Parques que eran playas
El parque y el barrio tambi¨¦n son nuestros, aunque cada vez haya menos canastas y m¨¢s pistas de p¨¢del
Hubo un tiempo en el que las compa?¨ªas a¨¦reas low cost no exist¨ªan e ir al extranjero o a la playa en familia, era privilegio de unos pocos. Entonces, las piscinas eran oro y los parques de barrio se convert¨ªan en playas, porque ah¨ª pill¨¢bamos moreno o nos tumb¨¢bamos bajo la sombra de los ¨¢rboles, mientras pasaban los meses de verano.
El parque ten¨ªa su punto intergeneracional, hab¨ªa abuelos campeones de petanca, personas de mediada edad comiendo pipas y mucho bocadillo reci¨¦n hecho consumido hasta las migas. Dinero se gastaba poco o nada, pero se derrochaba energ¨ªa y se pelaba la pava. Sin embargo, lo que m¨¢s me gustaba era que se hablaba e intercambiar pensamientos o hasta discutirlos es tan necesario como enriquecedor. Siempre.
Aquellas reuniones eran serias, desordenadas, valientes y autogestionadas, se celebraban, casi siempre, en las canchas de baloncesto y el hip hop ten¨ªa much¨ªsimo peso. Pese a que nunca fui una experta, pude disfrutar de las fiestas sin patrocinador en las que se hac¨ªa break dance y el micro abierto era el veh¨ªculo de la reivindicaci¨®n de un extrarradio parquista, humilde, consciente y orgulloso. Ven¨ªa gente de todo Madrid porque el poder de convocatoria de lo que para muchos a¨²n resultaba invisible era enorme. No en vano, de Alcorc¨®n eran Paco King y Meswy, dos miembros de uno de los grupos de rap espa?oles hist¨®ricos, El Club de los Poetas Violentos, CPV.
Pero consecuencia (?o causa?) de ese movimiento fueron tambi¨¦n las coloridas paredes que convirtieron a mi barrio en un museo hermoso y gratuito que le granje¨® el sobrenombre de ¡°la capital europea del grafiti ¡°, en la d¨¦cada de los 80 y en la de los 90, con una silueta de Hitchcok sobresaliente o un formidable Guernica pintados en spray, incluidos. Muchos de ellos han desaparecido porque no todos los equipos de gobierno locales han sabido entender su importancia. De hecho, han borrado la mayor¨ªa, tambi¨¦n los de innegable valor art¨ªstico. Con todo, algunos de sus autores son reconocidos muralistas, tanto a nivel nacional como internacional y, por suerte, contin¨²an dibujando allende las periferias.
Hablo en pret¨¦rito y quiz¨¢ no deber¨ªa, porque el barrio, irreductible, a¨²n se mueve y grita cambios o vuelta a un pasado glorioso, por su inmensa sencillez, en el idioma que domina y que siempre ha utilizado. El pasado 9 de septiembre las canchas del Parque de La Paz (Kaura) volvieron a juntar a los irreductibles y se sumaron los nuevos, y cada vez m¨¢s nuevas, que siguen/seguimos pensando que el parque y el barrio tambi¨¦n son nuestros (aunque cada vez haya menos canastas y m¨¢s pistas de p¨¢del) y que, adem¨¢s, suena muy bien.
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