¡°Los ni?os solo entran en las librer¨ªas cuando llega septiembre¡±
Fernando Valverde levant¨® la tienda de libros Jarcha, en Vic¨¢lvaro, hace 45 a?os. Entonces all¨ª no hab¨ªa colegios p¨²blicos ni ambulatorios
Cuando era joven, Fernando Valverde, diplomado en Magisterio, ense?¨® a los obreros de una constructora a leer y a escribir. Pero esa suerte de compromiso social se quedaba corto para este vigu¨¦s, nacido en 1953 y afincado en Madrid desde la adolescencia. As¨ª que levant¨®, junto a su mujer y otros amigos, una librer¨ªa. Jarcha, se llamaba. Y en Vic¨¢lvaro, un distrito obrero, entonces desprovisto de colegios p¨²blicos o, siquiera, ambulatorios. Hoy, cuando la tienda va camino de los 45 a?os, el librero est¨¢ a punto de retirarse. Pero no de su comercio, al que espera dedicarse a¨²n m¨¢s, sino del Gremio de Librer¨ªas de Madrid. Valverde trabaja all¨ª como secretario desde hace tres lustros. Lo cuenta mientras monta cajas, de cara al fin de semana: la feria de libreros de la plaza Mayor afrontar¨¢ entonces su segunda edici¨®n.
Tras d¨¦cadas en el gremio, conocer¨¢ bien las ferias del libro.
Recuerdo con cari?o las de finales de los 70. ?ramos j¨®venes y guerreros, y logramos que la Feria del Libro amparara otros dos mercados populares, en Vallecas y en la plaza de Castilla. ?bamos a caja com¨²n: la recaudaci¨®n, entre las 12 casetas que est¨¢bamos all¨ª. Forjamos alianzas que a¨²n permanecen. Y un discurso de barrio.
?Cambi¨® Vic¨¢lvaro al llegar all¨ª una librer¨ªa?
Hab¨ªa ferreter¨ªas, ultramarinos, papeler¨ªas. Pero no hab¨ªa tiendas de libros. As¨ª que fuimos los primeros. Y adem¨¢s, esto llam¨® la atenci¨®n, carec¨ªamos de mostrador. Cont¨¢bamos con muy pocos t¨ªtulos: libros infantiles y ensayo pol¨ªtico, sobre todo. Lo que removi¨® Vic¨¢lvaro fue la educaci¨®n obligatoria y universal, que lleg¨® con Felipe Gonz¨¢lez. Nosotros trabaj¨¢bamos con los colegios, as¨ª que aquello nos ayud¨® tambi¨¦n a nosotros.
Muchas librer¨ªas, cuentan, viven de los libros de texto.
Y hace nueve a?os, cuando lleg¨® la crisis, las familias empezaron a reciclar el material escolar. O los colegios creaban bancos para los manuales. Y nosotros apoyamos que los hogares encuentren la forma de ahorrar, pero la recuerdo como una de las etapas m¨¢s duras en la historia de nuestra tienda. Los libreros de la periferia y los barrios obreros, como este, lo pasamos francamente mal. Los ni?os solo entran en las librer¨ªas cuando llega septiembre.
?Est¨¢ ese discurso recogido tambi¨¦n por el gremio de libreros?
Es una de nuestras diatribas pendientes, pero hay m¨¢s. Las leyes son muy complacientes con las plataformas digitales de venta, como Amazon. Los libros deben comprarse en las librer¨ªas. Se escucha, s¨ª, aquello de las campa?as de fomento de la lectura. Pero el apoyo de las instituciones queda siempre en un gesto simb¨®lico. S¨ª ganamos una batalla: el precio fijo en la literatura. A Francia lleg¨® en 1981, pero aqu¨ª no se forj¨®, por ley, hasta 25 a?os despu¨¦s. Tambi¨¦n gracias a normas como esta, los libros que arrasan en las ventas financian las publicaciones de menor tirada. Y enriquecen el mercado editorial.
Y hoy, ?se encuentra su librer¨ªa mejor de salud?
Damos trabajo a tres personas y alojamos un buen cat¨¢logo, de unos 12.000 t¨ªtulos. Pero seguimos pendientes de las p¨®lizas de cr¨¦dito de los bancos. Este negocio nunca va bien del todo. Como solemos decir, sabemos que la econom¨ªa crece porque solo entonces la gente compra libros. Y he vivido esta aventura con entusiasmo, porque es preciosa: un cliente me dijo, una vez, que le hab¨ªa cambiado la vida al recomendarle Las venas abiertas de Am¨¦rica Latina, de Eduardo Galeano. Ahora, si pudiera empezar de nuevo, me dedicar¨ªa a cualquier otra cosa.
Tertulias literarias con lista de espera
Desde hace 15 a?os, la librer¨ªa Jarcha organiza tertulias literarias. La primera trat¨® sobre Sin sangre, de Alessandro Baricco. Hoy, las convocatorias est¨¢n cerradas a un grupo de alrededor de 30 vecinos. Para entrar en ¨¦l, hay lista de espera. Por ello, al encuentro que la tienda realiza una vez al mes ha habido que agregar otro: una segunda tertulia, en la biblioteca municipal de Vic¨¢lvaro y en colaboraci¨®n con ella. Tambi¨¦n mensual, pero esta vez abierta al p¨²blico.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.