La divisi¨®n del ¡®proc¨¦s¡¯ se cuela en las aulas
La escuela catalana vive sus momentos m¨¢s convulsos por la tensi¨®n pol¨ªtica derivada del conflicto independentista y las acusaciones de adoctrinamiento
La escuela catalana vive su momento m¨¢s convulso desde la restauraci¨®n de la democracia. Su relaci¨®n con el proceso independentista y las quejas por adoctrinamiento han exacerbado el debate sobre el modelo educativo, una controversia en la que se mezclan posicionamientos pol¨ªticos ajenos a los colegios y enfrentan a posiciones irreconciliables. Pero si en lo que coinciden todas las partes es que el terremoto que ha dinamitado tantos consensos en Catalu?a en los ¨²ltimos a?os ha llegado al sistema educativo. ¡°Era casi inevitable¡±, considera Xavier Mart¨ªnez-Celorrio, profesor de Sociolog¨ªa de la Educaci¨®n en la Universidad de Barcelona. ¡°Cuando se contraponen dos formas tan distintas de entender la sociedad catalana, ambas confluyen en su intento de influir sobre la escuela¡±.
Durante el pasado oto?o, mientras Catalu?a viv¨ªa momentos de gran tensi¨®n ¡ªfractura del Parlament, refer¨¦ndum ilegal, violenta intervenci¨®n policial y fallida declaraci¨®n de independencia¡ª, docentes, padres y alumnos se enfrentaron en algunos centros a la tesitura de mostrar por primera vez sus discrepancias cara a cara. Los colegios fueron utilizados como centros de votaci¨®n y en ellos se organizaban actos como los del 2 de octubre, convocados ¡ªen alg¨²n caso por la propia Generalitat¡ª como protestas contra la violencia policial del 1-O pero interpretadas por otros como un nuevo paso en la estrategia de agitaci¨®n independentista.
El resultado ha sido una escalada de denuncias. En Sant Andreu de la Barca (Barcelona) y La Seu d¡¯Urgell (Lleida), la justicia investiga los comentarios de menosprecio supuestamente vertidos por algunos docentes contra hijos de guardias civiles. El S¨ªndic de Greuges (defensor del pueblo catal¨¢n) ha recibido 30 quejas y consultas por adoctrinamiento. Y la Alta Inspecci¨®n de Educaci¨®n estudia otros 134 casos por el mismo motivo, seg¨²n el delegado del Gobierno en Catalu?a, Enric Millo.
Unas denuncias a las que resulta muy dif¨ªcil poner rostro por la petici¨®n de anonimato de los implicados, pero que ilustran la existencia de varias controversias superpuestas. En unos casos, se cuestionan los contenidos: ¡°Se presenta a Espa?a como algo ajeno y perjudicial para Catalu?a¡±, lamenta una madre de Barcelona. En otros, la forma de explicar lo que ocurre fuera de las aulas: ¡°La maestra de mi hijo de 10 a?os se despach¨® a gusto contra la polic¨ªa. Tambi¨¦n dec¨ªa que no pasaba nada si las empresas se iban de Catalu?a¡¡±, explica otra madre del Vall¨¨s, que ha denunciado el caso al Ministerio de Educaci¨®n. Algunos docentes, como una profesora del Baix Llobregat, ponen el foco en la relegaci¨®n del castellano: ¡°Se me ha llegado mandar hablar en catal¨¢n en una reuni¨®n. Y he visto a una compa?era gritar a un ni?o por usar el castellano¡±, afirma. Y un agente policial recuerda como ¡°tras a?os de llevar a los ni?os contentos a la escuela, algo cambi¨® cuando vieron que en ella se votaba contra Espa?a¡±.
Los datos disponibles ¡ªcantidad y motivos de las quejas que han trascendido¡ª permiten extraer algunas conclusiones. Una es que, pese a la confrontaci¨®n pol¨ªtica, gran parte del sistema educativo ¡ªm¨¢s de 4.000 centros y casi un mill¨®n de alumnos en educaci¨®n primaria y secundaria¡ª ha sorteado sin incidencias los meses de mayor tensi¨®n. Los problemas planteados se concentran en unos pocos centros, casi siempre situados en zonas con menor apoyo al independentismo.
