Reprobar al Rey
La pretensi¨®n de proteger al Rey de toda cr¨ªtica es un disparate. Y da la raz¨®n a los que consideran a la monarqu¨ªa caduca y antidemocr¨¢tica
La reprobaci¨®n del Rey en el parlamento catal¨¢n, acompa?ada de un deseo de abolir la monarqu¨ªa forma parte de los rituales de esta fase de estancamiento de la pol¨ªtica catalana en que las distancias entre lo que se dice, lo que se hace y lo que realmente ocurre son cada vez m¨¢s grandes. Reprobar al Rey ?para qu¨¦?
Nunca la monarqu¨ªa ha provocado entusiasmo en Catalu?a. Pero en pocos momentos la desconfianza hab¨ªa sido tan grande como ahora. Me consta que alguna personalidad catalana se lo ha hecho notar directamente al Rey y, como respuesta, no ha recibido mucho m¨¢s que un encogimiento de hombros. No resulta dif¨ªcil articular un argumento para una reprobaci¨®n real. El mito del papel moderador de la monarqu¨ªa ha saltado por los aires con la cuesti¨®n catalana. Y el Rey ha puesto mucho de su parte para que as¨ª fuera. El discurso del 3 de octubre del a?o pasado en que, suplantando a Rajoy, dio la orden de ir a por el separatismo catal¨¢n, sin consideraci¨®n alguna para el conjunto de la sociedad catalana, marca una fractura, as¨ª como su intervencionismo en las pol¨ªticas gubernamentales de respuesta al independentismo, con presiones directas sobre determinados sectores de la sociedad.
Tampoco es raro ni es novedoso, decir que la monarqu¨ªa es caduca y antidemocr¨¢tica. Monarqu¨ªa y democracia son de hecho una contradicci¨®n en los t¨¦rminos. El car¨¢cter aristocr¨¢tico de una instituci¨®n basada en la sangre y la herencia familiar es en incompatible con el principio de igualdad y de soberan¨ªa de la democracia. Sus fundamentos son de otra ¨¦poca, su pervivencia da testimonio de la permanencia de los rastros de lo teleol¨®gico en la pol¨ªtica. Y si las monarqu¨ªas sobreviven es sobre la base de dos principios: la utilidad y el h¨¢bito. Los humanos, en palabras de Voltaire, ¡°no toman con remordimientos¡± las cosas a las que est¨¢n acostumbrados.
Tanto la reprobaci¨®n como la petici¨®n de la abolici¨®n de la monarqu¨ªa son conceptualmente perfectamente razonables, susceptibles de ser planteadas en un de bate democr¨¢tico. El gobierno espa?ol habla de extravagancia jur¨ªdica y anuncia medidas legales contra el parlamento catal¨¢n. La pretensi¨®n de proteger al Rey de toda cr¨ªtica es un disparate. Y da la raz¨®n a los que consideran a la monarqu¨ªa caduca y antidemocr¨¢tica. En un r¨¦gimen de libertades ning¨²n actor pol¨ªtico queda excluido del normal ejercicio de la contestaci¨®n ?O acaso no son susceptibles de ser cuestionados los presidentes de la Rep¨²blica? Que la persona del Rey ¡°sea inviolable y no sujeta a responsabilidad¡±, abunda en el car¨¢cter anacr¨®nico de la instituci¨®n. Pero esta infantilizaci¨®n del personaje, al que, como a los ni?os, no se le pueden pedir responsabilidades jur¨ªdicas por sus actos, no le excluye del universal principio democr¨¢tico de la cr¨ªtica.
Todo esto, sin embargo, no responde a la pregunta: ?por qu¨¦ reprobar al Rey? Cabr¨ªa pensar en un razonamiento estrat¨¦gico: la Corona es el eslab¨®n d¨¦bil del r¨¦gimen. Colocando el punto de mira en la monarqu¨ªa se pueden ganar voluntades, en Catalu?a y fuera de Catalu?a, para forzar lo que algunos llaman una nueva transici¨®n. Es posible, pero se me antoja de largo alcance y me cuesta ver que se den las llamadas condiciones objetivas, que s¨®lo podr¨ªan surgir de un amplio proceso de confluencia democr¨¢tica que el independentismo no favorece porque aleja a muchos espa?oles susceptibles de ser atra¨ªdos.
Me temo que todo es mucho m¨¢s prosaico. ?Por qu¨¦ est¨¢ encallado el parlamento catal¨¢n? Porque no hay una estrategia pol¨ªtica suficientemente compartida que permita a una mayor¨ªa avanzar. Y, por tanto, todo se convierte en un juego de zancadillas que paralizan cualquier proceso, y de grandilocuentes propuestas que, al modo de la DUI, se hacen sabiendo que no pasar¨¢n del papel. La secuencia es ¨¦sta: Colau propone un pacto triple para la aprobaci¨®n de los presupuestos del ayuntamiento, de la Generalitat y del gobierno de Espa?a, que parece una estrategia coherente para construir nuevas alianzas. Los interpelados se tientan la ropa, hay unas elecciones auton¨®micas en puertas, y la electoral acaba siendo siempre la raz¨®n ¨²ltima. Los partidos soberanistas suman la reprobaci¨®n del rey y la autodeterminaci¨®n en una propuesta parlamentaria que los Comunes votan en contra porque cojea de unilateralidad y, a continuaci¨®n, la despojan de este aditamento y la vuelven a presentar: reprobaci¨®n y caducidad. La noria contin¨²a. ?Llevar¨¢ esta ronda a nuevas alianzas o acabar¨¢ como todas?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.