R¨¢fagas antieuropeas
El ¡®proc¨¦s¡¯ ha abierto una v¨ªa de agua en el europe¨ªsmo de las derechas nacionalistas catalana y espa?ola
A nueve meses de los comicios europeos de 2019, peligra la excepci¨®n espa?ola al auge euroesc¨¦ptico y antiinmigrante en Europa. En la ¨²ltima d¨¦cada, la gesti¨®n comunitaria de la crisis merm¨® el entusiasmo europe¨ªsta espa?ol. Pero ning¨²n partido anti-sistema, nacionalista, antiinmigraci¨®n y antieuropeo como los que crecen en nuestro entorno consigui¨® representaci¨®n parlamentaria. Ahora, sin embargo, por las grietas abiertas por la tormenta del proc¨¦sy su represi¨®n, se cuelan r¨¢fagas del intenso vendaval nacionalista que barre Europa.
Por una parte, los sondeos apuntan a una posible representaci¨®n en Estrasburgo de Vox, que se reclama parte de esa derecha nacionalista y xen¨®foba de Salvini, Orb¨¢n, Le Pen, Farage o Kazcynski. Por otra, en el ¨²ltimo a?o irrumpieron en el escenario pol¨ªtico espa?ol y catal¨¢n propuestas, posiciones y pr¨¢cticas pol¨ªticas propias de ese mismo espacio pol¨ªtico.
El viraje hacia el discurso duro y alarmista de Ciudadanos y PP en la cuesti¨®n migratoria es una novedad a se?alar. De momento, la opini¨®n p¨²blica espa?ola sigue siendo de las m¨¢s resistentes a la agitaci¨®n contra la inmigraci¨®n. Veremos hasta cu¨¢ndo. En 2010, por pocos votos no ocurri¨® la normalizaci¨®n del discurso antiinmigrante que hubiese supuesto la entrada de Plataforma per Catalunya en el Parlament. La tentaci¨®n electoral de sacarle r¨¦dito a la cuesti¨®n ha reaparecido este verano, en el escenario central de la pol¨ªtica estatal.
La confrontaci¨®n sobre la independencia de Catalu?a ha abierto una v¨ªa de agua en el europe¨ªsmo de las derechas nacionalistas catalana y espa?ola. Tras el no reconocimiento de la independencia y el apoyo europeo a la unidad de Espa?a, el sentimiento anti-UE emergi¨® primero en Catalu?a. A principios de este a?o, las encuestas revelaron el aumento de contrarios a la pertenencia a la UE, en particular en la derecha independentista catalana. Algunos de los apoyos m¨¢s firmes al proc¨¦s, aceptados por l¨ªderes independentistas sin mucho donde elegir, vinieron de la derecha antieuropea y antiinmigraci¨®n de B¨¦lgica o Finlandia.
Medio a?o m¨¢s tarde, ante las negativas a las ¨®rdenes de extradici¨®n, no pocos en la derecha espa?ola se giraron contra Europa. El eurodiputado popular Gonz¨¢lez Pons ped¨ªa al gobierno la suspensi¨®n de la libre circulaci¨®n de personas (en plena temporada tur¨ªstica). No es probable que el sector m¨¢s radicalizado del independentismo ahonde en una posici¨®n euroesc¨¦ptica; ni que la pugna por el espacio derechista entre el PP y Ciudadanos se dirima en tono de abierta hostilidad al proyecto europeo. Pero conviene no ignorar la aparici¨®n de tics antieuropeos (o, al menos, eurooportunistas) en los espacios que m¨¢s se vistieron con la bandera azul estrellada. Ni pasar por alto la reivindicaci¨®n estridente de lo nacional frente a lo europeo.
Por ¨²ltimo, aumenta la polarizaci¨®n. En el espacio comunicativo (medios y redes sociales) la virulencia de esa polarizaci¨®n es llamativa. Es novedosa la preocupaci¨®n por la posible intervenci¨®n manipuladora de actores exteriores. Para los agitadores del espacio digital, el proc¨¦s se ha revelado una mina: p¨²blicos cautivos y extremadamente reactivos en ambas posiciones nacionalistas, susceptibles de f¨¢cil movilizaci¨®n en tormentas de ira virtual. En las calles, la polarizaci¨®n se vive con enfrentamientos de baja intensidad alrededor de guerras de s¨ªmbolos, y tambi¨¦n con un resurgir de la extrema derecha m¨¢s radical, ante la pasividad, cuando no complicidad, de parte de unas fuerzas de seguridad que ven reafirmada su impunidad.
No hay ninguna garant¨ªa de que los que agitan estos elementos propios del nacional-populismo ¡ªeuroescepticismo, alarmismo antiinmigraci¨®n, polarizaci¨®n, acoso medi¨¢tico¡ª acaben siendo quienes se beneficien de su emergencia. Si alguien consigue conectarlos con elementos preexistentes como el desenga?o por las recetas econ¨®micas de Europa, la desconfianza en los pol¨ªticos y partidos, la lejan¨ªa del poder de Bruselas, o la frustraci¨®n por una normalizada precariedad laboral y vital, podemos estar a meses de un despegue pol¨ªtico del nacionalismo antieuropeo. No somos tan distintos de Italia.
El Parlamento Europeo, con pocas barreras de entrada y generosos recursos para quien consigue representaci¨®n, ha sido, parad¨®jicamente, una palanca de crecimiento de partidos nacional-populistas en todo el continente. Y quien piense que las elecciones europeas no representan m¨¢s que un escenario secundario, sin repercusi¨®n pol¨ªtica en Espa?a, deber¨ªa recordar que las europeas de 2015 abrieron las puertas a Podemos y a Ciudadanos.
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