Otra, que en el modelo educativo se ha ido acumulando malestar que ha ido abriendo nuevas disputas. La primera fue la de la lengua. En los ¨²ltimos tiempos ha adquirido m¨¢s virulencia el supuesto adoctrinamiento, es decir, los contenidos y la forma de presentarlos. Y, desde hace un a?o, ha irrumpido la controversia por el uso partidista de un espacio p¨²blico como es la escuela, donde se celebran actos de apoyo a los l¨ªderes independentistas, como el s¨¢bado pasado en Vilassar de Mar (Barcelona).
¡°Con el paso del tiempo se ha ido rompiendo el gran acuerdo con el que arranc¨® el modelo educativo¡±, explica Albert Branchadell, profesor de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona. Este recuerda que ¡°el gran consenso alcanzado en la primera ley de normalizaci¨®n ling¨¹¨ªstica, de 1983, se rompi¨® en la segunda, de 1998. ERC consider¨® que se quedaba corta y el PP que iba demasiado lejos¡±.
La primera ley, que sent¨® las bases del uso preeminente del catal¨¢n, fue una apuesta de la izquierda, que quiso trasladar a las aulas las complicidades tejidas en f¨¢bricas y barrios durante el franquismo. El catal¨¢n y su recuperaci¨®n tras 40 a?os de dictadura, m¨¢s que motivo de divisi¨®n, era considerado una v¨ªa de integraci¨®n y un ascensor social. Pese al consenso, ya entonces hubo focos de oposici¨®n al modelo, minoritarios pero combativos, que rechazaban la ¡°marginaci¨®n del castellano¡± y que cristalizaron en el llamado Manifiesto de los 2.300. La ley acab¨® en el Tribunal Constitucional, que en 1994 ¡°aval¨® lo hecho hasta entonces con la inmersi¨®n, pero tambi¨¦n sent¨® las bases de lo que vendr¨ªa despu¨¦s, al establecer que no pod¨ªa excluirse al castellano como lengua vehicular¡±, afirma Branchadell.
Resulta dif¨ªcil entender la intensidad que rodea el debate sin tener en cuenta que la historia de la escuela catalana es un reflejo de la pol¨ªtica de esta comunidad, marcada ahora por el proc¨¦s. Esto explica las posiciones casi irreconciliables. Joan Mena (En Com¨² Podem), Bernat Sol¨¦ (ERC) y Llu¨ªs Font (Junts per Catalunya) comparten la visi¨®n de que la escuela ¡°sigue manteniendo su papel cohesionador e integrador en una sociedad compleja, que ha recibido una oleada de inmigraci¨®n y que se enfrenta a nuevos y grandes retos; los ataques que recibe ocultan una voluntad de minar el autogobierno¡±. Los tres partidos, la asociaci¨®n de padres Fapac, los sindicatos con representaci¨®n y muchas otras entidades forman un amplio frente ¡ªcon gran peso dentro del sistema educativo¡ª que defiende el modelo. Este frente cree que buena parte de las denuncias han sido alentadas o magnificadas por intereses pol¨ªticos. Y recuerdan que cinco de los nueve docentes denunciados en Sant Andreu ya han sido exculpados.
Para el PP y Ciudadanos el consenso en torno a la escuela nunca ha existido o dej¨® de tener sentido el d¨ªa que ¡°el nacionalismo decidi¨® convertirla en punta de lanza de su proyecto de construcci¨®n nacional¡±, seg¨²n Andrea Levy (PP). Sonia Sierra, de Ciudadanos, niega ¡°el dogma del catal¨¢n como cohesionador social: ning¨²n estudio internacional lo avala¡±.
