M¨¢s polic¨ªa no es la soluci¨®n
Usar el malestar de parte de un barrio y atizar el miedo para obtener r¨¦ditos pol¨ªticos es peligroso
Casi como una tradici¨®n, el verano anterior a unas elecciones municipales la Barceloneta vuelve a ver como sus calles se llenan de parte de un vecindario que protesta contra un turismo que parece impregnarlo todo. Si hace cuatro a?os las consignas estaban principalmente dirigidas hac¨ªa la influencia que el insostenible modelo imperante en la zona estaba teniendo sobre el incremento de los alquileres, los comercios y el espacio p¨²blico, durante el ¨²ltimo agosto han ganado protagonismo las soflamas dirigidas hacia la inseguridad y los vendedores ambulantes. Del ¡°Este barrio no est¨¢ en venta¡± o ¡°No queremos pisos tur¨ªsticos¡±, al ¡°M¨¢s polic¨ªa, m¨¢s seguridad¡± y ¡°La Barceloneta, ciudad sin ley¡±. Pero, ?qu¨¦ ha pasado durante estos cuatro a?os para que el mensaje del vecindario haya cambiado?
El a?o siguiente a que varios turistas italianos se pasearan desnudos por el barrio, hecho que dio pie a la visibilizaci¨®n de un problema que la Barceloneta denunciaba desde hac¨ªa tiempo, Barcelona en Com¨² lleg¨® al poder. Con la promesa, entre otras, de acabar con los desahucios, mejorar la vida del barrio y poner l¨ªmite a la proliferaci¨®n de apartamentos tur¨ªsticos y hoteles que parec¨ªan surgir sin control ¡ªno solo en la Barceloneta, sino en toda la ciudad¡ª, el Ayuntamiento del cambio inicio una bater¨ªa de medidas que, finalmente, han resultado relativamente efectivas, pero, sobre todo, han demostrado los l¨ªmites de la capacidad pol¨ªtica del municipalismo. La libertad global de movimiento del dinero, la explosi¨®n del capitalismo de plataforma, el conflicto nacional catal¨¢n, las pol¨ªticas neoliberales implementadas a nivel estatal y europeo o el frente medi¨¢tico organizado desde algunos medios de comunicaci¨®n han escapado, como no pod¨ªa ser de otra manera, a una administraci¨®n con competencias limitadas. Cuestiones como la p¨¦rdida del contacto con los movimientos sociales de Barcelona ¡ªaquello de tener un pie en las instituciones y mil en las calles¡ª, el paso de parte importante del activismo local al Ayuntamiento o la propia idiosincrasia de la pol¨ªtica local, junto a algunos errores, tampoco han ayudado a los comunes en su intento por cambiar el rumbo de Barcelona.
Ahora bien, ?est¨¢ viviendo la Barceloneta un problema real de inseguridad? Pese a las ¨²ltimas noticias al respecto, las propias estad¨ªsticas municipales muestran como la mayor¨ªa de los indicadores relacionados con la seguridad llevan a?os mejorando sensiblemente. As¨ª, la puntaci¨®n del nivel de seguridad en los barrios de Ciutat Vella ha pasado del 5,4 al 5,7 en el ¨²ltimo trienio, mientras que las denuncias han disminuido 0,8 puntos. S¨ª, han subido los incidentes por actividades molestas en el espacio p¨²blico, aunque su valor es inferior a la media de la ciudad. Ahora bien, esto no quita que una parte importante del barrio no lo perciba de esta manera, ni que el fen¨®meno, por su complejidad, deje de estar vinculado a otros factores estructurales. Sin mencionar lo que entendemos por seguridad, entre lo que tambi¨¦n podemos citar la incertidumbre de saber si te renuevan el contrato de alquiler o que cientos de bicicletas, patines o segways campen a sus anchas haciendo sentir vulnerables a una parte de la poblaci¨®n.
La expresi¨®n de malestar de parte del vecindario podr¨ªa explicarse, quiz¨¢s, por una doble l¨ªnea de hechos. Por un lado, la falta de medios y competencias, as¨ª como los fallos propios, de un Ayuntamiento cuyo grupo pol¨ªtico en el poder no cuenta con mayor¨ªa suficiente para tomar ciertas medidas ante situaciones complejas. Y, por otro, por la cercan¨ªa de unas elecciones municipales donde se dirimir¨¢, no solo el cambio de rumbo de la propia ciudad, sino tambi¨¦n la posibilidad de acceder al simbolismo que Barcelona le otorga a disputas pol¨ªticas que se producen a mayores escalas. Que determinadas personalidades y partidos pol¨ªticos est¨¦n usando el malestar de parte de un vecindario para atizar una estrategia basada en el miedo, mezclando en el mismo c¨®ctel incivismo, inseguridad y top manta con la finalidad de obtener r¨¦ditos pol¨ªticos inmediatos, podr¨ªa ser una actitud, cuanto menos, peligrosa para ese futuro de convivencia que dicen defender.
Lo que necesitar¨ªa la Barceloneta no ser¨ªa m¨¢s seguridad y polic¨ªa, sino sentir que su barrio no ha entrado en un proceso irreversible. Y para esto es necesario poner freno a la plasmaci¨®n en su espacio urbano de unas din¨¢micas globales que no dejan de generar injusticia y exclusi¨®n. ¡°M¨¢s polic¨ªa, m¨¢s seguridad¡± no es la soluci¨®n cuando tu barrio ha sido vendido.
Jos¨¦ Mansilla es antrop¨®logo y profesor universitario.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.