Robert Saladrigas
Nunca criticaba una obra que no le gustara. Yo soy de los que piensa que es mucho m¨¢s dif¨ªcil criticar una obra buena que otra no tan buena
Era al comienzo de los a?os ochenta cuando el novelista colombiano Rafael Humberto Moreno-Dur¨¢n, radicado entonces en Barcelona, acababa de publicar una novela en la editorial Montesinos. Como los dos trabaj¨¢bamos en la misma editorial, me pidi¨® si pod¨ªa hacerle una rese?a a su reciente libro. En ese momento yo no ten¨ªa ning¨²n sitio donde poder ofrecer ninguna rese?a, excepto en la revista Quimera, que no pod¨ªa ser porque la editaba Montesinos. Hab¨ªa empezado a colaborar en el suplemento de libros de este mismo diario, que por entonces se llamaba Libros a secas. Al poco tiempo se hizo cargo el cr¨ªtico Rafael Cont¨¦ y ah¨ª se interrumpi¨® mi colaboraci¨®n. No se puede decir que el hist¨®rico cr¨ªtico me echara; cuando uno trabaja como free-lance en un diario nadie te echa como colaborador, si tu trabajo no convence simplemente se te deja de publicar y tan amigos. As¨ª que en esas estaba yo cuando el novelista colombiano me hizo su oferta. Se trataba de que leyera su novela y si me gustaba que la rese?ara. ?l se ocupar¨ªa de colocarla. No me dijo d¨®nde. Le¨ªda la novela, le dediqu¨¦ una rese?a. La novela para m¨ª era muy buena. A los pocos d¨ªas me llam¨® para decirme que la rese?a se iba a publicar en el suplemento de cultura de La Vanguardia, que dirig¨ªa el recientemente fallecido Robert Saladrigas. Fue gracias a esta circunstancia que contact¨¦ con Saladrigas. No lo conoc¨ªa de nada, solo de leerlo en el diario. Y de haber coincidido con su firma en un n¨²mero monogr¨¢fico sobre Cesare Pavese que ¨¦l mismo hab¨ªa coordinado para la revista Camp de l?Arpa.
Comenc¨¦ a colaborar en La Vanguardia con cierta periodicidad. Mi relaci¨®n con Saladrigas fue siempre c¨®moda y cordial. No habl¨¢bamos por tel¨¦fono. Yo me presentaba por la redacci¨®n de La Vanguardia, en la calle Pelayo, y ¨¦l me atend¨ªa con su proverbial amabilidad de se?or de Barcelona. Le hac¨ªa alguna oferta de rese?a o me la hac¨ªa ¨¦l. Me tomaba dos semanas en volver al diario y entregarle lo acordado. Fue as¨ª durante unos cuantos a?os. En 1985 volv¨ª al suplemento de El Pa¨ªs. ?ngel Harguindey se hab¨ªa hecho cargo. No recuerdo que me hubiera despedido de Robert Saladrigas. Ni siquiera que le hubiera dado las gracias. ?Por qu¨¦ no lo hice?
El tiempo fue pasando y nos fuimos encontrando en distintos lugares. Hoy en una presentaci¨®n, ayer en una comida de prensa. Lleg¨® el a?o 2004 y Robert Saladrigas ganaba el Ramon Llull de ese a?o con una novela titulada La llibreta groga. Al a?o siguiente se traduc¨ªa al castellano y el coordinador de BABELIA de entonces me encarg¨® su cr¨ªtica. Ya hab¨ªa le¨ªdo otros libros suyos, entre ellos Memorial de Claudi M. Broch. As¨ª como siempre respet¨¦ y tuve muy en cuenta su mirada para con la narrativa extranjera, no acababa de gustarme su mundo novelesco. No hab¨ªa feeling. Este hecho debi¨® alertarme sobre la propuesta de rese?ar su novela. La novela no me gust¨® y as¨ª lo expres¨¦ tratando de ser lo m¨¢s riguroso posible en mis argumentos. Pero lo fui demasiado, demasiado para con una persona que un d¨ªa me abri¨® tan generosamente las puertas de su suplemento. Despu¨¦s de eso trat¨¦ de esquivarlo siempre que pude. Y parece que lo pude siempre, porque nunca nos cruzamos una palabra aun cuando ambos sab¨ªamos que compart¨ªamos el mismo evento. Yo lo ve¨ªa de lejos y ¨¦l, con gran elegancia, hac¨ªa como que no me ve¨ªa, seguramente para evitar que su mirada yo la interpretara como un reproche por la dureza de mi rese?a. Volvi¨® a portarse como un se?or de Barcelona.
Gracias al excelente reportaje de Carles Geli, me entero ahora de la idea que ten¨ªa Saladrigas de la cr¨ªtica literaria. Nunca criticaba una obra que no le gustara. Yo soy de los que piensa que es mucho m¨¢s dif¨ªcil criticar una obra buena que otra no tan buena. Si no se tiene mucho oficio como cr¨ªtico, la bondad que quieres subrayar en la obra que comentas se puede convertir f¨¢cilmente en un lastimoso paneg¨ªrico. Las rese?as de Saladrigas eran siempre estimulantes y te mostraban aristas de la obra que atend¨ªa casi ignotas. Esa posici¨®n suya respecto a la cr¨ªtica literaria se opone con inteligente criterio a la que gana o ha ganado prestigio injustamente a base de dar palos sin ton ni son.
El d¨ªa que rese?¨¦ tan negativamente la novela de Robert Saladrigas, tal vez me alist¨¦ en el equipo de los que creen que han venido al mundo literario a no permitir que pase sin su merecido castigo un libro fallido. La llibreta groga en su momento me lo pareci¨® as¨ª, una novela fallida. Pero nunca deb¨ª escribir esa rese?a. Un m¨ªnimo sentido de la gratitud me obligaba a no hacerlo.
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