Del farol a la pol¨ªtica
A diferencia del discurso ¨²nico del procesismo, la otra mitad de Catalu?a es muy diversa y no se mueve bajo una ¨²nica consigna
Muchas personas han vivido el cambio de Gobierno estatal como una oportunidad para redirigir el conflicto en Catalu?a. Si bien creo que la recuperaci¨®n de la cohesi¨®n social tardar¨¢ mucho en producirse, pol¨ªtico-institucionalmente la recuperaci¨®n del autogobierno y del cambio de perspectiva pol¨ªtica en Madrid, al menos de palabra, abren cierto margen a la esperanza. Seguramente Puigdemont y el resto de l¨ªderes independentistas en el extranjero intentar¨¢n durante alg¨²n tiempo seguir moviendo los hilos desde el ¡°espacio libre¡±; sin embargo, el empuje que les ofrec¨ªa la vigencia del 155 de la Constituci¨®n Espa?ola (CE) y el Gobierno del Partido Popular era inmejorable. Ahora, con un nuevo Gobierno en Madrid liderado por Pedro S¨¢nchez, que ya manifest¨® que no hab¨ªa habido pol¨ªtica respecto de Catalu?a en los ¨²ltimos tiempos, y con una Esquerra y un PDeCAT que resurgen y se abren al di¨¢logo, los que voluntariamente decidieron huir, se van quedando fuera de la foto.
Ahora bien, en la esfera social, como dec¨ªa, la normalidad, recoser el tejido social, tardar¨¢ en recuperarse. Los recelos entre catalanes, las desconfianzas, las descalificaciones entre analistas y opinadores, los exabruptos que se permiten algunas ex-pol¨ªticas en Catalunya, son un ejemplo de que la vida en com¨²n tardar¨¢ en volver a Catalu?a. Desde Barcelona, los no independentistas, mal llamados unionistas, no solo por los or¨ªgenes del t¨¦rmino, sino por lo variado de este grupo, podemos pensar que el fervor procesista ha disminuido. Sin embargo, en cuanto nos alejamos de algunos centros urbanos (sobre todo del ¨¢rea metropolitana de Barcelona) el ensalzamiento del procesismo y de los procesistas sigue presente y vivo. Este fen¨®meno, que se explica seguramente por construcci¨®n ideol¨®gica de largo recorrido de la que muchas no fuimos conscientes, supone que muchas localidades de Catalu?a est¨¦n tomadas por el color amarillo, color que se ha convertido en reivindicaci¨®n de la libertad de los presos, as¨ª llamados, pol¨ªticos. El uso del color amarillo, de los lazos, se defiende como ejercicio de la libertad de expresi¨®n. Sin embargo, es mucho m¨¢s que eso; es, como ya he manifestado en alguna otra ocasi¨®n, una forma de diferenciaci¨®n. Adem¨¢s, se trata del ejercicio abusivo de una libertad fundamental, dado que una parte de la sociedad ha logrado que la otra no se exprese, entre otras cosas, porque a diferencia de lo que ha ocurrido con el discurso ¨²nico, inatacable e inatacado del procesismo, la otra mitad de la sociedad es muy diversa y plural y no se mueve bajo una ¨²nica consigna, por mucho que traten de convencernos de ello. As¨ª, puede estarse en contra de las prisiones provisionales de los pol¨ªticos presos pero considerar que esto no impide que deban saldar sus responsabilidades judiciales por el desastre que desencadenaron, sobre todo, a partir del 6 y 7 de septiembre. Cabe no ser independentista, es m¨¢s, defender que la relaci¨®n de ¡°Espa?a¡± con ¡°Catalu?a¡± debe cambiar (de hecho, que todo el modelo territorial constitucional debe ser modificado), y no ser nacionalista espa?ola, ni de uno ni de otro. En definitiva, rechazar el amarillo porque supone absolver, inmunizar, a los que nos han mentido sin ning¨²n pudor. Los mal llamados unionistas comparten alguna, todas o ninguna de estas razones, porque est¨¢n etiquetando a personas con or¨ªgenes y objetivos muy diferentes entre s¨ª. Ser¨ªa m¨¢s acertado hablar de la pluralidad existente entre los no procesistas (incluidos tambi¨¦n alg¨²n independentista). Es esta pluralidad lo que ¡°permite¡± que el amarillo tome nuestras calles, nuestras playas y nuestros edificios p¨²blicos, y que sea vendido como el leg¨ªtimo ejercicio de la libertad de expresi¨®n. Se trata, m¨¢s bien, del aprovechamiento de un pensamiento uniforme sobre una realidad inexistente (as¨ª lo han dicho sus protagonistas), acompa?ado, cuando no jaleado, por instituciones y medios p¨²blicos.
En Catalu?a estamos sufriendo la irresponsabilidad de unos se?ores y se?oras que reconocen habernos mentido. Hace unos d¨ªas una consellera del Gobierno de Puigdemont, la se?ora Ponsat¨ª, reconoc¨ªa p¨²blicamente, sin rubor, entre las risas y aplausos de sus seguidores, que el proceso, sobre todo en su fase m¨¢s desaforada, era un farol; hab¨ªan jugado una partida de p¨®ker e intentaron enga?ar al otro jugador, en este caso, entiendo, al Gobierno del Estado. El farol ha supuesto que parte de sus compa?eros de filas est¨¦n en prisi¨®n provisional, que se aplicara por primera vez el art¨ªculo 155 de la CE y que la sociedad catalana se encuentre absolutamente fracturada. El farol nos ha salido car¨ªsimo, sobre todo a la ciudadan¨ªa catalana, tambi¨¦n al leg¨ªtimo proyecto independentista.
Argelia Queralt Jim¨¦nez es profesora de Derecho Constitucional de la Universitat de Barcelona.
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