio de Torra hacia todo lo espa?ol, as¨ª como su falta de empat¨ªa hacia los no independentistas no hacen presagiar nada bueno en este sentido. Todo el mundo tiene derecho a cambiar y, por supuesto, gozar de cien d¨ªas de gracia, pero no parte de una buena posici¨®n.
Tampoco las formas en las que llega esta designaci¨®n invitan al optimismo. Puigdemont ha querido comunicar su elecci¨®n sin acordarlo, ya no con sus socios de Esquerra Republicana. Tampoco su propio partido, el PDeCAT ha podido intervenir en la selecci¨®n. Torra es, m¨¢s que nunca, un presidente fruto de la dedocracia. Y Puigdemont, designado en su d¨ªa por Artur Mas, ya ten¨ªa mucho de ello.
Quiz¨¢ lo mejor de toda la operaci¨®n acabe siendo el car¨¢cter provisional que se le quiere dar el futuro presidente. Torra, al fin y al cabo, tiene el encargo de recuperar el autogobierno de Catalu?a y preparar la Generalitat para otro ciclo electoral, que llegar¨¢ en el momento en el que el independentismo se vea con fuerzas para afrontar ¨Cy ganar- otras elecciones. Mientras tanto, Catalu?a seguir¨¢ condenada a la inestabilidad por falta de un gobierno que piense en todos los catalanes.
En un ejercicio de optimismo se puede llegar a pensar que Torra ser¨¢ capaz de librarse de la sombra y la tutela de Puigdemont y que har¨¢, no tanto lo que promet¨ªa su programa electoral, como lo que realmente necesita Catalu?a. Incluso se puede llegar a confiar en una paulatina vuelta a la normalidad. Pero su tuit de aceptaci¨®n del puesto de 132 presidente de la Generalitat provoca un brusco aterrizaje enla realidad. Torra se limita a aceptar ¡°el encargo del presidente leg¨ªtimo, Carles Puigdemont¡±. Ser¨ªa bueno que Torra vaya admitiendo que, en una democracia parlamentaria como la nuestra, quien propone un candidato a la investidura no es otro que el presidente del Parlament. Y que el presidente leg¨ªtimo, si todo va como est¨¢ previsto, no ser¨¢ nadie m¨¢s que el propio Torra. El futuro Molt Honorable est¨¢ a tiempo de corregir el tiro. Solo falta que comience a asumir su verdadero papel.
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