La comida no se tira

Cada a?o se desperdician en el mundo 1.300 millones de toneladas de comida, un tercio de la producci¨®n total, seg¨²n Organizaci¨®n de las Naciones Unidas para la Alimentaci¨®n y la Agricultura (FAO). ¡°El desperdicio de comida es una de las principales causas que afectan a la vulneraci¨®n del derecho a la alimentaci¨®n de muchas personas¡±, dice Mari Cruz Mart¨ªn, coordinadora de Yo no desperdicio, yo comparto, una iniciativa lanzada por la ONG para el desarrollo Prosalus, en colaboraci¨®n con el Ayuntamiento de Madrid. ¡°Es un gran problema global que afecta virulentamente a muchos pa¨ªses, Espa?a entre ellos, aunque no se perciba¡±, a?ade.

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La iniciativa tiene como objetivo reducir el desperdicio de alimentos en el ¨¢mbito dom¨¦stico poniendo en contacto a personas que quieren donar alimentos y a aquellos que desean recibirlos. ¡°Existe un pensamiento generalizado de que en nuestra casa no se tira comida. Quiz¨¢s tirar un trozo de pan no nos supone una gran p¨¦rdida econ¨®mica, pero muchos trocitos, al final, suman. Un peque?o gesto puede contribuir a un cambio global¡±, argumenta Mart¨ªn. Para utilizar este servicio, tan solo hay que registrarse a trav¨¦s de su p¨¢gina web (www.yonodesperdicio.org) o de su aplicaci¨®n m¨®vil. Yo no desperdicio, Yo comparto funciona de manera estatal, aunque su mayor actividad se registra en la Comunidad de Madrid, con casi 400 usuarios activos.

Mart¨ªn explica que este intercambio de alimentos no se ve todav¨ªa como algo com¨²n, ¡°probablemente, porque no existe una transacci¨®n econ¨®mica¡±. Por eso, han comenzado a colaborar tambi¨¦n con entidades que aceptan donaciones de alimentos de particulares. ¡°Muchos de los comedores sociales que conocemos reciben la comida a trav¨¦s del banco de alimentos porque necesitan grandes cantidades y puede que nuestra peque?a aportaci¨®n, en ese caso, no sirva de mucho. Pero siempre hay alguna peque?a asociaci¨®n, despensa comunitaria, o incluso alguna parroquia para las que pueden ser muy ¨²tiles¡±, dice Mart¨ªn.

Movimiento Matrioska es otra iniciativa que trabaja para reducir el desperdicio de comida en el sector de la restauraci¨®n. ¡°No nos damos cuenta de la cantidad de comida que nos dejamos en un restaurante y que luego acaba en la basura. A veces, es incluso una cantidad importante que te puede servir para otra comida o una cena¡±, advierte una de sus fundadoras, Adriana G¨®mez. Y explica que pronto publicar¨¢n una lista de restaurantes en la Comunidad de Madrid que ofrezcan la posibilidad de llevarse las sobras ¡°en recipientes de ca?a, y no de pl¨¢stico, para as¨ª respetar tambi¨¦n el medioambiente, uno de los objetivos de la gastronom¨ªa sostenible¡±.

La gastronom¨ªa sostenible busca implementar nuevos h¨¢bitos alimenticios atendiendo a tres condiciones: que sea bueno, limpio y justo: ¡°Bueno hace referencia a la calidad del producto, limpio tiene que ver con la necesidad de respetar el medioambiente en los procesos de producci¨®n y transporte, es decir, no solo lo que comemos, sino c¨®mo llega a nuestro plato; y justo est¨¢ relacionado con la justicia social que debe regir las condiciones de trabajo, respetuosas con las personas y sus derechos¡±, explica Ainhoa Moreno, coordinadora del ¨¢rea de alimentaci¨®n de MARES Madrid, un proyecto de transformaci¨®n urbana que trabaja a trav¨¦s de la econom¨ªa social y solidaria.

MARES Madrid desarrolla programas de asesoramiento t¨¦cnico para profesionales sobre sostenibilidad en el sector alimentario y para emprendedores gastron¨®micos, creando adem¨¢s comunidades y grupos de encuentro entre ellos. ¡°Ahora mismo estamos inmersos en un plan de formaci¨®n para ayudar a profesionales de comedores escolares en la transici¨®n ecol¨®gica que lleva desarroll¨¢ndose gradualmente en Madrid desde 2015¡±, cuenta Moreno. El Consistorio madrile?o fue uno de los firmantes del Pacto de Mil¨¢n, el primer protocolo internacional sobre sostenibilidad alimentaria que remite a las ciudades. ¡°Esto significa un cambio de producci¨®n que tiene que ver con nuestros h¨¢bitos alimenticios y que obliga a estos profesionales a repensar c¨®mo hacer su trabajo¡±, concluye.