No faltemos al respeto a la realidad
El independentismo intenta sumar adeptos a trav¨¦s de un (nuevo) paradigma. El problema no es Espa?a en s¨ª, sino una monarqu¨ªa que, parece ser, oprime al inexistente ¡°poble catal¨¤"
Cada vez se llama m¨¢s la atenci¨®n sobre el peligro que suponen determinados discursos pol¨ªticos para nuestras democracias. Ya no es que algunos responsables pol¨ªticos o referentes de opini¨®n p¨²blica utilicen el trazo gordo para explicar nuestras realidades; el peligro radica en que la mentira, la hip¨¦rbole, se utiliza para construir diagn¨®sticos falsos, sobre los que se desarrollan discursos alternativos sin base f¨¢ctica para los que se ofrecen f¨®rmulas pol¨ªticas ineficaces. F¨ªjense, si no, lo que ocurre con el discurso procesista en Catalu?a que, adem¨¢s, se sustenta en una constante hu¨ªda hacia adelante, en la que nada impide cambiar el argumentario cuando algunas de sus bases han sido desmentidas, o volver a puntos de partida que d¨¢bamos por superados.
As¨ª, mientras el president Torra sigue insistiendo en que Catalu?a posee, seg¨²n el Derecho Internacional, el derecho a la autodeterminaci¨®n (recuerden que ante la imposibilidad jur¨ªdica, se opt¨® por el desarrollo del ¡°derecho a decidir¡±), ahora se a?ade que la lucha por la Rep¨²blica no es necesariamente aquella non-nata tras las dos pseudo-DUIs (declaraci¨®n unilateral de independencia), sino que se trata de luchar por un estado libre de las ataduras antidemocr¨¢ticas que representa una (la) monarqu¨ªa. Se intenta sumar adeptos a la causa a trav¨¦s de un (nuevo) cambio de paradigma. El problema no es Espa?a en s¨ª, sino una monarqu¨ªa heredera del franquismo que, parece ser, oprime al inexistente ¡°poble¡± catal¨¢. Y lo digo sin atisbo de sarcasmo dado que soy una republicana convencida que preferir¨ªa que la forma pol¨ªtica del estado fuera una Rep¨²blica y no una Monarqu¨ªa, por cierto, parlamentaria. Sin embargo, no cabe confundir la lucha leal por el cambio de sistema (aunque tenemos ahora otras prioridades) y la exigencia de depuraci¨®n de responsabilidades jur¨ªdicas, con el utilitarismo fr¨ªvolo de los l¨ªderes procesistas que, desde B¨¦lgica, dan lecciones de democracia mientras el Parlament est¨¢ cerrado hasta nuevo aviso porque, como instituci¨®n partidista, solo funciona cuando hay acuerdo entre los independentistas.
Sin embargo, esta falta de respeto a la realidad, a los datos oficiales y a los resultados de las investigaciones cient¨ªficas (tambi¨¦n las sociales) ha tomado un gran protagonismo en el Partido Popular. Su flamante nuevo l¨ªder, Pablo Casado, quiz¨¢ para esconder sus propias verg¨¹enzas, se ha volcado en aprovechar la situaci¨®n de los m¨¢s d¨¦biles, los sin voz, para iniciar una nueva campa?a del miedo basada en mentiras, al estilo de Farage o del ind¨®mito Trump. Los inmigrantes que huyen de la desesperaci¨®n se han convertido en una especie lacra masiva que viene a hacerse con Espa?a, con nuestros trabajos, con nuestra sanidad, nuestra educaci¨®n, etc. Aduciendo una pol¨ªtica de papeles para todos que S¨¢nchez no ha defendido, Casado ha hablado de millones de inmigrantes africanos llegando a las costas espa?olas. Nada m¨¢s lejos de la realidad: en lo que llevamos de a?o han llegado a Espa?a (incluyendo Ceuta y Melilla) menos de 30.000 personas, seg¨²n cifras del Ministerio del Interior. Las cifras en los ¨²ltimos a?os han ido aumentando, y este a?o ser¨¢n m¨¢s, pero la culpa no es de las desesperadas que huyen de hambrunas, guerras, persecuciones y otras lacras ciertas. Los hechos son que Italia (y, en infinita menor medida, Malta), en contra de los valores y principios escritos del Derecho de la Uni¨®n Europea, ha optado por cerrar sus puertas y puertos a estas personas. Algunos Estados de la ribera sur del Mediterr¨¢neo, alentados por las pol¨ªticas migratorias de la Uni¨®n, juegan con su capacidad de regulaci¨®n de flujos como medida de presi¨®n para recibir fondos. Y, por supuesto, seguimos sin plantearnos cual es el papel de los pa¨ªses ricos en las situaciones ruinosas de los pa¨ªses de los que provienen estas personas: ?c¨®mo ha repercutido nuestra globalizaci¨®n econ¨®mica en aquellas tierras? Eso s¨ª, mientras Casado daba a la mano a los africanos en Ceuta, en el Aquarius se ha instalado una c¨¢mara frigor¨ªfica para almacenar los cad¨¢veres que se generan en sus traves¨ªas de rescate. Est¨¦n atentos a las cuentas de twitter de dos expertas en la materia, Gemma Pinyol y Amparo Gonz¨¢lez, que ni siquiera en agosto permiten que nos olvidemos de semejante horror.
Recordaba Elo¨ªsa del Pino esta semana en Agenda P¨²blica que la existencia de datos, de an¨¢lisis y de evaluaci¨®n de las pol¨ªticas p¨²blicas obligan a los que nos dedicamos al an¨¢lisis de la realidad a no quedarnos en la an¨¦cdota o en el dato coyuntural, a poner las luces largas para impedir que los argumentos falsos y los discursos populistas lleguen para quedarse y socaven la bases de nuestros sistemas democr¨¢ticos.
Argelia Queralt ¨¦s doctora en Derecho y profesora agregada de la UB.
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