Un delito borrado por los lobos
Los huesos del t¨®rax de Martin Verfondern fueron devorados por animales y el estudio forense no logr¨® pruebas de la muerte por arma de fuego
Si un esqueleto humano tiene 213 huesos, de Martin Verfondern, en junio de 2014 solo quedaba un 13%. En aquel monte castigado por el sol, la nieve y el viento, a 1.300 metros de altitud donde supuestamente el vecino Julio Rodr¨ªguez abandon¨® su cad¨¢ver, sus enseres y su Chevrolet Blazer despu¨¦s de prenderles fuego y retirar las placas de matr¨ªcula, ya no quedaban m¨¢s que el cr¨¢neo, la esc¨¢pula derecha, la cadera, un hueso del brazo izquierdo y las piezas largas, inferiores, de las piernas. Del t¨®rax, la parte de la anatom¨ªa que supuestamente hablar¨ªa de la forma de la muerte, no quedaba nada. "Faltaba toda la parrilla costal y toda la columna salvo una v¨¦rtebra", ha explicado en la tercera jornada del juicio por el crimen de Pet¨ªn el jefe de secci¨®n de patolog¨ªa forense y antropolog¨ªa forense del Imelga, Fernando Serrulla.
Adem¨¢s de a las inclemencias de un tiempo extremo, esta falta de restos en el pinar replantado de As Touzas da Azoreira (A Veiga) se explica por el hambre de la fauna. "Los extremos de los huesos largos de las piernas estaban mordidos por animales, aquella es una zona de bastantes lobos", ha comentado el forense. Y los huesos poco pesados, por acci¨®n de las alima?as, son los primeros en esfumarse. Era probable, porque sucede incluso con "los casos de suicidas que se disparan a ca?¨®n tocante", que entre las costillas y las v¨¦rtebras hubiese quedado incrustado el proyectil que nunca apareci¨® y que la Guardia Civil tampoco opt¨® por buscar con un detector de metales.
Los animales se llevan con facilidad los huesos menos pesados, como los tor¨¢cicos y los de los pies y las manos. Pero adem¨¢s, seg¨²n ha contado el forense que trabaja en el Hospital de Ver¨ªn y que recientemente se encarg¨® de estudiar el esqueleto de Diana Quer, "con frecuencia los huesos que faltan son los de las zonas donde hay lesiones": "Los carro?eros empiezan por el pecho, y no apareci¨® nada del t¨®rax. Eso dificulta much¨ªsimo el trabajo".
Aunque los huesos no evidenciaban el tipo de muerte que hab¨ªa padecido Martin Verfondern, la hip¨®tesis de la forense que acudi¨® el primer d¨ªa, en junio de 2014, para llevar a cabo el levantamiento del cuerpo, no fue otra que la del homicidio. En As Touzas da Azoreira, el paraje a 18 kil¨®metros de Santoalla con pinos perfectamente alineados y a medio crecer donde fueron abandonados el cad¨¢ver y el coche el 19 de enero de 2010, todo apuntaba a la muerte violenta del holand¨¦s. Salvo el cr¨¢neo, que hab¨ªa rodado unos metros por la pendiente, el resto de los huesos, desordenados, se hallaban "concentrados en una zona determinada" a la izquierda del cortafuegos de 25 metros de ancho que atraviesa el paraje. A la derecha de esta franja, y a unos 95 metros de distancia del grupo anterior, apareci¨® el Chevrolet enorme y destartalado que conduc¨ªa Verfondern desde que lleg¨® a su aldea de Santoalla en 1997. Tanto los huesos de la v¨ªctima como el veh¨ªculo, su ordenador, su ropa y sus discos duros estaban quemados.
De los cepillos de dientes de la v¨ªctima a los tornillos de la matr¨ªcula desaparecida
Un equipo de cuatro bi¨®logos de la Guardia Civil han declarado por v¨ªdeoconferencia desde Madrid para desgranar los tres informes que aportaron a la investigaci¨®n durante el tiempo (2010-2014) en que el caso de Santoalla fue tratado como una desaparici¨®n y el periodo posterior al hallazgo fortuito del coche y el cad¨¢ver en As Touzas. En 2010, los bi¨®logos extrajeron ADN de Martin Verfondern de un par de cepillos y un cabo de seda dental que les entreg¨® la que entonces no se sab¨ªa viuda, Margo Pool. En 2014, el laboratorio de Criminal¨ªstica recibi¨® unos fragmentos de tela, un fragmento de f¨¦mur, unas gafas y un par de "hisopos que hab¨ªan sido pasados por el tirador de la puerta del conductor del Chevrolet Blazer de la v¨ªctima y los tornillos de la matr¨ªcula". El coche de Verfondern hab¨ªa aparecido sin las placas, pero la persona que las hab¨ªa hecho desaparecer se hab¨ªa tomado la molestia de volver a enroscar las sujecciones despu¨¦s de retirarlas. Esta acci¨®n siempre extra?¨® a los investigadores, porque el todoterreno del alem¨¢n nacionalizado holand¨¦s era un modelo ¨²nico en Espa?a y ten¨ªa la chapa a manchas blancas y verdes, lijada y pendiente de repintar. La ausencia de matr¨ªcula, el d¨ªa que el coche se encontrase, no iba a cambiar nada.
De todos estos objetos hallados entre los restos del homicidio solo el f¨¦mur dio el resultado esperado. Este ADN se compar¨® con el de los cepillos de dientes y tambi¨¦n con el de un hermano de Verfondern, con el que coincid¨ªa en "m¨¢s de un 99,99%". Pero los tornillos y el tirador, presuntamente tocados por quienes transportaron el cuerpo a aquel apartado paraje, no se obtuvo ninguna prueba. Ni rastro de los criminales.
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