Vecinos en vez de ciudadanos
Al hilo del impulso dado a ese concepto se han puesto en circulaci¨®n f¨®rmulas que los portavoces municipales usan reiteradamente
Aunque la proximidad de las elecciones ha obrado milagros en t¨¦rminos de moderaci¨®n terminol¨®gica, los portavoces del gobierno del Ayuntamiento de Barcelona han mantenido su insistencia en el concepto de vecino como sujeto pol¨ªtico, una tendencia que ha producido expresiones llamativas como la de vecinificaci¨®n o incluso la m¨¢s afirmativa de revecinificaci¨®n. Algunas aportaciones de la neolengua municipal parecen tener una cierta voluntad de permanencia. Porque, en definitiva, es un lenguaje que facilita su reproducci¨®n en los medios de comunicaci¨®n y, en consecuencia, la transmisi¨®n del mensaje. Y, sobre todo, la cohesi¨®n de los votantes propios.
No es algo que est¨¦ excesivamente alejado del esfuerzo de construcci¨®n de un nuevo lenguaje que se ha hecho desde el independentismo. Lo cierto es que, al hilo del impulso dado al concepto de vecino, se han puesto en circulaci¨®n f¨®rmulas que los portavoces municipales usan reiteradamente, como ¡°devolver a los vecinos, reservar a los vecinos, proteger a los vecinos ¡¡±
Son expresiones que reflejan muy bien la unidad de mensaje que el equipo municipal est¨¢ manteniendo en su comunicaci¨®n, sin duda, la m¨¢s clara de sus prioridades de gobierno. Son f¨®rmulas que concuerdan perfectamente con el lenguaje de las pancartas que se exhiben en protestas y manifestaciones, en particular las relativas al turismo, acciones que ponen de relieve, por otra parte, una considerable discrepancia entre la n¨®mina largu¨ªsima de entidades convocantes y el escueto n¨²mero de participantes en las mismas. Es una inmensa n¨®mina de organizaciones que culmina en una FAVB muy bien situada en el competitivo lista de la subvenci¨®n p¨²blica. De este modo, una propuesta relativamente restrictiva como la de vecino est¨¢ desplazando a la universal o m¨¢s comprensiva de ciudadano. Es en cualquier caso una distinci¨®n que tiene implicaciones porque rebaja la centralidad de un concepto como el de ciudadano que es el sujeto de referencia en un sistema pol¨ªtico moderno.
Puede ser ilustrativo recurrir a la definici¨®n de vecino que se encuentra en los diccionarios. Es vecino, por ejemplo, aquel que habita con otros en un mismo pueblo, barrio o casa, que tiene casa y hogar en una poblaci¨®n, y contribuye a las cargas o repartimientos, aunque actualmente no viva en el lugar en cuesti¨®n. Vecino tiene por lo tanto una connotaci¨®n limitativa. Es el titular de unos derechos, b¨¢sicamente de car¨¢cter privado. En definitiva, de unos derechos muy concretos relacionados con la propiedad, la posesi¨®n en sentido jur¨ªdico, la presencia en un determinado espacio territorial.
Pero es una concepci¨®n que encaja con los presupuestos fundamentales del planteamiento populista y que en el caso de la pol¨ªtica urbana que nos ocupa permite una f¨¢cil integraci¨®n en el esquema dual casta/pueblo. Es muy dif¨ªcil referirse a los vecinos sin que se suscite su opuesto: el que no es vecino, el forastero. Es una oposici¨®n que remite muy directamente a la l¨®gica populista de reacci¨®n a la globalizaci¨®n, al rechazo de los intercambios y la desconfianza ante los extranjeros y visitantes. En realidad, los contenidos de algunas pancartas de los grupos antiturismo se aproximan al siniestro martilleo del on est chez nous! de los m¨ªtines de la extrema derecha francesa.
Muy distinta es la concepci¨®n jur¨ªdica de ciudadano que remite a una titularidad de derechos pol¨ªticos y civiles de car¨¢cter universal, una condici¨®n que en nuestro pa¨ªs se consolid¨® con el sistema constitucional y de la que tuvimos un adelanto en Catalu?a con la proclama de Tarradellas a su vuelta del exilio.
Ante la visi¨®n territorial e identitaria que suscita la apelaci¨®n al vecino el ciudadano refleja la idea moderna de la ciudad como espacio de libertad no sometido a la disciplina de las fronteras ni a la protecci¨®n de las banderas. En este contexto, la promoci¨®n del t¨¦rmino vecino no puede ocultar una determinada voluntad de divisi¨®n y confrontaci¨®n.
Es lo que se reflej¨®, por ejemplo, con la constituci¨®n de Turisme i Ciutat, un artefacto que escenific¨® la proyecci¨®n sobre el ¨¢mbito del turismo de la partici¨®n de la ciudad en dos esferas, una especie de adaptaci¨®n municipal de la dicotom¨ªa entre los de arriba y los de abajo, la casta y el pueblo, en este caso de los vecinos y de los empresarios. Es un esquema confrontacional ideal para la ofensiva antitur¨ªstica que han anunciado para este verano los chicos (y chicas) de Arran.
Xavier Roig es consultor.
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