Situaci¨®n de trincheras
Para la Asamblea por una Escuela Biling¨¹e, entidad minoritaria pero de creciente actividad, ¡°el nacionalismo lleva 30 a?os manipulando la educaci¨®n¡±. ¡°Nunca ha habido consenso, sino sometimiento¡±, zanja Ana Losada. El sindicato AMES ¡ªsin representaci¨®n, pero que se presentar¨¢ por primera vez a las pr¨®ximas elecciones coaligado con CSIF¡ª denuncia ¡°planteamientos partidistas y tendenciosos en los libros de Ciencias Sociales de 5? y 6? de primaria¡±, explica Antonio Jimeno. El ministerio de Educaci¨®n encarg¨® un informe a la Alta Inspecci¨®n sobre el caso pero a¨²n no lo ha hecho p¨²blico.
En esta situaci¨®n de trincheras, cuesta encontrar posiciones intermedias. Eva Granados, del PSC, es una de ellas. ¡°La escuela como v¨ªa de integraci¨®n era el verdadero sentido del modelo. Ahora ha quedado atrapada entre dos nacionalismos en pugna por imponer sus postulados¡±, lamenta.
Para Albert Branchadell, la tensi¨®n de fondo ha hecho fracasar todas las iniciativas para flexibilizar el modelo. ¡°Cuando el segundo Gobierno tripartito trat¨® de implementar la tercera hora en castellano, se top¨® con una gran oposici¨®n. Fue visto como una amenaza a todo el modelo, cuando no hay razones objetivas para pensar que m¨¢s horas o asignaturas en castellano lo sea¡±, afirma.
Algo parecido ocurre con la negativa de la Generalitat a incluir en las hojas de inscripci¨®n una casilla que permita elegir a los padres una mayor presencia del castellano en la educaci¨®n de sus hijos. Este litigio, que se arrastra desde la sentencia del Tribunal Constitucional de 1994, ha llevado a 40 familias a reclamar en los tribunales que sus hijos reciban el 25% de las asignaturas en castellano. Seis de ellas han logrado una sentencia favorable, pero la aplicaci¨®n de los fallos est¨¢ siendo en la pr¨¢ctica muy compleja.
Los expertos defienden que ¡°es necesario desescalar el conflicto, porque la situaci¨®n actual solo radicaliza posiciones y perjudica a la propia escuela¡±, considera Mart¨ªnez-Celorrio. ¡°Hay una cuesti¨®n larvada de descontento de algunas familias que viene de lejos. Pero no creo que se haya roto el consenso. El modelo catal¨¢n est¨¢ muy arraigado¡±, estima Maria Vinuesa, de la Asociaci¨®n Rosa Sensat, con gran prestigio pedag¨®gico. Albert Branchadell aboga por ¡°abandonar el frentismo¡±. ¡°El calor del debate impide a las partes flexibilizar posiciones. Es necesario tender puentes y buscar nuevos acuerdos¡±.
La d¨¦bil huella de la escuela en la identidad nacional
La escuela tiene gran importancia en la formaci¨®n de los valores del ni?o, coinciden todos los expertos. Pero su incidencia en la identidad nacional del menor es muy reducida, seg¨²n las investigaciones realizadas sobre la materia, que concluyen que la familia y el entorno social cercano son mucho m¨¢s determinantes. El polit¨®logo Llu¨ªs Orriols ha mostrado en un trabajo reciente que ¡°el aumento del independentismo de los ¨²ltimos a?os poco tiene que ver con la escuela¡±. ¡°El independentismo ha crecido en todas las franjas de edad, incluso entre las educadas en el franquismo¡±, afirma.
Laia Balcells, profesora de la Universidad de Georgetown, sit¨²a el fen¨®meno en perspectiva hist¨®rica. "La escuela s¨ª dej¨® una enorme huella en lugares como Francia, donde la primera generaci¨®n escolarizada lo fue en torno a unos valores frente a los que los padres, a menudo analfabetos, no pod¨ªan competir", explica. "Pero a partir de esa primera generaci¨®n, es la familia la que en gran medida asume ese rol. En las rep¨²blicas B¨¢lticas y Catalu?a, por ejemplo, el adoctrinamiento de la Uni¨®n Sovi¨¦tica y el franquismo fracasaron porque la primera escolarizaci¨®n ya se hab¨ªa producido. Las familias ten¨ªan y transmitieron una identidad distinta a la que se les quer¨ªa imponer".
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