Barcelona se convierte en la pieza clave en el debate pol¨ªtico catal¨¢n

La batalla por la alcald¨ªa de Barcelona ha empezado y el resultado de las elecciones municipales de mayo condicionar¨¢ la situaci¨®n pol¨ªtica catalana. La irrupci¨®n del ex primer ministro socialista franc¨¦s Manuel Valls para encabezar una candidatura que se pretende transversal ilustra la trascendencia de esta plaza pol¨ªtica, que el independentismo considera decisiva para acabar con la ¡°equidistancia¡± que le atribuye a la actual regidora, Ada Colau, durante los ¨²ltimos a?os, con el proceso que ha vivido Catalu?a.

La confirmaci¨®n, el pasado viernes, de que Valls optar¨¢ a la alcald¨ªa de Barcelona ha sacudido la precampa?a de las municipales y la pol¨ªtica catalana. Qui¨¦n gane en Barcelona definir¨¢ buena parte del futuro pol¨ªtico en Catalu?a y, cuando menos, servir¨¢ de term¨®metro para calibrar el poder del independentismo. Ser¨¢n unas elecciones en las que se votar¨¢ m¨¢s all¨¢ de en clave de ciudad.

A la espera de concreci¨®n sobre la candidatura de Valls, los partidos catalanes han empezado ya a mover ficha en un escenario que se prev¨¦ polarizado por el tir¨®n electoral del ex primer ministro franc¨¦s. Valls siempre ha alardeado ser barcelon¨¦s de nacimiento y utiliza el catal¨¢n en sus intervenciones, como la que protagoniz¨® el pasado 18 de marzo en la manifestaci¨®n convocada por Societat Civil Catalana.

Barcelona solo ha tenido un alcalde independentista desde el inicio de la democracia -el postconvergente Xavier Trias, de 2011 a 2015- y si alguna cosa ans¨ªan los secesionistas es mandar a un lado y otro de la plaza de Sant Jaume, sede del Ayuntamiento y la Generalitat.

Sin embargo, la divisi¨®n que vive el independentismo, con Carles Puigdemont huido en B¨¦lgica y Oriol Junqueras en la c¨¢rcel, no hace prever una candidatura de consenso. Ambas formaciones est¨¢n siguiendo una estrategia distinta. Mientras Esquerra Republicana apuesta por abandonar la unilateralidad, el expresidente se sigue mostrando combativo y no renuncia a mantener el enfrentamiento con el Estado.

ERC repite desde hace meses que es hora de ampliar la base social del independentismo para ¡°forzar al Estado a negociar¡±, en palabras pronunciadas ayer por el vicepresidente de la Generalitat, Pere Aragon¨¨s. De este modo, pretende lograr un refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n reconocido por la comunidad internacional.

Es un discurso que entronca con la reclamaci¨®n que defiende Catalunya en Com¨² Podem, el partido de Colau. Esto podr¨ªa allanar el camino para un pacto de gobierno municipal en funci¨®n del resultado electoral. Con todo, no es descartable que el partido m¨¢s votado se lleve de nuevo la alcald¨ªa si no hay una alternativa, como ya sucedi¨® en 2015 con la actual alcaldesa, pese a que solo logr¨® 11 de los 41 concejales.

Puigdemont a¨²n no ha elegido su apuesta por Barcelona y no se sabe si presentar¨¢ candidatura con las siglas del PDeCAT, Junts per Catalunya o Crida per la Llibertat, el movimiento de reciente creaci¨®n. A la espera de eso, una parte del independentismo ha puesto en marcha un proceso de primarias para elegir un candidato de consenso. Esquerra Republicana rechaza la idea y lo ha demostrado nombrando candidato: el actual consejero de Acci¨®n Exterior, Ernest Maragall, hermano del que fuera alcalde de la ciudad, Pasqual Maragall, y que genera m¨¢s complicidad con Colau que el anterior jefe de filas de ERC, Afred Bosch.

La etiqueta de Ciudadanos

En el otro lado se espera el discurso y la estrategia que plantee Manuel Valls el pr¨®ximo martes. En las reuniones con el empresariado ha asegurado que pretende una candidatura catalanista y que quiere deshacerse de la etiqueta de ser el candidato de Ciudadanos solo porque le auspici¨® Albert Rivera. Est¨¢ descartado el apoyo socialista.

El PSC se queda, as¨ª, en tierra de nadie y con unas, a priori, p¨¦simas expectativas electorales. Despu¨¦s de 32 a?os en la alcald¨ªa, el PSC qued¨® reducido a la quinta posici¨®n en el Consistorio en 2015 con Jaume Collboni como candidato, la misma persona que, en principio, volver¨¢ a encabezar la lista.

Una alcald¨ªa de Barcelona en manos de Valls significar¨¢ un contrapoder al independentismo que no ha existido con el mandato de Colau, que a¨²n mantiene colgado el lazo amarillo en la fachada del Ayuntamiento. Pero para que eso sea posible, la lista de Valls ha de ser la m¨¢s votada y que no se le cierre el paso con un pacto que sume 21 concejales, un escenario nada descartable. La batalla de Barcelona ser¨¢ dura.