El populismo identitario y sus c¨®mplices
Los dirigentes populistas tienen la complicidad de los partidos cl¨¢sicos, que asumen parte de su agenda para disimular su impotencia
Vivimos en un universo comunicacional tan acelerado como simplificador. Se crean etiquetas de f¨¢cil consumo al precio de que abunden los retratos de brocha gorda. Y as¨ª los t¨®picos se propagan y la realidad se hace cada vez m¨¢s opaca. Un t¨®pico recurrente es el que sit¨²a a la inmigraci¨®n y a la seguridad (especialmente a cuenta del terrorismo islamista) como principales caldos cultivo del llamado populismo. Si ya este t¨¦rmino ¡ªque pretende abarcar cosas tan diversas como el Brexit y Podemos, como la Liga Norte y el soberanismo catal¨¢n¡ª es de escasa virtualidad descriptiva, las causas que se le atribuyen son m¨¢s contestables todav¨ªa.
El Pew Center Research de Washington public¨® en julio una encuesta sobre el llamado populismo en Europa que desmonta los t¨®picos m¨¢s usuales. Su conclusi¨®n es que la principal causa que mueve a la ciudadan¨ªa hacia posiciones populistas no es ni la seguridad, ni la inmigraci¨®n, ni las cuestiones identitarias y culturales, como acostumbra a darse por supuesto. Es el sentimiento de muchas personas de estar privadas de poder, de que no se les escucha ni se les tiene en cuenta, es decir, la desconfianza en las instituciones: gobiernos, parlamentos, y poderes contramayoritarios (bancos centrales, FMI, y dem¨¢s).
Puede discutirse el m¨¦todo de la encuesta que parte de una divisi¨®n del espectro pol¨ªtico en dos bloques: populistas y cl¨¢sicos. Las encuestas son forzosamente simplificadoras pero sirven por su valor indiciario. Y, en este caso, se confirman los enga?os que est¨¢n en la propia construcci¨®n de la categor¨ªa de populismo, que no es un concepto cient¨ªfico sino un ¨²til ideol¨®gico. En el fondo s¨®lo pretende identificar a aquellas organizaciones que al decir de los poderes establecidos no tienen los puntos necesarios en su carnet para ser admitidos en el club que monopoliza el poder pol¨ªtico. A pesar de ello, ya se les han colado unos cuantos: Italia, Polonia y Hungr¨ªa son la prueba. Y no es extra?o: seg¨²n la encuesta la tasa de confianza de los italianos en su parlamento apenas supera el 25 por ciento.
El 66 por ciento (frente a un 28 por ciento) de los europeos piensan que los emigrantes hacen la econom¨ªa m¨¢s fuerte con su trabajo y no les identifican con la amenaza terrorista. Naturalmente, estas cifras se invierten en el fragmento populista, hasta un rechazo del 50 por ciento en el caso franc¨¦s y del 70 en el italiano. ?Cu¨¢l es la conclusi¨®n? El rechazo a la inmigraci¨®n, la magnificaci¨®n de los valores identitarios y culturales, o la cuesti¨®n de la seguridad, son las banderas utilizadas para encuadrar y capitalizar pol¨ªticamente este malestar, pero la causa primera y principal es la p¨¦rdida de empoderamiento de la ciudadan¨ªa, que desconf¨ªa de la utilidad de su voto, que se siente abandonada por unos dirigentes pol¨ªticos limitados por los intereses del poder econ¨®mico, que tiene la sensaci¨®n de que ni se le escucha ni se le atiende y que no ve un horizonte de confianza.
Es ante esta inseguridad que una parte de la ciudadan¨ªa se entrega a las banderas de siempre, la fabulaci¨®n sobre lo propio y el rechazo del otro. Y en esta tarea los dirigentes populistas encuentran la complicidad de los partidos cl¨¢sicos que acaban asumiendo parte de su agenda como ¨²nico recurso para disimular su impotencia, sabedores de que el miedo es el sentimiento m¨¢s f¨¢cil de expandir y que tiene efecto de dominaci¨®n en la medida en que paraliza al que lo sufre, le hace cautivo de la demagogia. Con lo cual el proceso de degradaci¨®n no tiene l¨ªmite. Y es as¨ª como el populismo de extrema derecha se propaga y contamina toda Europa.
Hay que asumir el mensaje. Y responder democr¨¢ticamente, empezando por denunciar la actitud acomodaticia de los gobiernos europeos. Es la impotencia de la pol¨ªtica para defender los intereses de los ciudadanos el origen del malestar. Y es la pol¨ªtica la que contribuye a las respuestas regresivas para tratar de disimular su incapacidad. Impotente para poner l¨ªmites al poder econ¨®mico, lo que le queda es la propagaci¨®n del miedo y la restricci¨®n de derechos y libertades. Y, sobre todo, la magnificaci¨®n interesada de dos problemas como la seguridad y la inmigraci¨®n que en ning¨²n sentido amenazan a las sociedades europeas. Salvo que ¨¦stas se lo acaben creyendo. Con la complicidad de los que gobiernan.
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