Una rep¨²blica sin ley
El secesionismo que ha ido apart¨¢ndose del 'proc¨¦s' expresa sus lamentos pero no formula remedios. Es una posici¨®n que sigue alejada de la lealtad a la ley
Una de las inc¨®gnitas m¨¢s accidentadas de una hipot¨¦tica rep¨²blica independiente de Catalu?a es cu¨¢l de los tres poderes ¡ªlegislativo, ejecutivo y judicial¡ª ir¨ªa peor. Por desgracia, no es una iron¨ªa suponer que lo que mejor funcionar¨ªa ser¨ªa un ej¨¦rcito propio, dada la necesidad de proteger las fronteras del acoso espa?ol, una necesidad apuntada desde sus or¨ªgenes por los sectores paramilitares del independentismo que el actual presidente de la Generalitat aglutina con sus encomios a los ¡°escamots¡± de octubre de 1934.
La reivindicaci¨®n de un esp¨ªritu castrense catal¨¢n fue propugnada por los Quaderns de l'exili y espec¨ªficamente por Raimon Gal¨ª, uno de los mentores de Jordi Pujol. Pujol nunca ha negado su admiraci¨®n por las virtudes castrenses aunque se fue alejando de las tesis radicales de Gal¨ª. La alternativa a un ej¨¦rcito de la rep¨²blica catalana fuera de la OTAN y de la pol¨ªtica de seguridad europea ser¨ªa convertirse en protectorado bajo el paraguas defensivo de Rusia o China. Despu¨¦s de haber achacado al Estado los comportamientos de Corea del Norte o de Turqu¨ªa, no parece que la ciudadan¨ªa de Catalu?a saliera ganando.
A la vista de la fugacidad con la que transcurri¨® la m¨¢s reciente declaraci¨®n de independencia por parte del parlamento de Catalunya, es deducible que los trabajos del poder legislativo de la rep¨²blica catalana no ser¨ªan fluidos. Y no tan solo porque el bloque independentista ¡ªde cada vez m¨¢s resquebrajado¡ª no tiene suficiente representatividad sino porque el precedente jur¨ªdico ha sido desastroso e indigno de una comunidad aut¨®noma per se. Dados los trabajos ¨ªmprobos de la ley de transitoriedad, es leg¨ªtimo preguntarse en qu¨¦ t¨¦rminos acceder¨ªan al debate constituyente los partidos constitucionalistas. Con estos precedentes, quien sabe c¨®mo estar¨¢ concibiendo el independentismo la naturaleza jur¨ªdica del nuevo Estado imposible.
Hasta ahora, la incapacidad de previsi¨®n y los abusos improvisados han sido de tal magnitud que incluso han desorientado al ejecutivo de la Moncloa porque nadie pod¨ªa imaginarse que en el siglo XXI la Generalitat pudiese ser presidida por personajes como Carles Puigdemont o Quim Torra. En manos de la clase pol¨ªtica del independentismo, la construcci¨®n jur¨ªdica de un Estado tendr¨ªa algo de v¨ªdeojuego con rehenes, ilegalidad estratosf¨¦rica y frustraci¨®n inevitable.
Aunque siempre es err¨®neo comparar un Estado de verdad ¡ªm¨¢s o menos s¨®lido¡ª con un Estado-ficci¨®n, el caso de Italia ¡ªesa Disneylandia de la inestabilidad pol¨ªtica, pero rep¨²blica con ley¡ª puede ser aleccionador para el independentismo de la comunidad aut¨®noma catalana. Dos partidos incluso m¨¢s dispares que el expujolismo, ERC y el t¨¢ndem Puigdemont-Torra, han logrado perfilar un primer ministro que, a¨²n siendo desconocido, no es una bomba de relojer¨ªa. La Liga y Cinco Estrellas han propuesto al profesor Giuseppe Conte y eso les da cierta credibilidad. Por el contrario, la figura de Torra ha restado al secesionismo catal¨¢n la poca credibilidad que le quedaba en algunos titulares de prensa y solo tiene la complicidad de partidos excluyentes, opuestos al consenso europeo y sin una idea del bien com¨²n. Definitivamente, ¡°manca finezza¡±.
Si es que con la perspectiva de octubre ya hemos entrado en campa?a electoral con una simultaneidad de movilizaciones radicales y la consiguiente inconexi¨®n del tejido social, es adecuado tener presente que una sociedad libre requiere de abundantes centros de poder independientes del poder pol¨ªtico para contrarrestarlo. Por el contrario, en Catalu?a resulta que el poder pol¨ªtico rupturista se basa en organizaciones como ?mnium o la ANC para escenificar en la calle lo que no logra alcanzar en las urnas. Eso da como resultado todo tipo de inseguridades. Por supuesto la jur¨ªdica pero tambi¨¦n la que se deriva de tensiones ultra-conflictivas que alteran el pluralismo y tienen efectos coactivos en las personas.
En la penumbra de las confidencias off the record, el secesionismo que ha ido apart¨¢ndose del proc¨¦s expresa sus lamentos pero no formula remedios. Es una posici¨®n que sigue alejada de la lealtad a la ley y a los consensos m¨ªnimos. Habr¨¢ que deslindar hasta qu¨¦ extremos la fase protagonizada por Torra es sustancialmente iliberal. Es decir, el horizonte de una rep¨²blica sin leyes, m¨¢s pr¨®xima al golpismo soft que lanza la piedra y esconde la mano. Estar¨ªamos en las ant¨ªpodas del liberalismo jur¨ªdico. As¨ª se alimentan la desconfianza, el poder sin l¨ªmite y la sinraz¨®n. Pregunten en la Generalitat de Torra por Montesquieu y les dir¨¢n que ni est¨¢ ni se le espera.
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