El antrop¨®logo que triunfa en las pistas de baile
Brian Shimkovitz trae a Madrid su colecci¨®n de m¨¢s de 4.000 casetes de artistas africanos que le ha convertido en un dj de renombre
Nada hac¨ªa presagiar a Brian Shimkovitz que a su regreso de Ghana en 2002 hab¨ªa hecho un hallazgo que le har¨ªa famoso. El entonces estudiante de antropolog¨ªa escribi¨® una tesis sobre el nacimiento de la escena hip-hop en el pa¨ªs africano con poco ¨¦xito, abandon¨® su carrera acad¨¦mica en la Universidad de Indiana y se mud¨® a Nueva York, donde encontr¨® un empleo en la industria musical. Una mezcla de melancol¨ªa y aburrimiento fue lo que le anim¨® hacia 2006 a abrir un blog para compartir el material que le hab¨ªa restado de su labor de investigaci¨®n: una colecci¨®n de casetes de artistas desconocidos. ¡°Solo era un pasatiempo, una cosa sin importancia¡±, dice que pens¨® entonces.
M¨¢s de diez a?os despu¨¦s, la p¨¢gina Awesome tapes from Africa se ha transformado en un sello discogr¨¢fico y su propietario tiene ahora una agenda abarrotada de actuaciones internacionales como dj. De ?msterdam a Londres y de la capital inglesa a Madrid, donde este s¨¢bado ofrecer¨¢ una selecci¨®n de temas de su particular repertorio en la sala Caracol, el estadounidense asegura que ha encontrado en las pistas de baile el mejor medio para dar a conocer la ¡°mina de oro¡± que en su d¨ªa desempolv¨® de su apartamento. ¡°El ¨²nico problema es que muchos clubes y salas ya no tienen equipos para reproducir casetes¡±, bromea al tel¨¦fono antes de aterrizar en Espa?a.
¡°En ?frica descubr¨ª una riqueza musical alucinante. Reconoc¨ªas influencias del funk, el soul, el house, el rap o la electr¨®nica, pero pasados por el cedazo de una tradici¨®n diferente. Es algo ¨²nico¡±. El artista, con casi dos d¨¦cadas de exhumaci¨®n musical en trastiendas y mercadillos a sus espaldas y que ha llegado a acumular m¨¢s de 4.000 cintas, se ha hecho un nombre como un solicitado descubridor de sonidos singulares a costa de un objeto casi obsoleto: ¡°Cuando yo llegu¨¦ all¨ª, el casete era la forma m¨¢s ¨²til, sencilla y barata de publicar tu m¨²sica, pero las audiencias que pod¨ªan alcanzar eran minoritarias. No solo es que no llegaran a Europa o Estados Unidos, adem¨¢s eran desconocidas en muchas partes del propio pa¨ªs¡±.
La difusi¨®n del proyecto, de la misma manera que ha cambiado la vida de su fundador, tambi¨¦n ha sacado del anonimato a numerosos artistas. Para el ghan¨¦s Ata Kak, que s¨®lo hab¨ªa publicado un trabajo en los noventa, la reedici¨®n en 2015 de sus canciones a medio camino entre el funk y el rap le ha hecho girar sobre los escenarios de festivales de talla mundial como el S¨°nar de Barcelona. En el caso del m¨²sico et¨ªope de jazz Hailu Mergia, ser redescubierto le permiti¨® aparcar su trabajo como taxista para dedicarse definitivamente a componer.
¡°Lo m¨¢s dif¨ªcil del proceso es contactar con ellos. A uno lo encontr¨¦ a trav¨¦s de su exmujer, y el otro hablando con periodistas africanos y estadounidenses. Si no hay rastros en la web, cualquier pista puede ser crucial. Ahora Facebook me ha facilitado un poco las cosas, pero a veces me ha llevado a?os¡±. Pese a que algunos cr¨ªticos le han afeado que se apropiara de piezas de una cultura ajena a la suya, la reedici¨®n de una veintena de discos -cuyos beneficios se han repartido al cincuenta por ciento con el autor- convencen al dj del valor de un sello que empez¨® compartiendo las obras de forma gratuita. ¡°Lo importante es la m¨²sica africana ha tomado m¨¢s relevancia que nunca¡±, zanja.
En la era de Youtube, Spotify y el consumo masivo de m¨²sica en la Red, Shimkovitz dice mantener intacto su gusto por la exploraci¨®n sobre el terreno de su anterior etapa como antrop¨®logo. Sigue viajando a sitios como Ghana, Burkina Fasso o Nigeria para encontrar nuevo material y casi siempre rebusca en los mercadillos de las ciudades d¨®nde act¨²a. Aunque su ¨¦xito se gest¨® en Internet, no pierde la oportunidad de defender un cierto romanticismo en la forja de un verdadero connaisseur: ¡°No puede ser que las novedades nos las recomiende un algoritmo¡±.
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