Vuelve el cl¨¢sico del ¡®ojo por ojo y cuerno por cuerno¡¯
Con ¡®Ding Dong¡¯ llega a Madrid uno de los vodeviles franceses m¨¢s famosos
Cuando Ding Dong (1896) se estren¨® por primera vez en Espa?a en 1975, la traducci¨®n del t¨ªtulo como Ojo por ojo, cuerno por cuerno describ¨ªa la l¨ªnea principal de los vodeviles costumbristas franceses: la infidelidad. En la nueva adaptaci¨®n las puertas se han transformado en toboganes, la moda francesa de etiqueta en ch¨¢ndales de la marca Adidas y los salones cerrados del Art Nouveau en parques con piscinas al aire libre. Todo lo dem¨¢s sigue siendo fiel a la idea originaria de su autor, el dramaturgo galo Georges Feydeau (1862-1921): vodevil enredos, apariencias y humor picante. El director teatral Gabriel Olivares trae esta obra cargada de situaciones surrealistas e infidelidades encadenadas a la terraza del Teatro Galileo (en cartel hasta el 1 de septiembre).
La historia comienza cuando Pontagnac, un desvergonzado franc¨¦s que no duda en tirarle los trastos a cualquier mujer que pasa a su lado, se percata de que la se?orita a la que lleva persiguiendo todo el d¨ªa por las calles de Par¨ªs es la esposa de uno de sus mejores amigos: Vatelin, un procurador y coleccionista de obras de arte falsas. Tras ese primer embrollo, un aluvi¨®n de personajes interconectados comienza a entrar a escena por los toboganes que rodean el escenario, para llenarlo de celos, mentiras, seducci¨®n y risas.
¡°El vodevil es una comedia de puertas y portazos. Cuando se abre una, cambia la situaci¨®n. Siempre tuve claro que quer¨ªa cambiar esas puertas por toboganes. Esa met¨¢fora de deslizarse vertebra el espacio, invita al juego y mejora el nivel est¨¦tico¡±, declara el director.
Conforme avanza la trama, todas las conexiones entre los personajes acaban enlaz¨¢ndose: la mujer de Pontagnac quiere vengarse por celos. Vatelin es chantajeado por Maggy, una inglesa con la que tuvo un romance y que le amenaza con cont¨¢rselo a su mujer si no se acuesta con ella. La cornuda, Lucienne, es cortejada, adem¨¢s de por Pontagnac, por R¨¦dillon, un joven libidinoso perseguido por la mujer de Pontagnac, y a ambos que les promete sexo si consiguen demostrarle que su marido le fue infiel. Un laberinto de historias donde todos los personajes buscaran satisfacer sus necesidades primarias: sexo y revancha.
¡°Si Feydeau sigue siendo un cl¨¢sico, es, entre otros motivos, porque los temas que trata son universales: la infidelidad, las apariencias, los secretos. El escaparate en el que vivimos todos. Quiz¨¢ no son los grandes temas de los que habla Shakespeare, pero tienen algo que nunca va a pasar de ¨¦poca¡±, opina Olivares.
Una de las novedades de la adaptaci¨®n es el espacio donde se desarrolla. Un escenario en medio de una terraza, rodeado de p¨²blico. Raz¨®n por la que el director decidi¨® vestir con ropa ¡°fresca¡± y de deporte ¡°al aire libre¡±, pero con un corte que recuerda a la moda que se populariz¨® en la Belle ?poque. ¡°El amor es, a veces, un deporte que consiste en meterse en la cama con otro. Ten¨ªa claro que quer¨ªa un espect¨¢culo que fuese de ¨¦poca y que ocurriera en Par¨ªs, pero con este toque [diferente]¡±, relata Olivares. Junto con el vestuario, el guion de la obra lanza a los espectadores gui?os constantes de la cultura de comienzos del siglo XX: la construcci¨®n de la Torre Eiffel, la pintura de Renoir y los musicales. ¡°Podr¨ªa haber adaptado la funci¨®n al Madrid de principios de siglo, pero me apetec¨ªa hacer un homenaje a lo franc¨¦s de una manera muy personal¡±, dice el director.
Al final de la obra, las diferentes tramas se unen en una sola, y los personajes acaban encontr¨¢ndose, asombrados y de imprevisto, en una misma sala: la habitaci¨®n de un hotel. El final, lleno de ruido esc¨¦nico, acaba liberando la tensi¨®n sexual con la que la obra se fue llenando sin parar desde el comienzo. ¡°Es un aut¨¦ntico mecanismo de relojer¨ªa perfecto. He trabajado mucho el texto con los actores: si cambias algo, toda la estructura se cae. Feydeau dec¨ªa que si los personajes de los vodeviles se paraban, se mor¨ªa. Es maravillo ver que es una obra de puro mecanismo y carpinter¨ªa teatral¡±, explica Olivera.
El lema del ojo por ojo, cuerno por cuerno sigue siendo el dardo m¨¢s directo con el que Ding Dong hace re¨ªr al p¨²blico que quiere sumergirse en los enredos burlones del vodevil franc¨¦s.?
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